Siempre que alguna reunión festiva, guateque o de otro tipo, que termina muy mal o de la manera menos favorable, hay alguien que enseguida exclama: eso “terminó como la fiesta del Guatao”. Y muy mal debió de haber terminado la tal fiesta, cuando este refrán se ha mantenido en el argot popular cubano de generación en generación durante más de un siglo.
El Guatao es un pequeño poblado de la provincia de La Habana, fundado en 1750, situado no lejos de la orilla oeste del arroyo de Bauta que desagua en la costa norte; donde la agricultura era la actividad principal y en el que se celebraba, como en todos, fiestas tradicionales de arraigo popular.
Cuentan algunos que en 1896 una sección de 200 soldados, guardias civiles y voluntarios españoles, al mando de un sargento y siendo jefe de estas fuerzas el capitán Calvo, llevó a término una terrible e incalificable matanza, un día de fiesta, entre los moradores del pueblo famoso por la cantidad de insurrectos, la cual tuvo un saldo de 18 muertos y 32 heridos graves quienes más tarde fallecieron.
Flama y brisa se imbrican en tibia caricia. Nodriza del crepúsculo, la ciudad aguarda el alba y reverencia el mar que la corteja. Simbiosis de océano y resol; génesis de sus epítetos y suntuosidad; especie de sortilegio de esta ribera caribeña... Cienfuegos, la Perla del Sur.
Mostrando entradas con la etiqueta Samuel Feijoó. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Samuel Feijoó. Mostrar todas las entradas
domingo, 2 de enero de 2011
Suscribirse a:
Entradas
(
Atom
)