Oscar Niemeyer es para la arquitectura una leyenda eterna. Múltiples titulares dan la noticia de su fallecimiento, y en todos se destaca la obra de quien fuera llamado "el mago de la línea curva", "el hombre que soñó a Brasilia", "el ultimo símbolo del siglo XX". Y es que no se le puede negar la gloria a quien, además de diseñar desde cero los principales edificios de la capital brasileña o el famoso Sambódromo de Río de Janeiro, ha lucido sus trabajos en muchas otras partes del mundo como Francia o Estados Unidos.
Este arquitecto, que bordeó casi los 105 años, pues así los cumpliría el próximo 15 de diciembre, nos dijo adiós esta noche en Río de Janeiro, tras varias semanas ingresado por una
insuficiencia renal. A todos nos viene a la mente el hombre-creador centenario de
los últimos años, ya viejito, arrugado, sentado en una butaca pero que, increíblemente,
seguía activo. Detrás, aparecen las formas de sus construcciones: abiertas,
nítidas, audaces, blancas, optimistas...
Niemeyer se graduó como arquitecto en la Escuela de Bellas Artes en
1934. Participó en la creación de la ciudad de Brasilia y del edificio de
las Naciones Unidas en Nueva York, entre muchas otras. Ha obtenido el
premio Priztker de Arquitectura (1988), el Príncipe de Asturias (1989), el León de Oro de la Bienal de Venecia, premio Unesco
de la Cultura, la Orden de las Artes y las Letras de España, entre otros.
Fue un gran amigo de Cuba y del líder de Revolucióin Cubana, Fidel Castro Ruz.
Biografía
(Río de Janeiro, 15 de diciembre de 1907 / 5 de diciembre de 2012)) Arquitecto brasileño, uno de los
fundadores de la arquitectura moderna en su país y diseñador, junto con Lucio
Costa, de Brasilia, la nueva capital de Brasil.
En 1928, finalizados los estudios secundarios, contrajo
matrimonio con Annita Baldo, hija de inmigrantes italianos. Entró a trabajar en
el taller de tipografía de su padre y, en 1929, se matriculó en la Escuela de
Bellas Artes de Río de Janeiro, que dos años más tarde dirigiría Lucio Costa.
En 1932 comenzó su carrera profesional en el estudio de arquitectura de Lucio Costa
y Carlos Leáo, y en 1934 obtuvo el título de ingeniero arquitecto.
En 1936 recibió el encargo, junto con otros arquitectos, de
diseñar el edificio del Ministerio de Educación y Sanidad de Río de Janeiro. A
la influencia de Le Corbusier, asesor del proyecto, sumó una búsqueda de la
adaptación del edificio al medio ambiente y una fértil imaginación. Desde ese
momento profesó el funcionalismo arquitectónico, profundizando paulatinamente
en las relaciones entre la arquitectura y el entorno.
Invitado por Lucio Costa, viajó a Estados Unidos en 1938
para participar en el proyecto del Pabellón de Brasil en la Feria Mundial de
Nueva York. Dos años más tarde conoció al entonces alcalde de la ciudad de Belo
Horizonte y futuro presidente del país, Juscelino Kubitschek, quien le encargó
la construcción de un conjunto de edificios alrededor del lago artificial de la
Pampulha. En 1947 viajó otra vez a Nueva York, en esta ocasión como miembro del
Comité Internacional de Arquitectos encargado del desarrollo del proyecto de la
sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Sin duda, el proyecto más ambicioso de la arquitectura
latinoamericana en el siglo XX fue el diseño y la construcción de Brasilia, la
ciudad que el presidente Juscelino Kubitschek soñaba con levantar como nueva
capital del país y como símbolo de su régimen democrático. Lucio Costa y Oscar
Niemeyer fueron, a partir de 1956, los encargados de llevar a cabo el proyecto.
El primero se hizo cargo del diseño del plano sobre el que había de levantarse la
nueva capital (sobre dos ejes entrecruzados), y el segundo se responsabilizó
del diseño de los edificios emblemáticos de la ciudad (la residencia del
presidente, el Congreso Nacional, la sede del gobierno y la Catedral, entre
otros), en los que combinó de forma singular imaginación y racionalismo.
