Flama y brisa se imbrican en tibia caricia. Nodriza del crepúsculo, la ciudad aguarda el alba y reverencia el mar que la corteja. Simbiosis de océano y resol; génesis de sus epítetos y suntuosidad; especie de sortilegio de esta ribera caribeña... Cienfuegos, la Perla del Sur.

miércoles, 24 de agosto de 2011

La muerte en busca de los ángeles


Al final de este trabajo encontrará enlances a varios vídeos con canciones de este popular y carismático músico cubano

  Mientras compilaba material que me sirviera de fuente para el trabajo de Benny Moré, no pude sustraerme de recordar, y con muchísimo pesar, el fatídico accidente que le costó la vida al cantautor cubano Polo Montañéz. Murió prematuramente, cuando se perfilaba como el rescatador del género de la Guajira, que antaño cultivaron figuras del renombre de Guillermo Portabales, Ramón Veloz y Celina González.
  La gran revelación de la canción cubana en el 2000, se estrelló -el 20 de noviembre de 2002-, al volante de su Hyundai, contra un camión rastra en estacionamiento, lo cual lo dejó moribundo durante una semana hasta su fallecimiento.
  A pesar de los ingentes esfuerzos de la ciencia médica por salvarlo, Fernando Borrego Linares (Polo Montañez), convertido en uno de los más carismáticos protagonistas de la música popular cubana en los últimos tiempos, decía adiós la noche del 26 de noviembre -a las 11:20 p.m.-, con sólo 47 años de edad, en el Hospital Militar Carlos J. Finlay, en La Habana.
  Fue una semana agónica, en la que el pueblo cubano siguió minuto a minuto los avatares de su gravedad. Día y noche, de un extremo a otro del archipiélago, los hijos de esta isla caribeña manifestaron su solidaridad y los más encendidos votos por la recuperación del artista. Pero los serios traumatismos craneales y las complicaciones derivadas de tan precaria condición provocaron el desenlace fatal.
 Breve pero meteórica fue la carrera musical de Polo para tanta gente dentro y fuera de Cuba. Polo Montañez irrumpió como un relámpago en la música cubana. En menos de un año -la segunda mitad del 2001- pasó a comandar las listas de éxitos de las radioemisoras del país con el tema Un montón de estrellas. Con este y otros de su primer disco, Guajiro natural, conquistó al público colombiano y se abrió paso en otros países de América Latina y de Europa occidental.
  Esa invasión sorpresiva y, a la vez, contundente en la cresta de la ola de la música cubana, y su incesante expansión internacional, se hizo acompañar por una especie de velo legendario, que alimentó la fábula de un guajiro, que logró encantar al mundo con una música sencilla y conmovedora.
  Sus sentimientos patrióticos le llevaron a poner música a los versos de Antonio Guerrero, uno de los Cinco compañeros que guardan prisión en las cárceles del imperio. El segundo disco de su producción, siempre con la compañía Lusáfrica, presentado en mayo de este año, Guitarra mía, consolidó su arraigo entre nosotros, anclaje que antes había calado muy hondo durante los dos meses de esta primavera en que llenó estadios y plazas a lo largo y ancho del país.
  Por aquellos de noviembre de 2002, el cantautor disfrutaba de la espléndida versión que el puertorriqueño Gilberto Santarrosa hizo de Un montón de estrellas. Y se aprestaba a continuar la promoción de su último fonograma en el extranjero.

Polo Montañéz: Un montón de música

Por Pedro de la Hoz, periódico Granma

  La entrevista con el cantautor cubano Polo Montañez, fallecido en La Habana el 26 de noviembre de 2002 -a consecuencia de un accidente de tránsito-, fue realizada a fines de mayo de ese año en la comunidad de Las Terrazas, pequeña localidad situada en las estribaciones de la Sierra de los Órganos, en Pinar del Río, la más occidental de las provincias cubanas.

