En este trabajo encontrará el poema "Che, Comandante", escrito por el Poeta Nacional cubano Nicolás Guillén , y la "Carta de Despedida", del Che a Fidel
"Cuando tú comandante estás cayendo / ametrallado / fabuloso / nítido", cuando se repite aquella mañana de La Higuera, y el tiempo vuelve a ser mercenario y oscuro y las balas queman a gritos las pieles;cuando tú, comandante, que "eres nuestra conciencia acribillada", regresas vestido con el alma, con la boina y la mochila; cuando eso sucede, y entras en mí, y en mis letras, ya nada de lo eterno peligra.
"Dicen que te quemaron, / con qué fuego / van a quemar las buenas nuevas / la irascible ternura / que trajiste y llevaste". No, eso es imposible, porque ni aún el silencio logra desvariar tu figura; reapareces con el sol para alumbrar los caminos, incluso aquellos donde le pusieron fin a tu aire.
Y tu pupila me amanece cada mañana, me levanta de la cama donde te sueño desde siempre. Tengo tu rostro multiplicado en el cuarto, en todos los espacios. Me robé tu sonrisa para colocarla encima de la mesita de noche, y la contemplo hasta el último parpadeo. Mientras, tus ojos, tu barba de guerrero perpetuo, tu nariz perfecta, y el pelo, el pelo que sin brisas te golpea las mejillas, me hacen eternamente tuya.
Estás grabado en mis paredes, varias veces, porque tenerte es el único modo de encontrarme. Y en las tardes te leo poemas de Neruda, también "desde el fondo de ti, y arrodillado", hasta que el libro rompe la afonía de las distancias y te haces mortal entre las luces. Te leo: "…fui tuyo, fuiste mía. Tú serás del que te ame, / del que corte en tu huerto lo que he sembrado yo". Tomo tu mano, fuerte, bien fuerte, para que sepas que a mí jamás me cultivará otro jardinero.
Y me miras, dulcemente -sé que lo haces- desde el fondo del iris. Y yo te entrego cuanto de mí tengo, lo que nunca le ofrecí a nadie. Se lo concedo al motociclista que viajó sin frenos por Latinoamérica, al expedicionario del Granma, al combatiente de Alegría de Pío, y al guerrillero "sin tacha y sin miedo" que triunfó sobre la Sierra, en el Congo y en Bolivia.
A veces quisiera entrar en el cuadro; traspasar la frialdad de ese marco, ¡maldito marco que apenas me deja tocarte!; despedazar el papel o tatuarme dentro. O, simplemente, haber sido ella; haberte conocido a la altura de Las Villas, del Escambray, del Ejército Rebelde, de los fusiles y las montañas. Que me hubieras mirado hasta desnudarme, como a la Patria misma; llamarme Aleida para que dijeras: "vamos a tirar unos tiritos conmigo" y yo asentir; o para regalarte el pañuelo, y que tú escribieras tiempo después: "… me lo dio ella, por si me hería en un brazo, sería un cabestrillo amoroso". ¡Y no haberme separado ya nunca más de ti!
Aleida, para que de adentro me nacieras, cuatro veces, para que me llamaras "mi única" y guardar letras como estas: "así te quiero, con el sabor a carne limpia del hoyuelo de tu rodilla (…), mirando a los niños como una escalera sin historia. (…) Si sientes algún día la violencia impositiva de una mirada, no te vuelvas, no rompas el conjuro, continúa colando mi café y déjame vivirte para siempre en el perenne instante"; o: "te podría decir que te extraño hasta el punto de perder el sueño (…), no sabes cómo extraño tus lágrimas rituales bajo un cielo de estrellas nuevas".
Es que yo vivo prendida a tu rostro, todos y cada uno de los días, a tu nombre, a tu pasado y tu mañana. Una vez pediste: "recuérdenme de vez en cuando"; pero es que yo, Ernesto Guevara de la Serna, te recuerdo siempre.
Siempre. (Melissa Cordero Novo)
"Cuando tú comandante estás cayendo / ametrallado / fabuloso / nítido", cuando se repite aquella mañana de La Higuera, y el tiempo vuelve a ser mercenario y oscuro y las balas queman a gritos las pieles;cuando tú, comandante, que "eres nuestra conciencia acribillada", regresas vestido con el alma, con la boina y la mochila; cuando eso sucede, y entras en mí, y en mis letras, ya nada de lo eterno peligra.
