Flama y brisa se imbrican en tibia caricia. Nodriza del crepúsculo, la ciudad aguarda el alba y reverencia el mar que la corteja. Simbiosis de océano y resol; génesis de sus epítetos y suntuosidad; especie de sortilegio de esta ribera caribeña... Cienfuegos, la Perla del Sur.

viernes, 27 de enero de 2017

Teatro Tomás Terry: estandarte de la cultura de Cienfuegos (+fotos y videos))


Por Mercedes Caro Nodarse


El próximo 12 de febrero el teatro Tomás Terry, de Cienfuegos, una de las joyas arquitectónicas del siglo XIX enclavado en las inmediaciones del parque José Martí —zona declarada por la UNESCO Patrimonio Cultural de la Humanidad—, arribará a sus 127 años de fundado


  El teatro Tomás Terry, es uno de los más elegantes edificios eclécticos de la ciudad de Cienfuegos, que conforman junto a los similares Sauto, de Matanzas; y La Caridad, de Santa Clara, la trilogía existente en Cuba de los teatros del siglo XIX.

  Desde su inauguración, el 12 de febrero de 1890, el coliseo —significativo como elemento cualificador de la vida cultural y social de nuestra ciudad—, adquirió el rol protagónico que sólo se otorga a las obras de verdadero valor, y  se convirtió en el principal escenario de la cultura cienfueguera, toda vez que sus tablas sirvieron de escenario, durante estos 127 años, a prestigiosas figuras de las diferentes manifestaciones del arte de Cuba y otros países del mundo.

  Artistas de la talla de Sarah Bernhardt, de Francia; Enrico Carusso, de Italia; Ana Pavlova, de Rusia; Jorge Negrete de Mexico; Joan Manuel Serrat  y Antonio Gades, de España; de Cuba, Luisa Martínez Casado, Arquímedes Pouns, Bola de Nieve, Rita Montaner, Ernesto Lecuona, Alicia Alonso, Rosita Fornes; Frank Fernández, Ivette Cepeda y Decemer Bueno, entre otros muchos. También, la Orquesta Sinfónica Cabrillo, la Orquesta Sinfónica Juvenil de Oakland y la Orquesta del Conservatorio de Bard College, las tres de Estados Unidos; así como Cantores del Lago, de México, y las criollas Entre Voces, Exaudi y el Coro Nacional, de Cuba.

  Todos han honrado la historia del coliseo mayor de  Cienfuegos, que constituye para quienes habitamos esta región del centro sur de la Isla, símbolo y estandarte de la cultura cienfueguera y cubana desde ese mismo momento.


AQUELLA PRIMERA GALA DEL COLISEO



Estatua de Tomás Terry a la entrada del teatro.
  La noche del 12 de febrero de 1890, la orquesta del profesor Palace acometía los primeros acordes de la ópera Martha; el crítico Aniceto Valdivia recitó unas décimas dedicadas a Cienfuegos, y el poeta Diego Vicente Tejera declamó su poesía La hamaca.

  Como fiel testimonio de gratitud de la ciudad, las autoridades locales de entonces, entregaron a los hermanos Terry un álbum, mientras se daba lectura al acta de inauguración del Teatro. El músico Laureano Fuentes compuso una oda sinfónica especialmente para esa ocasión, la cual fue interpretada magistralmente.

  La cartelera de la noche inaugural del Teatro Tomás Terry contó con el pianista José Manuel Jiménez (Lico) quien interpretó una rapsodia de Liszt y otra de su inspiración. Luego, la orquesta tocó dos marchas triunfales, una del propio Lico Jiménez y otra de Rafael Palau.

  Seguidamente se presentó un proverbio dramático de Isaac Carrillo, a cargo de aficionados locales, y la niña Ana María de Mármol ofreció el monólogo Pobre María de Echegaray. La ceremonia concluyó con el orfeón de Cienfuegos que interpretó el himno La gratitud, con letra del historiador Enrique Edo y música del maestro Palau. Cerró el espectáculo el orfeón Glorias de Galicia con la interpretación de la melodía El mar.