  A este campesino de puro linaje, nacido Francisco Borrego Linares en un intrincado punto de la serranía occidental cubana y conocido en el arte como Polo Montañez, aún no se le ha agotado la capacidad de asombro. En menos de lo que canta un gallo, diría él mismo con una imagen propia de los hombres de la tierra, ha conquistado el favor unánime del público en México, Costa Rica y, de manera muy especial, en Colombia.
  También, por fortuna, es profeta en su tierra: de una punta a otra de la geografía insular, sus temas se reiteran insistentemente en la radio, ocupan los primeros lugares de las listas de éxito, y sus presentaciones en concierto arrastran multitudes, como expresión de un auténtico fenómeno de masas que viene sucediendo desde la medianía del 2001.
  El primer día del 2002, tal como hicieron miles de artistas en los 169 municipios cubanos, Polo regaló un concierto a la gente de su patria chica, la provincia de Pinar del Río. Nunca antes un acontecimiento artístico había reunido a 50 000 personas en la capital de ese territorio.
  Poco después, viajó a Santiago de Cuba a encontrarse en la escena con Eliades Ochoa, un sonero oriental que en los últimos años ha alcanzado una dimensión mítica. Las tres funciones en el teatro Heredia, el de mayor capacidad en esa ciudad, se repletaron de tanto público que hubo que permitir espectadores en los pasillos y las escaleras.
  El tema "Un montón de estrellas" desbancó a celebridades como Los Van Van, Issac Delgado, Amaury Pérez y la Charanga Habanera en los registros anuales de favoritismo popular y no es arriesgado decir que los fanáticos a su música se han convertido en una legión insaciable que reproduce en casetes cada uno de los cortes del disco Guajiro natural (sello Lusáfrica, 2000) e imponen la música de Polo en grandes o pequeños motivos festivos.
  Pero quizá lo más sensible para todos los cubanos haya sido la hondura con que Polo ha puesto música a un poema de Antonio Guerrero, compatriota suyo condenado por un tribunal de Miami nada menos que por luchar contra el terrorismo. La canción conmovió a la isla entera en la despedida del 2001, al ser difundida por la televisión.
  Los éxitos de Polo han trascendido el ámbito latinoamericano. Los europeos comenzaron primero que nadie a apreciarlo. Luego de que José da Silva, presidente de Lusáfrica, se quedara fascinado por el cantor campesino y grabara el primer disco, Polo tocó las puertas del Viejo Continente.

Natural pero no ingenuo


  En el cuadernillo de su primer disco, se dice que "Polo compone mientras camina o monta un tractor, mientras nada, bajo la lluvia, el sol o la luna, cuando siembra la tierra... y hasta durmiendo" Y de su contexto se dice: "Vive en un pueblito rodeado de bosques y montañas, con casas de tejas rojas, blancas paredes y ventanas donde abundan las flores".
  Quizá esa imagen paradisiaca haga creer que el cantor —si se me permite tomar en préstamo un término de las artes plásticas— sea naif o ingenuo.
  La mejor manera de saber la verdad es observar a Polo en su propio medio y escucharle.
  ¿Quién es realmente Polo Montañez? ¿Qué tiene que ver con la música?
  -Soy un guajiro que ha vivido siempre enamorado de la música. Nací en el monte y crecí allí. Cuando era pequeño, en mi casa y en la de los alrededores, se acostumbraba a hacer fiestas, en la que mi familia participaba. Al viejo mío, que era carbonero, le gustaba también la música y eso se pega. A él le gustaba de modo especial el acordeón. A mí, en cambio, primero me llamó la atención golpear los cueros de una tumbadora, pero después le puse interés a la guitarra. Ahora me doy cuenta de que entre las cuerdas y la percusión estaba el camino de la música cubana, el que más tarde me trazaría como un objetivo en la vida.
  ¿Te definirías como un cultor de la música campesina?
  -No voy a mentir: las tonadas, los sones montunos y las décimas formaban parte de lo que yo escuchaba y cantaba en un primer momento, pero después, de muchachón, no tanto. Debo explicar que yo soy de los jóvenes de los 60, y en el monte pinareño se escuchaba mucho a la radio. Y por la radio, en programas como Nocturno, de Radio Progreso, que era lo que oíamos noche tras noche como la mayor posibilidad de entretenimiento, comenzaban a darse a conocer cantantes españoles e italianos, de lo que se llama la onda pop, y yo tenía una facilidad tremenda para aprenderme esas canciones.
  Eran canciones románticas...
  -Claro, claro, eran románticas (ríe)... y como uno siempre ha sido un poco enamorado, pues ya sabes; esas canciones de Los Fórmula V, de Los Bravos, de Juan y Junior, y más tarde las de José José, Nicola di Bari, José Feliciano, eran las que les gustaban a las muchachas. Pensándolo bien, ese tipo de canciones dejó en mí algo positivo, porque después de todo esa línea romántica no tenía por qué estar separada de la música tradicional cubana más movida. También, debo aclarar, me gustaban canciones de Silvio y Pablo. Como joven al fin, no le hacía mucho caso al bolero, pero a medida que fui haciéndome mayor, me percaté de que allí también había un enorme tesoro romántico, canciones muy bonitas, y con una melodía increíble.
  ¿Desde cuándo pensaste en consagrarte a la música a tiempo completo?
  -Siempre soñé con vivir para la música. Pero no era fácil ni era tan claro el camino. Sabía que la música había que estudiarla y yo mismo ni siquiera me había estabilizado en los estudios elementales. La Revolución llevó la Alfabetización y las escuelas a los parajes más difíciles, pero no siempre los maestros que enviaban a mi zona permanecían en ella. Cambiaban con frecuencia. Y entre eso y mis ganas de andar metido en el monte, la escuela se me fue quedando al margen. Me puse a trabajar, hice de todo y sé hacer de todo en el monte: cortar leña, aserrar árboles, sembrar, cosechar, operar la maquinaria. Todo lo hacía cantando y pensando en la música. Figúrate, que un día mi padre me vio "majaseando" (holgazaneando) y me dijo: "Chico, la música no se come". Tuvo que pasar bastante tiempo para que pudiera armar un grupo y entrar en el sistema de las instituciones de la música.