"Dicen que te quemaron, / con qué fuego / van a quemar las buenas nuevas / la irascible ternura / que trajiste y llevaste". No, eso es imposible, porque ni aún el silencio logra desvariar tu figura; reapareces con el sol para alumbrar los caminos, incluso aquellos donde le pusieron fin a tu aire.
Y tu pupila me amanece cada mañana, me levanta de la cama donde te sueño desde siempre. Tengo tu rostro multiplicado en el cuarto, en todos los espacios. Me robé tu sonrisa para colocarla encima de la mesita de noche, y la contemplo hasta el último parpadeo. Mientras, tus ojos, tu barba de guerrero perpetuo, tu nariz perfecta, y el pelo, el pelo que sin brisas te golpea las mejillas, me hacen eternamente tuya.
Estás grabado en mis paredes, varias veces, porque tenerte es el único modo de encontrarme. Y en las tardes te leo poemas de Neruda, también "desde el fondo de ti, y arrodillado", hasta que el libro rompe la afonía de las distancias y te haces mortal entre las luces. Te leo: "…fui tuyo, fuiste mía. Tú serás del que te ame, / del que corte en tu huerto lo que he sembrado yo". Tomo tu mano, fuerte, bien fuerte, para que sepas que a mí jamás me cultivará otro jardinero.
Y me miras, dulcemente -sé que lo haces- desde el fondo del iris. Y yo te entrego cuanto de mí tengo, lo que nunca le ofrecí a nadie. Se lo concedo al motociclista que viajó sin frenos por Latinoamérica, al expedicionario del Granma, al combatiente de Alegría de Pío, y al guerrillero "sin tacha y sin miedo" que triunfó sobre la Sierra, en el Congo y en Bolivia.
A veces quisiera entrar en el cuadro; traspasar la frialdad de ese marco, ¡maldito marco que apenas me deja tocarte!; despedazar el papel o tatuarme dentro. O, simplemente, haber sido ella; haberte conocido a la altura de Las Villas, del Escambray, del Ejército Rebelde, de los fusiles y las montañas. Que me hubieras mirado hasta desnudarme, como a la Patria misma; llamarme Aleida para que dijeras: "vamos a tirar unos tiritos conmigo" y yo asentir; o para regalarte el pañuelo, y que tú escribieras tiempo después: "… me lo dio ella, por si me hería en un brazo, sería un cabestrillo amoroso". ¡Y no haberme separado ya nunca más de ti!
Aleida, para que de adentro me nacieras, cuatro veces, para que me llamaras "mi única" y guardar letras como estas: "así te quiero, con el sabor a carne limpia del hoyuelo de tu rodilla (…), mirando a los niños como una escalera sin historia. (…) Si sientes algún día la violencia impositiva de una mirada, no te vuelvas, no rompas el conjuro, continúa colando mi café y déjame vivirte para siempre en el perenne instante"; o: "te podría decir que te extraño hasta el punto de perder el sueño (…), no sabes cómo extraño tus lágrimas rituales bajo un cielo de estrellas nuevas".
Es que yo vivo prendida a tu rostro, todos y cada uno de los días, a tu nombre, a tu pasado y tu mañana. Una vez pediste: "recuérdenme de vez en cuando"; pero es que yo, Ernesto Guevara de la Serna, te recuerdo siempre.
Siempre. (Melissa Cordero Novo)
De cómo Guillén escribió el poema
En 1967, Nicolás Guillén, había cumplido sus provechosos 65 años de edad. El Che andaba buscando en las serranías bolivianas sus 42 años que nos hacen recordar la edad en que también murió el Héroe Nacional de Cuba, José Martí. Toda esa vida vivida de modo intenso y veloz, le permitieron un escrutar profundo de amor y arrte, en la vida nacional. Por esos dias, recuerda, como durante meses se estudo rumorando una posible salida definitiva del Che de Cuba y la prensa internacional, a partir de las agencias nortermaricanas, especulaban sobre el lugar donde estuviera el argentino; un día de octubre comenzó a comentarse su presunta caida en combate, y trae a su memoria como el golpe sospechoso conmocionó en su realidad a todos.