UN POCO DE HISTORIA

  No imaginó en toda su extensión el teniente coronel de Infantería Don Luis Lorenzo de Clouet y Pietre que Fernandina de Jagua, la colonia por él fundada el 22 de abril de 1819, alcanzara tan alto grado de esplendor como para competir nacionalmente como una de las más prósperas del país desde el propio siglo XIX.

 Cuando en sencilla ceremonia con sus primeros colonos, repartió solares, ordenó la parcelación original de lo que sería Plaza de Armas e instó a trabajar arduamente en el fomento de la colonia, no sólo cumplió con el interés de la metrópoli en cuanto al incremento de la población blanca en la isla; sino, y sobre todo, insertó nuestro territorio en un vertiginoso proceso de desarrollo capitalista, donde intereses individuales y estatales convergieron armónicamente para generar una sociedad moderna, culta y económicamente poderosa que muy pronto resplandecería ante el mundo como "La Perla del Sur".

  Digna expresión de su época, nuestra pasada centuria soberbia y refinada, definidora y comprometida se deja ver en Cienfuegos en todo su esplendor —como el resto del país— y se sumó a la explosión constructiva de edificios públicos, necesarios en tanto necesarias fueron las nuevas funciones generadas por el desarrollo. Es para la ciudad un período en el que se construyen inigualables edificaciones.
  Esta somera caracterización económica, urbanística y arquitectónica cienfuegueras, tiene un fin: adentrarnos en ese maravilloso hilo conductor que fue nuestro devenir histórico cultural para que al encontrarnos con una edificación tan majestuosa como el Teatro Tomás Terry; nadie dude que su ejecución no fue casual, sino necesaria y lógica consecuencia de una cultura sólidamente asentada y materializada por las posibilidades financieras de una de las figuras que económicamente trascendió el territorio para convertirse en acaudalado de acaudalados en el siglo XIX cubano.
  En 1863, Tomás Terry Adans, un venezolano de excepcional talento para los negocios se estableció en Cienfuegos en 1830, para convertirse en comerciante, bodeguero, negrero y hacendado azucarero, considerado el hombre más acaudalado de Cuba en esa época. Terry ofrece al entonces gobernador José de la Pezuela y Ceballos un donativo de 60 mil pesos, de los cuales debería usar 50 mil en la construcción de un teatro de lujo, decorado con artistas de renombre, con palcos, platea, varios pisos; y los otros 10 mil restantes para la escuela de niños pobres que luego se sostendría con las ganancias del teatro, pero el proyecto no se lleva a cabo.


  De acuerdo con Enrique Edo, en su Memoria Histórica de Cienfuegos "... el ofrecimiento fue hecho especialmente por Terry a Pezuela en virtud de la confianza que éste, por sus particulares condiciones merecía a aquel, de que la cantidad prometida sería dignamente empleada, y como al poco tiempo cesó el gobierno de Cienfuegos el repetido señor Pezuela, no plugo al primero hacer a otros, la donación que exclusivamente a aquel había prometido".

  Al fallecer Terry, el 5 de julio de 1886 en París, sus herederos determinaron convertir en realidad el otrora empeño de su padre, para lo que crearon una sociedad civil denominada Sucesión de Don Tomás Terry, cuyo objetivo era la construcción y administración del coliseo, que sería llamado Teatro Tomás Terry.

  El capital inicial de la Sociedad ascendía a la suma de $ 115 000.00 calculados en oro, de los cuales $ 57 000.00, o sea la mitad, correspondían a Teresa Dorticós Gómez de Leys, viuda de Terry y la otra parte constituía la división equitativa de los seis herederos vivos de esa numerosa familia.


  De este capital resolvieron destinar $100 000.00 para construir la edificación y, con ese fin, dieron a conocer, el 25 de mayo del propio año 1887, una convocatoria en las principales publicaciones periódicas del país con el propósito de sacar a concurso el proyecto constructivo de la edificación. Con este hecho, la familia convierte al teatro en el único edificio cienfueguero del siglo XIX cuya ejecución obedece a la selección entre varias propuestas concursantes.