El éxito y la música

  Antes de que te llegara la hora del éxito, ¿cómo fue la recepción de tu desempeño profesional?
  -Nosotros interpretábamos cosas que nos pedían o que estaban de moda en fiestas y recitales en comunidades de todo el territorio vueltabajero. Cuando comenzamos a ser anfitriones en el Motel Las Terrazas, que se halla enclavado en la comunidad donde fuimos a vivir después de tantos años en medio del monte, me dio la idea de intercalar creaciones mías. No sé si mucha gente se dio cuenta que eran criaturas mías, nacidas de mi corazón y de la cabeza, porque debo aclarar que la inspiración tiene que ponerse a trabajar para hacer música, pues ésta no cae del cielo porque uno lo quiera. Lo cierto fue que mucha gente que pasaba por Las Terrazas o nos escuchaban en otros lugares, se fijaban en algunos de mis temas. Hasta que llegó José da Silva, ese mulato africano que se le escapó al diablo y me convenció de que lo mío era abrirme al mundo. Desde entonces estoy con Lusáfrica, que es mi sello disquero.
  ¿Soñabas, entonces, en ver a ese público multiplicado?
  -Ese es siempre el sueño del artista, pero también, en el caso mío, con solo una persona que hubiera prestándome atención y quedara enganchado con mi música, era suficiente como para respetarla y sentirme compensado.
  ¿Te gustaría que te clasificaran como un músico intuitivo?
  -La intuición funciona, claro que sí, mas a medida que uno se va metiendo más y más en el mundo de la música, se aprenden muchas cosas. Por intuición llegué a montar mis números con el grupo, a irme haciendo de un repertorio, pero lo demás, el espectáculo, saber cómo comunicarte con la gente, hay que amarrarlo con bejuco "colorao" y ese sí me lo conozco.
  ¿No te asusta el público?
  (Ríe) -Lo que más me asustaban eran los aviones y las entrevistas. No, en serio, el público en un momento parece que te va a tragar, después entras en calor y terminas por compartir con él ese montón de música que uno lleva por dentro.
  ¿Y la fama?
  -No te puede hacer perder tu esencia. Si la gente te quiere es porque te das a querer. Yo nunca dejaré de ser un hombre de tierra adentro, un guajiro natural.

Mucho más sobre la vida de este genial músico cubano

  Polo Montañez, cantante y compositor. Llegó a ser el tercer cubano premiado con Disco de Platino con su primer CD "Guajiro Natural", al cual siguió "Guitarra Mía". Autor de más de 100 temas, cantante de las sonoridades típicas de los campos; figura mítica por su historia y sencillez. De pura formación autodidacta, hacía los guateques o fiestas nocturnas del lugar, tras las jornadas de trabajo en los más disímiles oficios de la tierra. La crítica le reconoce el mérito de universalizar los ritmos más auténticos de las campiñas de Cuba. Su estilo y rápida inserción en el mundo musical cubano, partieron del modo en que se impuso en el gusto popular.

