Por Mercedes CARO NODARSE Fotos: CEDEÑO
“Y aquí me quedo, azul grito de anhelo
detenido (…)
quemando sin sonrisas mis huesos y mis
músculos”. (1)
Un manto de silencio y quietud envuelve a los cementerios; pero suele romperse en algunas fechas, como las celebraciones de las madres, los padres, los difuntos. Entonces, los familiares recuerdan a sus seres queridos y acuden al camposanto a adecentar tumbas, arrancar malas hierbas o sustituir las flores ajadas por otras frescas. Cuba está salpicada por necrópolis las cuales son, por su importancia y belleza, mucho más que lugares en los cuales adentrarse, muy de vez en vez, con el fin de enterrar y homenajear a los muertos.
Al hablar de la riqueza del patrimonio
edilicio de Cienfuegos, resulta ineludible la mención de dos importantes obras,
distintivas en el universo de las construcciones funerarias cubanas: los cementerios
“Tomás Acea” y el General de Reina (también le llaman Municipal) ambos, únicos
de su tipo en el país, el primero exclusivo como jardín, inaugurado el 21 de
noviembre de 1926 y declarado Monumento Nacional, el 10 de octubre de 1978, por
sus valores artísticos, arquitectónicos, históricos y ambientales.