El río Damují, uno de los más caudalosos de la vertiente sur del centro del país, desemboca en la bahía de Cienfuegos. Su nombre, utilizado como símbolo de cubanía, ha estado asociado con los ideales independentistas de los patriotas de la región.
Quizás por esa misma razón nadie extrañaría que Cienfuegos, la Perla del Sur o la Linda Ciudad del Mar, como también suele llamársele, haya dado a luz a un hijo del Damují, en la figura del bardo Antonio Hurtado del Valle; y a una hija del Damují, en la de la poetisa Clotilde del Carmen Rodríguez, a los cuales se les han consagrado sendos bustos en el parque Martí, ubicado en el Centro Histórico de la capital provincial, declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad, desde el 2005.
Flama y brisa se imbrican en tibia caricia. Nodriza del crepúsculo, la ciudad aguarda el alba y reverencia el mar que la corteja. Simbiosis de océano y resol; génesis de sus epítetos y suntuosidad; especie de sortilegio de esta ribera caribeña... Cienfuegos, la Perla del Sur.
jueves, 21 de abril de 2011
Dos poetas hijos del Damují

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miércoles, 20 de abril de 2011
Abril 1961: Avanzando con el pueblo en armas
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Dora Alonso, escritora cubana. |
(Fragmentos)
Por: DORA ALONSO
Fotos: GILBERTO ANTE
( …)
De momento, nos encontramos sin vehículo para salir a la zona de operaciones de Playa Larga, en las avanzadas; pero vigilamos el paso de la primera cosa rodante que enfilara la carretera de la costa. Fue un jeep de la Cruz Roja y el jeep nos llevó.
No es la edad, sino la dignidad y el valor lo que conducen a los hombres a la pelea.
Seis horas antes, allá se había librado un duro combate y era lugar de riesgo continuo por las continuas incursiones de los aviones bombarderos yanquis, que pretendían cruzar la línea de fuego para atacar nuestra única línea de abastecimiento de tropas y armas.
Esa línea era, precisamente, la misma carretera por donde íbamos.
Además, los paracaidistas podían aparecer por la retaguardia, ametrallando desde su escondite en la maleza.

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jueves, 14 de abril de 2011
Historias paralelas de embrujo y mar
IRÁN MILLÁN CUÉTARA Y SU URBE AMADA: CIENFUEGOS
No es rara la serenidad que expresa su semblante, pues manifiesta la limpieza de quien está en paz consigo mismo y su ciudad, ésa que le ha embrujado para siempre con una tibia caricia, y le hace aguardar el alba para reverenciar el mar que la corteja.
Y es que la ciudad de Cienfuegos o la Perla del Sur, con le han llamado poetas y cantores, fulgura por su esplendor. Un halo señorial merodea sus calles y forma parte de su magia, recuelo de historias y leyendas que conforman su memoria poética.
Cuando Irán Millán Cuétara, director de la Oficina del Conservador de la Ciudad, habla de todo aquello que ha acontecido en su vida dentro de esta “urbe amada” como suele decir, no le cabe la mirada en los ojos de tanto observar en derredor, y su forma de sonreír denota a un hombre inteligente y apasionado por lo que hace.
El parque José Martí, ese que tantos desvelos le ha traído, sirvió de escenario para el encuentro. Desde el lugar en que estábamos sentados divisábamos un entorno espléndido que invitaba a tertulia. “Jagua -explica mi interlocutor-, significa en lengua aborigen: riqueza, mina, manantial y según las tradiciones de los primeros pobladores, esta fue la deidad que les enseñó las artes de pesca, la caza y la agricultura. Era también el nombre de un árbol muy abundante en los alrededores de esta bahía.
Irán Millán Cuétara. |
Y es que la ciudad de Cienfuegos o la Perla del Sur, con le han llamado poetas y cantores, fulgura por su esplendor. Un halo señorial merodea sus calles y forma parte de su magia, recuelo de historias y leyendas que conforman su memoria poética.
Cuando Irán Millán Cuétara, director de la Oficina del Conservador de la Ciudad, habla de todo aquello que ha acontecido en su vida dentro de esta “urbe amada” como suele decir, no le cabe la mirada en los ojos de tanto observar en derredor, y su forma de sonreír denota a un hombre inteligente y apasionado por lo que hace.
El parque José Martí, ese que tantos desvelos le ha traído, sirvió de escenario para el encuentro. Desde el lugar en que estábamos sentados divisábamos un entorno espléndido que invitaba a tertulia. “Jagua -explica mi interlocutor-, significa en lengua aborigen: riqueza, mina, manantial y según las tradiciones de los primeros pobladores, esta fue la deidad que les enseñó las artes de pesca, la caza y la agricultura. Era también el nombre de un árbol muy abundante en los alrededores de esta bahía.
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