“...me puse a trabajar en un poema al Che con tal ahínco que cuando una de aquellas noches Haydée Santamaría me surigió que lo hiciera, yo le dije: Haydée, perdóname, pero ya está termninado, le faltará alguna estrofa, pero el grueso de la composición sólo necesita un poco de lima...”.
Al día siguiente la heroína del Moncada, Haydée Samntamaría, atraida por lo que ya conocía, quiso escuchar una grabación provisional del poema en la voz del propio Nicolás Guillén. Conocida la realiad de la caída del Che, en ese mismo octubre de la muerte estaba la fecha marcada para la velada solemne en honor el argentino - cubano: estaba prevista para la Plaza de la Revolución José Martí en el corazón de la capital cubana.
Celia Sánchez, llamó por teléfono: Fidel pedía que debía decir en el acto el poema en vivo, su voz debía escucharse allí estrenándolo.
“...creo que salí airoso de la prueba...”. Así lo recuerda el propio Guillén en sus memorias de aquél suceso, aunque al llegar a la tribuna el comandante Raúl Castro Ruz, le llamó la atención, pues llegó atrasado y hubo necesidad de esperar unos minutos por su aparición... “... de buenas a primeras me vi frente al público y con mi poema en la mano... no hubo locutor... no hubo aplausos... el silencio sobrecogia por su religiosa densidad. Afortunadamente, no tuve el menor tropiezo, pero cuando terminé el susto me desplomaba... Alguien me pidió las cuartillas en que estaba escrito el poema, creo que la propia Haydée, y al día siguiente, desplegado en la primera página de Granma, el Che Comandante, amigo”tomaba posesióbn de las calles...”
Fue así como nació el más conocido de los poemas guillenianos al Che. Con sus versos Nicolás Guillén cultivó su honda amistad con el Che y trasladó a su pueblo un mensaje imperecedero: “ QUEREMOS MORIR / PARA VIVIR COMO TU VIVES, / CHE COMANDANTE, / AMIGO...”
EPILOGO
Aquella noche inolvidable solo es comparable en el dolor a la reunión de pueblo del octubre de 1976 para tributar honores a los mártires del avión cubano derribado en las proximidades de Barbados. En medio del silencio que como manta cubria todo el entorno de la Plaza José Martí, la voz de Fidel Castro se escuchó solemne, vibrante, serena proyectada una vez más al futuro:
“...Cierto es que no volveremos a ver nuevos escritos, cierto es que no volveremos a escuchar de nuevo su voz. Pero el Che le ha dejado al mundo un patrimonio, un gran patrimonio, y de ese patrimonio nosotros –que le conocimos tan de cerca- podemos ser en grado considerable herederos suyos..”
“...Si queremos un modelo de hombre, un modelo de hombre que no pertenece a este tiempo, un modelo de hombre que pertenece al futuro, ¡ de corazón digo que ese modelo sin una sola mancha en su conducta, sin una sola mancha en su actitud, sin una sola mancha en su actuación, ese modelo es el Che!” (Por Joel Lachataignerais Popa. Tomado de: http://lakastagner.blogia.com/2008/100902-de-como-nicolas-guillen-escribio-che-comandante-amigo-.php)
En 1967, Nicolás Guillén, había cumplido sus provechosos 65 años de edad. El Che andaba buscando en las serranías bolivianas sus 42 años que nos hacen recordar la edad en que también murió el Héroe Nacional de Cuba, José Martí. Toda esa vida vivida de modo intenso y veloz, le permitieron un escrutar profundo de amor y arrte, en la vida nacional. Por esos dias, recuerda, como durante meses se estudo rumorando una posible salida definitiva del Che de Cuba y la prensa internacional, a partir de las agencias nortermaricanas, especulaban sobre el lugar donde estuviera el argentino; un día de octubre comenzó a comentarse su presunta caida en combate, y trae a su memoria como el golpe sospechoso conmocionó en su realidad a todos.
“...me puse a trabajar en un poema al Che con tal ahínco que cuando una de aquellas noches Haydée Santamaría me surigió que lo hiciera, yo le dije: Haydée, perdóname, pero ya está termninado, le faltará alguna estrofa, pero el grueso de la composición sólo necesita un poco de lima...”.
