Por
Mercedes Caro Nodarse
El próximo 12 de febrero el teatro Tomás Terry, de Cienfuegos, una de las joyas
arquitectónicas del siglo XIX enclavado en las inmediaciones del parque José
Martí —zona declarada por la UNESCO Patrimonio
Cultural de la Humanidad—,
arribará a sus 127 años de fundado
El teatro Tomás Terry, es uno de los más
elegantes edificios eclécticos de la ciudad de Cienfuegos, que conforman junto
a los similares Sauto, de Matanzas; y La Caridad, de Santa Clara, la trilogía existente en
Cuba de los teatros del siglo XIX.
Desde su inauguración, el 12 de febrero de
1890, el coliseo —significativo como elemento cualificador de la vida cultural
y social de nuestra ciudad—, adquirió el rol protagónico que sólo se otorga a
las obras de verdadero valor, y se
convirtió en el principal escenario de la cultura cienfueguera, toda vez que
sus tablas sirvieron de escenario, durante estos 127 años, a prestigiosas figuras
de las diferentes manifestaciones del arte de Cuba y otros países del mundo.
Artistas de la talla de Sarah Bernhardt, de
Francia; Enrico Carusso, de Italia; Ana Pavlova, de Rusia; Jorge Negrete de
Mexico; Joan Manuel Serrat y Antonio
Gades, de España; de Cuba, Luisa Martínez Casado, Arquímedes Pouns, Bola de
Nieve, Rita Montaner, Ernesto Lecuona, Alicia Alonso, Rosita Fornes; Frank
Fernández, Ivette Cepeda y Decemer Bueno, entre otros muchos. También, la Orquesta Sinfónica
Cabrillo, la
Orquesta Sinfónica Juvenil de Oakland y la Orquesta del
Conservatorio de Bard College, las tres de Estados Unidos; así como Cantores
del Lago, de México, y las criollas Entre Voces, Exaudi y el Coro Nacional, de
Cuba.
Todos han honrado la historia del coliseo
mayor de Cienfuegos, que constituye para quienes habitamos esta región
del centro sur de la Isla,
símbolo y estandarte de la cultura cienfueguera y cubana desde ese mismo
momento.
AQUELLA
PRIMERA GALA DEL COLISEO
Estatua de Tomás Terry a la entrada del teatro. |
Como fiel testimonio de gratitud de la
ciudad, las autoridades locales de entonces, entregaron a los hermanos Terry un
álbum, mientras se daba lectura al acta de inauguración del Teatro. El músico
Laureano Fuentes compuso una oda sinfónica especialmente para esa ocasión, la
cual fue interpretada magistralmente.
La cartelera de la noche inaugural del Teatro
Tomás Terry contó con el pianista José Manuel Jiménez (Lico) quien interpretó
una rapsodia de Liszt y otra de su inspiración. Luego, la orquesta tocó dos
marchas triunfales, una del propio Lico Jiménez y otra de Rafael Palau.
Seguidamente se presentó un proverbio
dramático de Isaac Carrillo, a cargo de aficionados locales, y la niña Ana
María de Mármol ofreció el monólogo Pobre
María de Echegaray. La ceremonia concluyó con el orfeón de Cienfuegos que
interpretó el himno La gratitud, con
letra del historiador Enrique Edo y música del maestro Palau. Cerró el
espectáculo el orfeón Glorias de Galicia con la interpretación de la melodía El mar.
UN
POCO DE HISTORIA
No imaginó en toda su extensión el teniente coronel
de Infantería Don Luis Lorenzo de Clouet y Pietre que Fernandina de Jagua, la
colonia por él fundada el 22 de abril de 1819, alcanzara tan alto grado de
esplendor como para competir nacionalmente como una de las más prósperas del
país desde el propio siglo XIX.
