A propósito del 116 aniversario de la caída en combate del Héroe Nacional Cubano José Martí, el 19 de mayo de 1895, en Dos Ríos.
¡Yo quiero romper las jaulas de todas las aves;
-que la naturaleza siga su curso majestuoso,
el cual el hombre, en vez de mejorar, interrumpe;
-que el ave vuele libre en su árbol;-
y el siervo salte libre en su bosque;
-y el hombre ande libre en la humanidad!-
José Martí
Cierra el viento los ojos en el preciso instante del silencio, y se levantan luces con sabor a horizontes. Corre el agua pura, ondea la bandera que soportó los toques de a degüello, cristalizan los ojos en los minutos de siempre… Luego, se va deteniendo, insoslayable, la frente de aureolas, la frente de la Revolución, la que vio esclavos ahorcados y sufrió callada con la piel entre grilletes, la frente prodigiosa, la única, la eterna.
Entonces uno siente que no le cabe en el pecho tanto sol y tanta grandeza, uno siente ese despertar, esas reverencias; uno siente a la Patria corriéndole por las venas y desbordando, en torrente inclaudicable, sobre los espacios sagrados. Y uno siente un desplome que le impide caminar. Hay que detenerse en firme y apretar los puños, mirar al cielo, arrodillarse, hay que llorar; porque el Cementerio de Santa Ifigenia se te levanta en medio del tiempo, y te retumba toda la piel. Sí. Lo hace. Y bien fuerte.