Al día siguiente la heroína del Moncada, Haydée Samntamaría, atraida por lo que ya conocía, quiso escuchar una grabación provisional del poema en la voz del propio Nicolás Guillén. Conocida la realiad de la caída del Che, en ese mismo octubre de la muerte estaba la fecha marcada para la velada solemne en honor el argentino - cubano: estaba prevista para la Plaza de la Revolución José Martí en el corazón de la capital cubana.
Celia Sánchez, llamó por teléfono: Fidel pedía que debía decir en el acto el poema en vivo, su voz debía escucharse allí estrenándolo.
“...creo que salí airoso de la prueba...”. Así lo recuerda el propio Guillén en sus memorias de aquél suceso, aunque al llegar a la tribuna el comandante Raúl Castro Ruz, le llamó la atención, pues llegó atrasado y hubo necesidad de esperar unos minutos por su aparición... “... de buenas a primeras me vi frente al público y con mi poema en la mano... no hubo locutor... no hubo aplausos... el silencio sobrecogia por su religiosa densidad. Afortunadamente, no tuve el menor tropiezo, pero cuando terminé el susto me desplomaba... Alguien me pidió las cuartillas en que estaba escrito el poema, creo que la propia Haydée, y al día siguiente, desplegado en la primera página de Granma, el Che Comandante, amigo”tomaba posesióbn de las calles...”
Fue así como nació el más conocido de los poemas guillenianos al Che. Con sus versos Nicolás Guillén cultivó su honda amistad con el Che y trasladó a su pueblo un mensaje imperecedero: “ QUEREMOS MORIR / PARA VIVIR COMO TU VIVES, / CHE COMANDANTE, / AMIGO...”
EPILOGO
Aquella noche inolvidable solo es comparable en el dolor a la reunión de pueblo del octubre de 1976 para tributar honores a los mártires del avión cubano derribado en las proximidades de Barbados. En medio del silencio que como manta cubria todo el entorno de la Plaza José Martí, la voz de Fidel Castro se escuchó solemne, vibrante, serena proyectada una vez más al futuro:
“...Cierto es que no volveremos a ver nuevos escritos, cierto es que no volveremos a escuchar de nuevo su voz. Pero el Che le ha dejado al mundo un patrimonio, un gran patrimonio, y de ese patrimonio nosotros –que le conocimos tan de cerca- podemos ser en grado considerable herederos suyos..”
“...Si queremos un modelo de hombre, un modelo de hombre que no pertenece a este tiempo, un modelo de hombre que pertenece al futuro, ¡ de corazón digo que ese modelo sin una sola mancha en su conducta, sin una sola mancha en su actitud, sin una sola mancha en su actuación, ese modelo es el Che!” (Por Joel Lachataignerais Popa. Tomado de: http://lakastagner.blogia.com/2008/100902-de-como-nicolas-guillen-escribio-che-comandante-amigo-.php)
Che Comandante
No porque hayas caído
tu luz es menos alta.
Un caballo de fuego
sostiene tu escultura guerrillera
entre el viento y las nubes de la Sierra.
No por callado eres silencio.
Y no porque te quemen,
porque te disimulen bajo tierra,
porque te escondan
en cementerios, bosques, páramos,
van a impedir que te encontremos,
Che Comandante,
amigo.
Con sus dientes de júbilo
Norteamérica ríe. Mas de pronto
revuélvese en su lecho
de dólares. Se le cuaja
la risa en una máscara,
y tu gran cuerpo de metal
sube, se disemina
en las guerrillas como tábanos,
y tu ancho nombre herido por soldados
ilumina la noche americana
como una estrella súbita, caída
en medio de una orgía.
Tú lo sabías, Guevara,
pero no lo dijiste por modestia, por no hablar de ti mismo,
Che Comandante,
amigo.
Estás en todas partes. En el indio
hecho de sueño y cobre. Y en el negro
revuelto en espumosa muchedumbre,
y en el ser petrolero y salitrero,
y en el terrible desamparo
de la banana, y en la gran pampa de las pieles,
y en el azúcar y en las sal y en los cafetos,
tú, móvil estatua de tu sangre como te derribaron,
vivo, como no te querían,
Che Comandante, amigo.
Cuba te sabe de memoria. Rostro
de barbas que clarean. Y marfil
y aceituna en la piel de santo joven.
Firme la voz que ordena sin mandar,
que manda compañera, ordena amiga,
tierna y dura de jefe camarada.