Cuando en sencilla ceremonia con sus primeros
colonos, repartió solares, ordenó la parcelación original de lo que sería Plaza
de Armas e instó a trabajar arduamente en el fomento de la colonia, no sólo
cumplió con el interés de la metrópoli en cuanto al incremento de la población
blanca en la isla; sino, y sobre todo, insertó nuestro territorio en un
vertiginoso proceso de desarrollo capitalista, donde intereses individuales y
estatales convergieron armónicamente para generar una sociedad moderna, culta y
económicamente poderosa que muy pronto resplandecería ante el mundo como "La Perla del Sur".
Digna expresión de su época, nuestra pasada
centuria soberbia y refinada, definidora y comprometida se deja ver en
Cienfuegos en todo su esplendor —como
el resto del país— y se sumó a la explosión constructiva de edificios públicos,
necesarios en tanto necesarias fueron las nuevas funciones generadas por el
desarrollo. Es para la ciudad un período en el que se construyen inigualables
edificaciones.
Esta somera caracterización económica, urbanística y arquitectónica cienfuegueras, tiene un fin: adentrarnos en ese maravilloso hilo conductor que fue nuestro devenir histórico cultural para que al encontrarnos con una edificación tan majestuosa como el Teatro Tomás Terry; nadie dude que su ejecución no fue casual, sino necesaria y lógica consecuencia de una cultura sólidamente asentada y materializada por las posibilidades financieras de una de las figuras que económicamente trascendió el territorio para convertirse en acaudalado de acaudalados en el siglo XIX cubano.
Esta somera caracterización económica, urbanística y arquitectónica cienfuegueras, tiene un fin: adentrarnos en ese maravilloso hilo conductor que fue nuestro devenir histórico cultural para que al encontrarnos con una edificación tan majestuosa como el Teatro Tomás Terry; nadie dude que su ejecución no fue casual, sino necesaria y lógica consecuencia de una cultura sólidamente asentada y materializada por las posibilidades financieras de una de las figuras que económicamente trascendió el territorio para convertirse en acaudalado de acaudalados en el siglo XIX cubano.
En 1863, Tomás Terry Adans, un venezolano de
excepcional talento para los negocios se estableció en Cienfuegos en 1830, para
convertirse en comerciante, bodeguero, negrero y hacendado azucarero,
considerado el hombre más acaudalado de Cuba en esa época. Terry ofrece al
entonces gobernador José de la Pezuela
y Ceballos un donativo de 60 mil pesos, de los cuales debería usar 50
mil en la construcción de un teatro de lujo, decorado con artistas de renombre,
con palcos, platea, varios pisos; y los otros 10 mil restantes para la escuela
de niños pobres que luego se sostendría con las ganancias del teatro, pero el
proyecto no se lleva a cabo.
De acuerdo con Enrique Edo, en su Memoria Histórica de Cienfuegos "... el ofrecimiento fue hecho especialmente por Terry a Pezuela en virtud de la confianza que éste, por sus particulares condiciones merecía a aquel, de que la cantidad prometida sería dignamente empleada, y como al poco tiempo cesó el gobierno de Cienfuegos el repetido señor Pezuela, no plugo al primero hacer a otros, la donación que exclusivamente a aquel había prometido".
Al fallecer Terry, el 5 de julio de 1886 en
París, sus herederos determinaron convertir en realidad el otrora empeño de su
padre, para lo que crearon una sociedad civil denominada Sucesión de Don Tomás
Terry, cuyo objetivo era la construcción y administración del coliseo, que
sería llamado Teatro Tomás Terry.
El capital inicial de la Sociedad ascendía a la suma
de $ 115 000.00 calculados en oro, de los cuales $ 57 000.00, o sea la mitad,
correspondían a Teresa Dorticós Gómez de Leys, viuda de Terry y la otra parte
constituía la división equitativa de los seis herederos vivos de esa numerosa
familia.