Sus inicios

  Fernando Borrego Linares nació el 5 de junio de 1955 en la zona conocida por El Brujito. Hijo de Julio y Lucrecia. Su padre se dedicaba a hacer carbón por lo que iba de un lado a otro del lomerío siempre buscando la forma de estar cerca del monte, su principal materia prima; cambiaba constantemente de casa las cuales construía humildemente con techos de guano, yaguas y pisos de tierra.
  Vivió en la Cañada del Infierno, Casa Blanca, Finca del Cusco y, en el año 1972 ocupó una de las viviendas en la comunidad Las Terrazas. A Julio le gustaba la música y para invertir el escaso tiempo libre, integró el grupo Cantores del Rosario con el que amenizaban guateques y serenatas en todo el lomerío.
  Polo se subía en un cajón y tocaba la tumbadora que no era más que un tronco de aguacate pulido con cuero de panza de vaca; pronto comenzó a cantar y a tocar guitarra convirtiéndose en el lider del grupo. Laboralmente, tuvo varias ocupaciones: Carbonero, ordeñador de vacas, tractorista y cortador de caña, entre otras. Compuso su primera canción en 1973, a la que tituló “Este tiempo feliz”, después siguió creando, pero guardaba sus números en una gaveta porque no los consideraba de valor.

El músico

  Componía con una mezcla de géneros, como un ajiaco, tomando de referencia los ritmos que iba conociendo, así fue formando un estilo bien propio con temas sobre sucesos personales o ajenos impregnados de elementos campesinos: La yunta de buey, el olor del carbón, el aroma del batey.
  Genéricamente, se adscribe a distintos tipos de sones, guarachas o piezas cercanas a la canción. Es así como se aproximaba a un examen musical de las piezas de alguien que componía sin saber escribir las notas musicales de sus obras, de modo que tenía que contratar a un transcriptor cada vez que concluía una melodía, o memorizarla en un esfuerzo grandioso.
  Polo Montañez y sus músicos respetaron los patrones de cada género abordado, y presentaba el formato musical como elemento fluctuante en cuanto a la incorporación alternada de diferentes timbres (septeto ampliado), aspecto que resalta en las orquestaciones, donde tiene un papel destacado el tres.
  Es valorado de modo positivo el uso de las voces, que no solo utilizan en los coros, sino además en el cuerpo de la pieza, "y se brinda espacio al tratamiento del texto, en el cual es relevante la utilización de lo cotidiano a partir de la memoria afectiva y motivos en apariencia intrascendentes".
  Las temáticas preferidas de Montañez eran sobre las relaciones amorosas, la figura femenina, la popularidad artística.
  Al fundarse el Complejo Las Terrazas, Polo y su grupo comenzaron a actuar las diferentes instalaciones turísticas del lugar, entre ellas el Hotel Moka, Rancho Curujey y el Cafetal Buenavista. En ese quehacer, lo conoció el propietario de una disquera y le propuso un contrato para grabar varios discos. De ahí nació el CD Guajiro Natural del cual se vendieron en Colombia más de 40.000 copias para obtener los Discos de Oro y Platino y ser reconocido como el artista internacional más escuchado.
  En menos de tres años y con solo dos discos grabados, Polo Montañez saltó a la fama y se convirtió en ídolo popular en Cuba, gracias, entre otros detalles, a su sencillez y a un carisma que cautivaba. Su esencia campesina, que defendió incluso en los sitios más citadinos de dentro y fuera de Cuba, ayudó a fomentar esa especie de veneración que le profesaban.
  Las cifras de espectadores a sus conciertos rompieron todas las expectativas. Sumaban miles y miles los niños, jóvenes, adultos y ancianos los que abarrotaban los lugares donde se presentaba.

Giras internacionales

  Visitó 5 veces Colombia, en dos oportunidades, Francia; también estuvo en Portugal, Bélgica, Holanda, Italia, México, Ecuador, Costa Rica. Compatió con artistas como Rubén Blades, Andy Montañés, Margarita Francisco, César Évora, Cándido Fabré, Francisco Repilado (Compay Segundo), Eliades Ochoa, Adalberto Álvarez, Dany Rivera y otros.

Muerte

  El 20 de noviembre de 2002, en viaje de regreso de ciudad de La Habana hacia San Cristóbal, impactó su auto contra un camión en la zona conocida por La Coronela, resultando gravemente herido. El 26 de noviembre falleció dejando un gran dolor entre todos los seguidores de su contagiosa música, su obra quedó para la historia de la música popular cubana. 

Vídeos de Polo Montañéz
 





2 comentarios :

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