La ciudad de Brasilia se levanta, en forma de cruz con los
brazos ligeramente arqueados, junto a un lago artificial; cada una de sus tres
zonas (o niveles) tiene una función específica: residencial, oficial
(monumental) y comercial ("gregario"). En la ancha avenida (200
metros) que la atraviesa de norte a sur se construyeron edificios de
apartamentos en forma de arco. Cada bosque cuenta con viviendas, tiendas y un
instituto de enseñanza primaria. La avenida Monumental, aún más ancha, se
extiende de este a oeste y conduce a la Plaza de los Tres Poderes, donde se
encuentran los edificios más importantes de la administración pública. En el
centro comercial y cultural de la ciudad se cruzan las dos avenidas citadas.
Muchos edificios de la ciudad son grandes construcciones de cristal y hormigón,
de formas originales e imaginativas, en las que se refleja la influencia de Le
Corbusier.
Ambos arquitectos concibieron el centro de la ciudad como un
lugar simbólico en el que habían de situarse los tres pilares fundamentales de
un Estado democrático: Gobierno, Parlamento y Justicia. Niemeyer se ocupó del
diseño la Plaza de los Tres Poderes, con un edificio para la Corte Suprema
Federal (1958-1960), un complejo para el Congreso Nacional (1958-1960) y otro
edificio para el Ministerio de Justicia (1962-1970). La escala de todos ellos
es monumental, y se conjugan los principios funcionalistas y racionales de Le
Corbusier con la búsqueda de un efecto escultórico. La Catedral, con su torre
en forma de corona, y el palacio presidencial (Palacio da Alvorada) son también
creaciones notables. Su planificación urbanística y su arquitectura confieren a
la ciudad una cierta unidad, caracterizada por la amplitud, la generosa
perspectiva y las líneas curvas y rítmicas. La nueva capital, nacida de la nada
en la Meseta Central de Brasil, fue inaugurada oficialmente el 21 de abril de
1960.
En 1962 Niemeyer fue nombrado coordinador de la Escuela de
Arquitectura de la recién creada Universidad de Brasilia. Ese mismo año viajó a
Líbano para proyectar la Feria Internacional y Permanente en Trípoli. La
noticia del golpe militar contra el presidente brasileño João Goulart, en 1964,
le sorprendió de viaje por Europa e Israel, donde proyectó la Universidad de
Haifa. Un año más tarde se retiró de la Universidad de Brasilia, junto a otros
profesores, como protesta contra la política universitaria del régimen militar
brasileño.
En 1966 viajó de nuevo a Europa, para visitar la exposición
Oscar Niemeyer, el arquitecto de Brasilia en el Museo de las Artes Decorativas
del Palacio del Louvre, en París (Francia), ciudad en la que se instaló un año
después. Entre sus obras más destacadas de este período se encuentran la sede
del Partido Comunista Francés en París (1967-1972) y la mezquita de Argel
(1968) y la Universidad de Constantina (1969) en Argelia, entre otras.
Una vez finalizada la dictadura militar, regresó a Brasil y
continuó su intensa actividad. Durante estos años realizó numerosas obras en su
país, como el Memorial JK, un museo dedicado a Juscelino Kubitschek en Brasilia
(1980); la sede de la Red de Televisión Manchete (1983); los sambódromos de las
ciudades de Río de Janeiro (1984) y de São Paulo (1991); el Panteón de la
Patria Tancredo Neves (1985), en Brasilia; el Memorial de América Latina
(1987), un inmenso centro cívico de ocho hectáreas en São Paulo; o el Museo de
Arte Contemporáneo (1991), en Niteroi.
En 1988 creó la Fundación Oscar Niemeyer y recibió el premio
Priztker de Arquitectura. Un año después fue galardonado con el premio Príncipe
de Asturias de las Artes. El Museo Oscar Niemeyer fue inaugurado en 2002 en la
ciudad de Curitiba, al sur de Brasil. En 2007 se realizaron por todo Brasil
homenajes para conmemorar el centenario del nacimiento del arquitecto, que
todavía tiene en marcha numerosos proyectos, como el Museo Internacional de los
premios Príncipe de Asturias.
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