De este capital resolvieron destinar $100 000.00 para construir la edificación y, con ese fin, dieron a conocer, el 25 de mayo del propio año 1887, una convocatoria en las principales publicaciones periódicas del país con el propósito de sacar a concurso el proyecto constructivo de la edificación. Con este hecho, la familia convierte al teatro en el único edificio cienfueguero del siglo XIX cuya ejecución obedece a la selección entre varias propuestas concursantes.
El jurado conformado al fin en París, escogió
entre tres proyectos presentados, el realizado por el ingeniero militar nacido
en Santiago de Cuba, Lino Sánchez Mármol, a quien la familia Terry encomendó
encarecidamente la dirección de su ejecución.
Es necesario añadir que al igual que Tomás
Terry en su propuesta al gobernador Pezuela, la Sucesión conformada por
su esposa e hijos también consideró oportuno destinar los productos de la
actividad teatral que se llevara a cabo en el edificio, a la consecución de
obras caritativas o de beneficio a la instrucción pública local.
El 19 de diciembre de 1887 fue colocada la
primera piedra en una ceremonia religiosa, la cual contó con la presencia de
una gran cantidad de público. Jóvenes del Liceo enviaron a Madrid un cablegrama
de agradecimiento a Emilio Terry Dorticós y demás familiares. La construcción
de la obra se extendió hasta 1888.
El 3 de enero de 1890 llegaron a Cruces,
Francisco Terry, su esposa, y José Emilio Terry, quienes fueron recibidos con
efusivas muestras de agradecimiento. Se trasladaron el mismo día a Cienfuegos
con igual acogida y fueron objeto de numerosas actividades sociales y
artísticas en su propia residencia.
Finalmente,
el 12 de febrero de 1890, tuvo lugar la velada artística inaugural del teatro,
en la que subieron a escena reconocidos artistas y aficionados locales. José
Emilio Terry y Rafael Montoro -Diputado a Cortes- pronunciaron discursos; y
José Pertierra -Presidente del Casino Español- entregó a José Emilio Terry un
álbum con acta de gratitud y cuarenta y seis hojas con las firmas de miembros
del gobierno, propietarios, periodistas, profesionales, artesanos y otras
clases de la sociedad.
También se exhibió el telón de boca de
peluche rojo, bordado en oro y seda en colores; cuyo costo era de $ 7 000.00 y
del telón intermedio, obra ejecutada por el pintor Camilo Salaya Toro,
encargado de los elementos pictóricos de la edificación.
DESCRIPCIÓN
DEL INMUEBLE
Planos del teatro TomásTerry del año 1887. |
Su elegante estructura se complementa con un
falso techo de yeso y bastidores de lienzos en la sala principal, pintados al
óleo en el que aparece un motivo central de 23 figuras alegóricas a la aurora,
la risa, el llanto, los retratos de la poetiza Gertrudis Gómez de Avellaneda,
el músico Gaspar de Villate y otros motivos florales, como parte de un plafón
de gran valor desde el punto de vista pictórico.
La tipología utilizada procede del teatro a
la italiana, constituida por una sala en forma de herradura, en la que el
público se ubica en 4 niveles, siempre de frente al espectáculo que se
presenta.
La superficie dedicada a escena posee 24 metros en la boca y 19 metros de profundidad
y está precedida por una embocadura ricamente trabajada al relieve, donde
predomina el color dorado, con un expresivo mascarón que fue colocado en 1965
por el escultor Mateo Torriente, y representa el arpa como motivo relacionado
con la música.
El escenario se complementa con dos torres de
palcos grillés o proscenio. Las pinturas murales que adornan las paredes y
techos de la instalación se deben al artista filipino – madrileño Camilo
Selaya, quien radicaba en La
Habana y fue tambien autor de la decoración del Teatro La Caridad de Santa Clara.
El pórtico de la fachada principal del Terry
esta rematado por tres mosaicos de la casa veneciana de Salviati, alegóricos a
la musa de la tragedia, la comedia y la música, y constituyen uno de los pocos
ejemplos existentes en el país de la influencia del arte bizantino.
