"Cierra la puerta, aguarda.
Llegará lo que esperas cuando ya no lo esperes.
Ponte en el corazón la verja más segura".
Llegará lo que esperas cuando ya no lo esperes.
Ponte en el corazón la verja más segura".
Félix Pita Rodríguez
Poesía bajo consigna, es uno de los poemas aparecidos en el libro Recordar el futuro, antología que recoge parte de la obra de Félix Pita Rodríguez. Poesía de solidaridad combatiente y confrontación ideológica la cual no conoce localismos y encasillamientos, porque su visión exterior e interior de viajero incansable, hace posible que tanto coloquio como lirismo estén concebidos a partir del humor y la tragedia de los hombres, los mismos que serán testigos del destino definitivo de las páginas de este libro, prologado por la periodista Mercedes Santos Moray, quien expresó sabiamente:
"No todos los poetas pueden escribir versos de valor permanente. El tiempo, medida irremediable de la obra humana, juega con el ayer y con el hoy, y se tiende inexorablemene, hacia el mañana. La decantación se produce de forma natural. Cientos de líneas perecen y con ellas los sueños y pasiones que le dieron orígenes. Sin embargo, cuando el acento lírico es auténtico y la fibra poética es verdadera, el decursar de los años enriquece, a la manera del buen vino, a todo aquel que supo, desde su finitud, captar la esencia de la vida.
"De esta naturaleza son los poemas de Félix Pita Rodríguez. Su voz trasciende hasta nosotros con el mismo vigor de la juventud. El diálogo se produce y el silencio resulta justo asidero de las palabras que un día fueron ilusiones, sentimientos, sustancia material de las imágenes".
Poeta, narrador, ensayista, autor teatral, periodista, crítico literario, traductor, escritor de radio y televisión, son estas las vertientes más significativas de la actividad literaria de Félix Pita Rodríguez, nacido en Bejucal, pueblo de la provincia de La Habana, el 18 de febrero de 1909. Realizó sus estudios primarios en la escuela pública de su villa natal y entre 1926 y 1927 viajó por México y Venezuela, movido por el afán de aventuras.
Colaboró en las principales publicaciones en las que se expresó el vanguardismo en Cuba, como la Revista de Avance, Social, Atuei y el suplemento literario del Diario de la Marina.
El carácter bohemio de su vida en esos años lo llevó a visitar París (1929) - donde al igual que Alejo Carpentier y el pintor Carlos Enríquez estuvo en contacto directo con las principales figuras del movimiento surrealista - , Italia (1930), España (1931) y Marruecos (1932).
En compañía de Juan Marinello, Alejo Carpentier y Nicolás Guillén formó parte en 1937 de la delegación cubana al II Congreso de Intelectuales para la Defensa de la Cultura que en plena guerra civil española tuvo lugar en Valencia, Madrid, Barcelona y París. Visitó Bélgica en 1938 y de regreso a París se desempeñó como Jefe de Redacción de La voz de Madrid (1938-39).
Al regresar a Cuba en 1940, ocupó hasta 1943 la dirección del magazine dominical del periódico Noticias de Hoy, órgano oficial del Partido Socialista Popular. En forma paralela a su actividad periodística se desempeñó como autor radial y fue electo en 1943 por la Asociación de la Crónica Radial e Impresa como el mejor autor dramático, a la par que incursionó en forma ocasional en nuestra vida teatral con su obra "El relevo", estrenada en 1944.
En 1946 obtuvo el Premio Internacional "Hernández Catá" -el más prestigioso de los convocados en Cuba para cuentistas- con su relato "Cosme y Damián". Como autor de radio y televisión se desempeñó con posterioridad en Buenos Aires (1949) y Caracas (1958-59).