  El jurado conformado al fin en París, escogió entre tres proyectos presentados, el realizado por el ingeniero militar nacido en Santiago de Cuba, Lino Sánchez Mármol, a quien la familia Terry encomendó encarecidamente la dirección de su ejecución.

  Es necesario añadir que al igual que Tomás Terry en su propuesta al gobernador Pezuela, la Sucesión conformada por su esposa e hijos también consideró oportuno destinar los productos de la actividad teatral que se llevara a cabo en el edificio, a la consecución de obras caritativas o de beneficio a la instrucción pública local.

  El 19 de diciembre de 1887 fue colocada la primera piedra en una ceremonia religiosa, la cual contó con la presencia de una gran cantidad de público. Jóvenes del Liceo enviaron a Madrid un cablegrama de agradecimiento a Emilio Terry Dorticós y demás familiares. La construcción de la obra se extendió hasta 1888.

  El 3 de enero de 1890 llegaron a Cruces, Francisco Terry, su esposa, y José Emilio Terry, quienes fueron recibidos con efusivas muestras de agradecimiento. Se trasladaron el mismo día a Cienfuegos con igual acogida y fueron objeto de numerosas actividades sociales y artísticas en su propia residencia.

Finalmente, el 12 de febrero de 1890, tuvo lugar la velada artística inaugural del teatro, en la que subieron a escena reconocidos artistas y aficionados locales. José Emilio Terry y Rafael Montoro -Diputado a Cortes- pronunciaron discursos; y José Pertierra -Presidente del Casino Español- entregó a José Emilio Terry un álbum con acta de gratitud y cuarenta y seis hojas con las firmas de miembros del gobierno, propietarios, periodistas, profesionales, artesanos y otras clases de la sociedad.

  También se exhibió el telón de boca de peluche rojo, bordado en oro y seda en colores; cuyo costo era de $ 7 000.00 y del telón intermedio, obra ejecutada por el pintor Camilo Salaya Toro, encargado de los elementos pictóricos de la edificación.


DESCRIPCIÓN DEL INMUEBLE

 
Planos del teatro TomásTerry del año 1887.
Considerado Monumento Nacional, se encuentra ubicado en el Centro Histórico urbano, frente al Parque Martí — esquina a la avenida 56 y calle 27—, su tipología se corresponde con la del llamado “coliseo a la italiana”, que se desarrolla en una sala con forma de herradura, donde el público se sitúa en cuatro niveles, pero siempre en relación frontal al espectáculo que se ofrece en el escenario.

  Su elegante estructura se complementa con un falso techo de yeso y bastidores de lienzos en la sala principal, pintados al óleo en el que aparece un motivo central de 23 figuras alegóricas a la aurora, la risa, el llanto, los retratos de la poetiza Gertrudis Gómez de Avellaneda, el músico Gaspar de Villate y otros motivos florales, como parte de un plafón de gran valor desde el punto de vista pictórico.

  La tipología utilizada procede del teatro a la italiana, constituida por una sala en forma de herradura, en la que el público se ubica en 4 niveles, siempre de frente al espectáculo que se presenta.

   La superficie dedicada a escena posee 24 metros en la boca y 19 metros de profundidad y está precedida por una embocadura ricamente trabajada al relieve, donde predomina el color dorado, con un expresivo mascarón que fue colocado en 1965 por el escultor Mateo Torriente, y representa el arpa como motivo relacionado con la música.

  El escenario se complementa con dos torres de palcos grillés o proscenio. Las pinturas murales que adornan las paredes y techos de la instalación se deben al artista filipino – madrileño Camilo Selaya, quien radicaba en La Habana y fue tambien autor de la decoración del Teatro La Caridad de Santa Clara.

  El pórtico de la fachada principal del Terry esta rematado por tres mosaicos de la casa veneciana de Salviati, alegóricos a la musa de la tragedia, la comedia y la música, y constituyen uno de los pocos ejemplos existentes en el país de la influencia del arte bizantino.

   En medio del vestíbulo se encuentra la estatua de mármol de Tomás Terry Adans, sentado, con una mirada natural, como si estuviera reposando, satisfecho de que se cumpliera su deseo.