En medio del vestíbulo se encuentra la
estatua de mármol de Tomás Terry Adans, sentado, con una mirada natural, como
si estuviera reposando, satisfecho de que se cumpliera su deseo.
En 2008 el colectivo de la institución
recibió la distinción de Vanguardia Nacional y el inmueble el Premio Nacional
de Conservación ¨por el valor de la acción conservadora sistemática que se
lleva a cabo y garantiza la permanencia de la magnífica obra restauradora
realizada años atrás; por preservar de forma integral la imagen, espacio y
funcionalidad original del inmueble, rico en detalles y materiales diversos;
por la conservación de un ejemplo cimero de la arquitectura neoclásica civil de
su ciudad, lo que garantiza el permanente uso social y cultural de la instalación.¨
Su director el poeta cienfueguero Miguel
Cañellas sobre la relación del teatro con el público expresó en una entrevista
a la prensa local en febrero de 2011:
"Han variado los públicos (...) Nunca es
el mismo frente a determinados hechos (...) Hay uno juvenil, magnífico,
inexistente etapas atrás cuando lo constituían personas de avanzada edad
amantes solo del Ballet o la Ópera -en lo que insistimos. Mas este también se
interesa, amén de dificultades con el acceso y transportación, por las nuevas formas
de hacer en lo escénico y musical".
TEATROS
ANTERIORES EN CIENFUEGOS
Vista del cine-teatro Luisa del 1911. |
En la localidad fueron construidos varios teatros, el primero de los cuales, el Isabel II, inaugurado en 1840, radicó donde hoy se levanta el Terry. Más tarde existió otro en 1859 denominado La Rosa, posteriormente el Avellaneda, ejecutado por iniciativa de Luis Martínez Casado y abierto al público el 12 de abril de 1860; a cuya función inaugural, con la obra "Alfonso de Munio", asistió la celebrada poetiza Doña Gertrudis Gómez de Avellaneda, su autora, y a quien se había dedicado por su dueño dicho teatro.
Imagen actual del cine-teatro Luisa. |
El 23 de octubre de 1882 fue autorizado Miguel Campos para construir otro teatro, que también tuvo carácter provisional. Este fue denominado Pabellón Ocampo y ocupaba el mismo lugar donde radicó el Isabel II.
Ya en 1886 sucede un hecho curioso que
evidencia la pujanza del teatro sureño. En su Memoria Histórica de Cienfuegos,
Enrique Edo señala:
"... se construyó un pequeño teatro denominado
Zorrilla en la calle de Castillo esquina Bouyón que se inauguró en el mes de
febrero, ocurriendo entonces en la ciudad lo que fuera de La Habana no había sucedido
hasta allí en ninguna población de Cuba, que en las mismas noches y durante
algún tiempo, se diesen espectáculos públicos teatrales en tres coliseos a la
vez, pues mientras en el nuevo teatro Zorrilla trabajaba una compañía de bufos
cubanos de Medallo, ofrecían funciones una compañía dramática de Don Pablo
Pildaín en el llamado Pabellón de Ocampo (cuyo teatro se inutilizó más tarde) y
otra de zarzuela y baile, de Alpuente, en el de Variedades que existía en la
calle San Fernando".
Evidencia de que el teatro se fue
convirtiendo también en un negocio productivo fue el hecho de que en 1887 se
inauguró otro pequeño en la calle Santa Clara con el nombre de Cervantes, lo
que elevaba a la impresionante cifra de cuatro los teatros que operaban
simultáneamente en una población que apenas llegaba entonces a los quince mil
habitantes.
La ciudad favorecida también por
contar con hombres como Nicolás Salvador Acea y Tomás Terry, quienes amasaron
su fortuna al costo demandado por el sistema imperante, sirvió de escenario
real del mecenazgo ejercido por ambos en la construcción de obras de
imperecedera arquitectura y gran significación social.
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