Por Mercedes Caro Nodarse
Los Comités de Defensa de la
Revolución (CDR) constituyeron desde su creación, la respuesta enérgica del
pueblo cubano al terrorismo de Estado desatado por el gobierno de los Estados
Unidos, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y el Pentágono contra Cuba y
su pueblo.
En la noche del 28 de septiembre de 1960, más un millón de personas se encontraban congregados frente al Palacio Presidencial (hoy Museo de la Revolución) y escuchaban la intervención de Fidel Castro Ruz, entonces primer ministro.
Aquel día, Fidel, había regresado tras un histórico discurso en la sede de la Organización de Naciones Unidas (ONU). Explicaba a los allí reunidos cómo fue su estancia en Nueva York.
En medio del discurso, se escuchó una explosión, luego otra y otras más, pero el pueblo allí concentrado respondió con vivas a la Revolución, a su líder y entonando las notas del Himno Nacional.
“Vamos a establecer un sistema de vigilancia revolucionaria colectiva…, están jugando con el pueblo y no saben todavía quién es el pueblo; están jugando con el pueblo y no saben la tremenda fuerza revolucionaria que hay en el pueblo”.
Más de seis décadas junto al pueblo
Transcurridas ya más de seis décadas desde aquella noche de septiembre, los Comités de Defensa de la Revolución han sido y son una organización de masas –la más numerosa de Cuba–, poseedora de una energía política inagotable.
Pero, además, han mostrado que no son solo un núcleo eficaz para la vigilancia, sino que están presentes en tareas masivas de corte social, relacionadas con la salud, la educación, la recuperación de materias primas, el ahorro, la cultura política-ideológica, así como la lucha contra el delito, las drogas, entre otras muchas misiones.
La fuerza de los CDR, fruto originalísimo de la Revolución Cubana que se suma a la experiencia del movimiento progresista internacional, refleja el calado de las ideas revolucionarias en el corazón del pueblo.
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