Flama y brisa se imbrican en tibia caricia. Nodriza del crepúsculo, la ciudad aguarda el alba y reverencia el mar que la corteja. Simbiosis de océano y resol; génesis de sus epítetos y suntuosidad; especie de sortilegio de esta ribera caribeña... Cienfuegos, la Perla del Sur.

jueves, 2 de febrero de 2012

Sara González nos dijo adiós (+vídeos)

Sara González, la cantautora de mi generación.
  A Sara González la conocí allá por los años 80, del pasado siglo, cuando llegaba los sábados, acompañada muchas veces por Pablito y Silvio, o con otros cantautores cubanos, a la entonces Casa de la Nueva Trova de Cienfuegos -hoy El Cubanísimo de Artex. Éramos unos pocos los jóvenes que seguiamos al Movimiento, pero siempre acudíamos a la cita. 
  ¡Qué decirles!, incursionaba en la música como aficionada y La Victoria o Su nombre es pueblo lo aprendí por ella, por esa manera tan suya de interpretar, con esa pasión inmensa que convidaba a seguirla. 
  Fui una más de los muchos que la admirábamos. 
  Desde ayer no escucho otra noticia que no sea: "se nos fue La Gorda", y sí que la vamos a extrañar en los actos, en cada tribuna... ¡la vamos a extrañar..., así simplemente!

 Murió la cantautora cubana Sara González
Sara junto a Silvio Rodríguez.

  En la tarde de este miércoles, 1ro de febrero, murió en La Habana, la cantante y compositora cubana Sara González, fundadora de la Nueva Trova.

  El 26 de diciembre de 2011, en “El patio de la gorda”, el espacio que ella animaba cada mes en un solar habanero, se despidió de su público diciendo:

  “Después de esta actuación, en esta tarde, lo que me queda es desearles muchísimas cosas lindas, muchísima felicidad, desearles salud -sobre todo salud-, para lo que les queda por vivir a todos. Que sean felices, que sean tan felices como se sienten ustedes cada vez que vienen aquí. Todos los días tenemos que darle gracias a la vida por lo que estamos viviendo.”

  “Estoy hospitalizada desde el día que ya olvidé porque quiero, fui operada del colon y ahora me corresponde la parte de recuperación con la ayuda de los maravillosos seres que habitan y me cuidan en el CIMEQ”, había dicho Sara en carta que publicó el sitio Cubadebate, en septiembre de 2011.

  Sara González nació en Marianao, el 13 de julio de 1951, su padre fue tabaquero y su madre costurera; ambos poseían un alto sentido de la cubanía y de la justicia, así como un enorme gusto por la música y el baile, todas esas cosas le fueron transmitidas a la pequeña Sara.

  Según sus propias palabras “para que dejara trabajar a sus padres”, su primera compañera de juegos fue una radio, lo que reafirmó su afición por la música. El excelente músico Nené Enrizo le impartió sus primeras clases de guitarra y él animó a los padres de Sara para que le permitieran a ésta continuar sus estudios musicales.

  Al inicio de los 70 realizó incursiones en el canto, formó parte de un grupo de cierta popularidad “Los Dimos” e hizo dúo con Pedro Luis Ferrer.

  En su época de estudiante conoció a Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, quienes junto con Noel Nicola fundaron “La Nueva Trova Cubana”. Ellos la estimularon para que musicalizara los “Versos Sencillos” de José Martí -su primer disco LP- y de ahí nació su vinculación con ese movimiento musical, dentro del cual se ha caracterizado por ser la voz femenina más representativa.

  A partir de 1972 se incorporó al Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC, dirigido por el afamado guitarrista, compositor y director Leo Brower. Su carácter multifacético la impulsó a principios de los 80 a formar junto a Virulo, Carlos Ruiz de la Tejera, Jesús del Valle y otros, en el Conjunto Nacional de Espectáculos, una vertiente satírica del teatro musical, que tuvo rotundo éxito local y foráneo y que la llenó de experiencia y madurez en su desenvolvimiento escénico.

  En 1984 unió su quehacer musical Guaicán, músicos sin formación profesional, a quienes convirtió en sus alumnos y estableció con ellos una especie de taller de experimentación.

Consternación en la cultura cubana
   
  Hay consternación en la cultura cubana. El generoso corazón de La Gorda,  cariñoso apelativo con el que la  llamaban y ella llamaba a todo el mundo,  dejó de latir cuando empezaba a hacerse  la noche del primer día de febrero de 2012.
  A los pocos minutos, sus más entrañables amigos -que es decir todos los creadores  vivos de la música cubana- se pasaban la noticia entre lágrimas y más de un grito de queja contra el cáncer que la hizo padecer y desear el descanso físico definitivo.
  “Qué me hago sin Sara”, clamaba Amaury Pérez, abrazado a su esposa Petí. En su casa, cada sonido del teléfono era esperado con una ansiedad desconsolada en las horas que precedieron al deceso. En la mañana  habían decidido posponer la gira a Santiago de Cuba, tras la advertencia de los médicos de que la voz femenina de la Nueva Trova, estaba en condiciones extremas.
  “Ella fue la primera persona que me habló de Silvita”, comentaba conmovido José María Vitier, que abandonó de prisa los estudios Abdala, donde graba un disco con la Sinfónica, para ir con su esposa para el CIMEQ.
  Hasta allí- donde fue amorosamente atendida durante meses y acababa de morir Sara- habían corrido antes el propio Amaury, Abel Prieto y Abel Acosta para acompañar el dolor de Diana Balboa, su incansable compañera en la vida y enfermera en la larga batalla contra la enfermedad.
  Nadie parecía querer decir nada. “Por más que uno se prepare, la muerte siempre te da duro…”, comentó, casi en un susurro, el Ministro de Cultura, con el rostro demudado por la pena.
  Con la serenidad que provoca la certeza de que ya no hay nada que hacer, de que es el momento de dejar partir a quien se ama,  Diana apenas dijo lo que la Gorda había querido que hicieran con su adolorido cuerpo: “cremarla y lanzar sus cenizas en la entrada a la bahía de su amadísima Habana.”
  Lo demás es la herencia que deja a la cultura cubana: la voz que cantó al mundo la dignidad de un pueblo y la maravilla de una época. La voz de La Victoria.
  Desde las nueve de la mañana de este jueves 2 de febrero, esas cenizas recibirán, en los jardines del Instituto Cubano de la Música,  el homenaje de aquellos cuyas vidas contó en cantos. Seguramente quedará pequeño el espacio para tanta gente. No hay que olvidar que su nombre es pueblo.

A SARA

Es la Gorda mi amada, la he querido
donde el andén dejó la vestidura,
En el tren demencial, en la cordura,
en las sodas, los rones, los vahídos.

Ya no hay otro lugar por ser tenido
que la Gorda no ocupe en mi armadura,
que cuando hay que curar, todo lo cura
y mirándome andar se ha sonreído.

En la piel no le quedan amarillos
soles, de pálida se ufana
y celosa desata los pestillos.

A la hora de amar no se haragana,
Tempestuosa enciende los pitillos
y se fuma mi amor, y se lo gana.

Amaury Pérez, 13 de julio de 2006


La Victoria



Sara agradece

1 comentario :

  1. Mi homenaje a Sara González, la vamos a extrañar en cada tribuna, en cada acto... descansa en paz.

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