Flama y brisa se imbrican en tibia caricia. Nodriza del crepúsculo, la ciudad aguarda el alba y reverencia el mar que la corteja. Simbiosis de océano y resol; génesis de sus epítetos y suntuosidad; especie de sortilegio de esta ribera caribeña... Cienfuegos, la Perla del Sur.

martes, 1 de noviembre de 2011

Einstein en Cuba: Sin poses de sabio


  Corría el año 1920, y sus finales se aproximaban ya para darle paso a uno nuevo… Pero, una visita trascendental alteraría la comunidad científica de La Habana.
  El día 19 de diciembre, tras una estadía en New
York -ciudad en la que se negó a hospedarse y que sólo bajó del buque Belgenland para asistir a los actos organizados en su honor-, pisaba tierra cubana el famoso físico alemán, Albert Einstein, quien fuera recibido por las más importantes figuras de la ciencia en el país. Su manifiesto deseo de conocer a la urbe capitalina se hacía realidad.
  Nació el 13 de marzo de 1879 en Ulm, Alemania y ya para 1905, con sólo 24 años, publicaba su primer trabajo sobre la Teoría de la Relatividad, de suma trascendencia para la ciencia moderna, la cual completaría una década más tarde con la célebre teoría general, que lo convirtió, de hecho, en el más grande físico teórico del siglo XX.
  Dotado de elevados sentimientos, intervino fehacientemente en favor de la paz, lo que le valió para adjudicarse el Premio Nóbel en 1924.
  El Heraldo de Cuba, publicación de la época, lo describiría así: "Amplia la frente que coronan enmarañados cabellos casi blancos; saliente el mentón, voluntarioso y firme, gruesos los labios y grandes, y claros los ojos semicirculados de ojeras violáceas a fuerza, parece, de fijarlos en infinitos puntos ancestrales que él acaso sólo mira y sólo sabe definir, para colgar de ellos el hijo de oro de su teoría demoledora de las ciencias exactas, el doctor Einstein inspira ese respeto y admiración profunda que se desprende de los héroes y semidioses de las mitologías...".
  Un día y medio estuvo entre nosotros, y apenas llegó realizó varias solicitudes a sus homólogos cubanos: un sombrero fresco para soportar nuestro sol y concurrir a los barrios pobres. Al día siguiente los pobladores se asombraban ante el no común espectáculo del conocidísimo europeo, el cual luciendo un sombrero jipijapa recorría el Mercado Único, las tiendas más modestas de la Calzada de Jesús del Monte y los más pobres barrios: Pan con Timba y Llega y Pon, en cuyos solares y cuarterías penetró el genial científico. En la víspera, lo habían conducido a los lugares frecuentados por la clase más acomodada del país: residencias, clubes, parques...
  El poco tiempo que duró su visita constituyó para los científicos de entonces un tremendo motivo de orgullo, por haber compartido con un hombre tan grande y sencillo sin pose de sabio; es así que lo invitaron a la Sociedad Geográfica, a la Academia de Ciencias y la Sociedad Cubana de Ingenieros, entre otras instituciones, para rendirle especial homenaje.
  Durante su estancia en la Academia de Geografía expresó sentirse satisfecho por los recibimientos realizados, tanto por parte de los hombres de ciencia como por el pueblo de La Habana, la capital de "esta Isla tan pintoresca que visito con placer", aunque sólo fuera por unas pocas horas.
  Su periplo contó con intercambios en la Taza del Vento y la toma de agua de Aguada del Cura, la Secretaría de Sanidad, el hospital Calixto García y el Instituto de Oncología, lugares en los que mostró un gran interés.
   "La primera sociedad verdaderamente universal fue la sociedad de los investigadores. Ojalá pueda la generación venidera establecer una sociedad económica y política que evite con regularidad las catástrofes", escribiría en el Libro de Oro de la Sociedad Geográfica, el eminente hombre de ciencias.
  Pero la genialidad de Einstein fue mayor aún y sorprendente, cuando en mayo de 1949, entrevistado para la revista Monthly Review, de New York, afirmara: "Estoy convencido de que hay una sola manera de eliminar los graves males del capitalismo: el establecimiento de una economía socialista, acompañada por un sistema educacional que se oriente hacia fines sociales". 
  Parecería que cuando en su acto de despedida, efectuado en la Sociedad de Ingenieros, vaticinaba "un porvenir lleno de venturas" para todos los cubanos, el famoso científico veía lo que ocurriría en nuestra Patria muchos años después: el triunfo de una Revolución socialista, para la cual uno de los aspectos más importantes es la educación de sus nuevas y futuras generaciones.

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