  En 2008 el colectivo de la institución recibió la distinción de Vanguardia Nacional y el inmueble el Premio Nacional de Conservación ¨por el valor de la acción conservadora sistemática que se lleva a cabo y garantiza la permanencia de la magnífica obra restauradora realizada años atrás; por preservar de forma integral la imagen, espacio y funcionalidad original del inmueble, rico en detalles y materiales diversos; por la conservación de un ejemplo cimero de la arquitectura neoclásica civil de su ciudad, lo que garantiza el permanente uso social y cultural de la instalación.¨

  Su director el poeta cienfueguero Miguel Cañellas sobre la relación del teatro con el público expresó en una entrevista a la prensa local en febrero de 2011:

  "Han variado los públicos (...) Nunca es el mismo frente a determinados hechos (...) Hay uno juvenil, magnífico, inexistente etapas atrás cuando lo constituían personas de avanzada edad amantes solo del Ballet o la Ópera -en lo que insistimos. Mas este también se interesa, amén de dificultades con el acceso y transportación, por las nuevas formas de hacer en lo escénico y musical".


TEATROS ANTERIORES EN CIENFUEGOS


Vista del cine-teatro Luisa del 1911.
  Tomás Terry Adans fue un hombre de su tiempo y respondió al mismo según su ideología de clase. Su época coincidió con el auge de la actividad teatral en el país y la proliferación de edificios destinados a representaciones dramáticas. Baste recordar que Cienfuegos fue una importante plaza para esta manifestación cultural y que Luisa Martínez Casado paseó por diversas latitudes su maravilloso arte con gran reconocimiento.
  En la localidad fueron construidos varios teatros, el primero de los cuales, el Isabel II, inaugurado en 1840, radicó donde hoy se levanta el Terry. Más tarde existió otro en 1859 denominado La Rosa, posteriormente el Avellaneda, ejecutado por iniciativa de Luis Martínez Casado y abierto al público el 12 de abril de 1860; a cuya función inaugural, con la obra "Alfonso de Munio", asistió la celebrada poetiza Doña Gertrudis Gómez de Avellaneda, su autora, y a quien se había dedicado por su dueño dicho teatro. 
Imagen actual del cine-teatro Luisa.
En 1874 en el Paseo de Arango se levantó el Teatro Chino. En febrero de 1879 se construyó un pequeño teatro denominado La Risa en la calle Bouyón.
  El 23 de octubre de 1882 fue autorizado Miguel Campos para construir otro teatro, que también tuvo carácter provisional. Este fue denominado Pabellón Ocampo y ocupaba el mismo lugar donde radicó el Isabel II.

  Ya en 1886 sucede un hecho curioso que evidencia la pujanza del teatro sureño. En su Memoria Histórica de Cienfuegos, Enrique Edo señala:

  "... se construyó un pequeño teatro denominado Zorrilla en la calle de Castillo esquina Bouyón que se inauguró en el mes de febrero, ocurriendo entonces en la ciudad lo que fuera de La Habana no había sucedido hasta allí en ninguna población de Cuba, que en las mismas noches y durante algún tiempo, se diesen espectáculos públicos teatrales en tres coliseos a la vez, pues mientras en el nuevo teatro Zorrilla trabajaba una compañía de bufos cubanos de Medallo, ofrecían funciones una compañía dramática de Don Pablo Pildaín en el llamado Pabellón de Ocampo (cuyo teatro se inutilizó más tarde) y otra de zarzuela y baile, de Alpuente, en el de Variedades que existía en la calle San Fernando".

  Evidencia de que el teatro se fue convirtiendo también en un negocio productivo fue el hecho de que en 1887 se inauguró otro pequeño en la calle Santa Clara con el nombre de Cervantes, lo que elevaba a la impresionante cifra de cuatro los teatros que operaban simultáneamente en una población que apenas llegaba entonces a los quince mil habitantes.
  La ciudad favorecida también por contar con hombres como Nicolás Salvador Acea y Tomás Terry, quienes amasaron su fortuna al costo demandado por el sistema imperante, sirvió de escenario real del mecenazgo ejercido por ambos en la construcción de obras de imperecedera arquitectura y gran significación social.

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