Te vemos cada día ministro,
cada día soldado, cada día
gente llana y difícil
cada día.
Y puro como un niño
o como un hombre puro,
Che Comandante, amigo.
Pasas en tu descolorido, roto, agujereado traje de campaña.
El de la selva, como antes
fue el de la Sierra. Semidesnudo
el poderoso pecho de fusil y palabra,
de ardiente vendaval y lenta rosa.
No hay descanso.
¡Salud Guevara!
O mejor todavía desde el hondón americano:
Espéranos. Partiremos contigo. Queremos
morir para vivir como tú has muerto,
para vivir como tú vives,
Che Comandante, amigo.
Carta de despedida del Che a Fidel
Habana, "Año de la Agricultura"
Habana, "Año de la Agricultura"
Fidel:
Me recuerdo en esta hora de muchas cosas, de cuando te conocí en casa de María Antonia, de cuando me propusiste venir, de toda la tensión de los preparativos.
Un día pasaron preguntando a quién se debía avisar en caso de muerte y la posibilidad real del hecho nos golpeó a todos. Después supimos que era cierto, que en una revolución se triunfa o se muere (si es verdadera). Muchos compañeros quedaron a lo largo del camino hacia la victoria.
Hoy todo tiene un tono menos dramático porque somos más maduros, pero el hecho se repite. Siento que he cumplido la parte de mi deber que me ataba a la Revolución cubana en su territorio y me despido de ti, de los compañeros, de tu pueblo que ya es mío.
Hago formal renuncia de mis cargos en la Dirección del Partido, de mi puesto de Ministro, de mi grado de Comandante, de mi condición de cubano. Nada legal me ata a Cuba, sólo lazos de otra clase que no se pueden romper como los nombramientos.
Haciendo un recuento de mi vida pasada creo haber trabajado con suficiente honradez y dedicación para consolidar el triunfo revolucionario.
Mi única falta de alguna gravedad es no haber confiado más en ti desde los primeros momentos de la Sierra Maestra y no haber comprendido con suficiente celeridad tus cualidades de conductor y de revolucionario.
He vivido días magníficos y sentí a tu lado el orgullo de pertenecer a nuestro pueblo en los días luminosos y tristes de la Crisis del Caribe.
Pocas veces brilló más alto un estadista que en esos días, me enorgullezco también de haberte seguido sin vacilaciones, identificado con tu manera de pensar y de ver y apreciar los peligros y los principios.
Otras tierras del mundo reclaman el concurso de mis modestos esfuerzos.
Yo puedo hacer lo que te está negado por tu responsabilidad al frente de Cuba y llegó la hora de separarnos.
Sépase que lo hago con una mezcla de alegría y dolor, aquí dejo lo más puro de mis esperanzas de constructor y lo más querido entre mis seres queridos... y dejo un pueblo que me admitió como un hijo; eso lacera una parte de mi espíritu. En los nuevos campos de batalla llevaré la fe que me inculcaste, el espíritu revolucionario de mi pueblo, la sensación de cumplir con el más sagrado de los deberes; luchar contra el imperialismo dondequiera que esté; esto reconforta y cura con creces cualquier desgarradura.
Digo una vez más que libero a Cuba de cualquier responsabilidad, salvo la que emane de su ejemplo. Que si me llega la hora definitiva bajo otros cielos, mi último pensamiento será para este pueblo y especialmente para ti. Que te doy las gracias por tus enseñanzas y tu ejemplo al que trataré de ser fiel hasta las últimas consecuencias de mis actos. Que he estado identificado siempre con la política exterior de nuestra Revolución y lo sigo estando. Que en dondequiera que me pare sentiré la responsabilidad de ser revolucionario cubano, y como tal actuaré. Que no dejo a mis hijos y mi mujer nada material y no me apena: me alegra que así sea. Que no pido nada para ellos pues el Estado les dará lo suficiente para vivir y educarse.
Tendría muchas cosas que decirte a ti y a nuestro pueblo, pero siento que son innecesarias, las palabras no pueden expresar lo que yo quisiera, y no vale la pena emborronar cuartillas.
Hasta la victoria siempre, ¡Patria o Muerte!
Te abraza con todo fervor revolucionario,
Che
No hay comentarios :
Publicar un comentario