A su regreso a Cuba tras el triunfo de la Revolución en 1959, llevó a cabo, hasta su deceso, una destacadísima labor en nuestra vida literaria. Fue Vicepresidente de la Unión Nacional de Escritores de Cuba y Presidente de su Sección de Literatura, miembro del jurado de los principales concursos nacionales e internacionales convocados entre nosotros, como el Premio Casa de las Américas y el auspiciado por la Unión Nacional de Escritores Cubanos (UNEAC). Como representante de nuestros organismos culturales viajó, entre otros países, a la Unión Soviética, China y Viet Nam.
Tradujo del francés diversos textos de literatura vietnamita, de manera señalada el Diario de prisión, de Ho Chi Minh, y poemas y cuentos suyos han sido traducidas a numerosos idiomas como el inglés, francés, italiano, alemán, ruso, polaco, checo, chino, búlgaro, húngaro y el vietnamita. En 1985, como reconocimiento a la totalidad de su obra, obtuvo el Premio Nacional de Literatura, y en 1986 el Premio de la Crítica por su libro De sueños y memorias.
Por su señalada contribución a la cultura nacional le fueron conferidas la distinción "Por la Cultura Nacional" y la orden "Félix Varela". Falleció en La Habana el 19 de octubre de 1990.
Poesía bajo consigna
Estas son las crónicas del alba.
La imágenes jadeantes que aún transpiran la fatiga del día.
Están hechas con palabras que terminaron su tarea hace un momento,
Palabras que acaban de servir a un hombre o a muchos hombres
En una jornada más, ganada al tiempo.
Son las crónicas del alba, las crónicas de un alba
que se ha puesto de pronto a habitar dentro del pecho
de millones de hombres.
Tenemos una prisa tremenda,
Una prisa de sobresalto increíbles.
Nos estamos jugando nada menos que todo lo
que debe ocurrir mañana.
De nosotros dependen cosas tan pequeñas y tan enormes,
Como, por ejemplo, todos los niños
Que esta noche están brotando, húmedos y gimientes
del vientre de sus madres.
De nosotros dependen, por ejemplo,
todos los que en este momento sonríen.
Esto es muy importante: son aquellos que
nunca habían sonreído,
aquellos que alguna vez reían, pero jamás sonrieron.
(Porque la risa viene de fuera, mientras que la sonrisa
tiene su raíz en lo profundo del hombre
y sólo llega a la superficie
viniendo de un corazón realmente alegre).
Esta no es poesía trascendental que pretenda
comprar una parcela en los terrenos de la posteridad.
Tampoco es un edificio de nieblas,
construido utilizando materiales del sueño,
sombras del subconsciente,
ni purezas definitivamente puras.
Esto es, ya lo dijimos, la crónica del alba,
las cosas que pasaron hace un momento,
las imágenes que aún transpiran la fatiga del día.
Esta es una poesía que tiene un solo orgullo,
el de servir a aquellos que sufrieron
una dura y larga servidumbre.
Y no es preciso buscar nuevas palabras
para decirlo, porque ahí están ya dichas.
Ciertamente que esta no es de ningún modo
poesía pura,
ni está escrita pensando en páginas
de una de esas revistas,
en las que centellean como lentejuelas
nombres de hombres que dicen estar solos,
sentados sobre mármoles altos, rodeados de cornucopias
y figuras de bronce con trompetas
y coronas de laurel a la medida de sus cabezas intocables.
Aquí no hay trascendencia ni hay posteridad.
aquí sólo hay palabras que terminaron su tarea hace un momento,
Palabras que acaban de servir a un hombre o a muchos hombres.
Ésta es, que nadie lo dude, poesía bajo consigna,
terriblemente comprometida.
Se trata de poner las cartas sobre la mesa,
se trata de no hacer trampas
ni poner a madia luz las lámparas,
para deslizar en la penumbra contrabandos
que buscan pequeñas glorias productivas.
Es preciso partir de un principio claro,
es preciso ponernos de acuerdo sobre ese punto de partida:
aquí la rosa tiene sangre en las venas
las angustias metafísicas son laboriosas artesanas.
Nos estamos jugando nada menos que todo
lo que debe ocurrir mañana,
y con esas cartas en la mano
es traición todo lo que no sea
poesía bajo consigna.
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