Flama y brisa se imbrican en tibia caricia. Nodriza del crepúsculo, la ciudad aguarda el alba y reverencia el mar que la corteja. Simbiosis de océano y resol; génesis de sus epítetos y suntuosidad; especie de sortilegio de esta ribera caribeña... Cienfuegos, la Perla del Sur.

jueves, 28 de noviembre de 2013

¡Ay, cocheros!



 Por Mercedes CARO NODARSE

 La sensibilidad y el humanismo resultan esenciales cuando del transporte público se trata, pues ese sector —uno de los más deprimidos en la última década del siglo pasado y que aún no acaba de resolverse a pesar de las múltiples medidas adoptadas—, precisa de alternativas, como la de los carretones -ni coches, volantas, quitrines o calesas. El encomiable sucedáneo permite a muchos jóvenes llegar temprano a la escuela, a los obreros a sus centros de labor; a otros a una consulta médica…

  Estos medios irrumpieron en la ciudad en la década de los 90 del pasado siglo —ascienden a más de 400 en Cienfuegos, Cuba—, como paliativo a la carencia del transporte urbano. Sin embargo, ya cuesta mucho decidirse si vamos en ellos hasta el destino final, pues definitivamente, entre el alto precio de los alimentos y de los artículos de primera necesidad, ahora los cocheros aumentaron el de sus carromatos a 2.00 pesos hacia el Hospital —antes lo habían hecho en el trayecto de Pueblo Griffo, Tulipán y Circunvalación-Buenavista—, con una hipersensitiva falta de conciencia a las necesidades de la población.


  Por mucho que se esfuercen en sacarme cuentas ¿chinas? la mía siempre resulta más abultada. Con una capacidad de ocho personas, en cada viaje de ida y regreso recaudan 32 pesos, o sea 16 por cada uno; si dan diez ¡que son muchos más, sino pregúntenle a los caballos! serían 320 y ahí me quedo, para que cada cual saque sus propias sumas. Ganan en un día lo que un profesional en un mes.

  Me he visto “forzada” en estos días de utilizarlos, acompañando a mi hermano al centro asistencial; durante siete jornadas (convertidas en catorce, multiplicadas por cuatro) desembolsé 56 pesos de mi salario.

   Cuando una persona sube cualquiera de estos medios solo escucha quejas de sus conductores: que si les subieron el impuesto —les aseguro que pueden pagarlo en dos días—; que si deben comprarlo todo…; oigan el llanto es muy largo en verdad y hasta tedioso. Aunque a decir verdad, a mí me causa enorme rabia, porque ¿quién los viera en nuestro lugar? Lo peor es que existen personas prestas a darles la razón ¿vivirán solo de su salario?

  Nada puede impedir que, aunque los materiales sean adquiridos a expensas de su propio peculio, los guías de carretones estén sujetos a las leyes y cánones de convivencia regidas en esta sociedad; por tal motivo, al formar parte del ejército de trabajadores, aún siendo cuentapropistas, no están exentos de practicarlas.

  Desde acá vuelvo a llamar a la conciencia del hombre, su solidaridad, no creo que toda esté perdida, un hálito de humanidad deberá quedarles y percibir la importancia de su cometido social, pero sin explotar a los semejantes.

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