Flama y brisa se imbrican en tibia caricia. Nodriza del crepúsculo, la ciudad aguarda el alba y reverencia el mar que la corteja. Simbiosis de océano y resol; génesis de sus epítetos y suntuosidad; especie de sortilegio de esta ribera caribeña... Cienfuegos, la Perla del Sur.

martes, 26 de julio de 2011

El Poeta del Centenario


Aquí podrás leer el poema Ya estamos en combate, escrito por el joven intelectual cubano.

Raúl Gómez García.
  Con este epíteto conocemos a Raúl Gómez García, el poeta que fue al asalto del cuartel Moncada para revivir a nuestro José Martí, el Apóstol, el Héroe Nacional, a quien después Fidel en su alegato de defensa "La historia me absolverá" lo declaró como el autor intelectual del Moncada. El joven revolucionario e intelectual, escribió el poema Ya estamos en combate, en el pequeño apartamento que compartían los hermanos y combatientes Haydeé y Abel Santamaría Cuadrado, situado en la calle O y 25, en el barrio habanero de El Vedado.
  El poema arenga a aquellos hombres, quienes entraron a la historia Patria con el apelativo de la Generación del Centenario, a luchar por la libertad plena de Cuba. En unas de sus estrofas decía: "La libertad anida entre los pechos de los que viven hombres / Y por verla en la estrella solitaria es un honor luchar / A la generación del centenario le caben los honores, / De construir la patria que soñara el Maestro Inmortal. / Ya estamos en combate. !Adelante! / De nuestra lucha heroica depende la Cuba verdadera / La furia loca de Gómez y Agramonte. / La lucha pura de Mella y de Guiteras. / Adelante, Cubanos. ¡Adelante! / Por nuestro honor de hombres ya estamos  en combate / Pongamos en ridículo la actitud egoísta del Tirano / Luchemos hoy o nunca por una Cuba sin esclavos / Sintamos en lo hondo la sed enfurecida de la patria /  Pongamos en la cima del Turquino la Estrella Solitaria.". 
  Los versos de Raúl Gómez García, inflamados de patriotismo, marcaron los pasos de una generación cubana, aquella que no dejó morir la vigencia del pensamiento del Héroe Nacional, José Martí, cuando se cumplían cien años de su nacimiento, en 1853.
  Fundador de los periódicos El Acusador y Son los Mismos, Gómez García, como le llamaban sus compañeros de la lucha política, escribía sólo con dos dedos.   Pero si rápido era su pensamiento, más aún lo eran sus manos jóvenes que volaban sobre el teclado.
Cuartel Moncada, convertido hoy en escuela.
  En ese mismo equipo, por encomienda de Fidel, también redactó el Manifiesto a la Nación, que sería dado a conocer tras el ataque al cuartel Moncada el 26 de julio de 1953, cuando el periodista y poeta que siempre fue, perdió la vida en desigual combate.
  Mucha confianza depositó el líder revolucionario en el joven intelectual, al darle las bases del Manifiesto y permitir que lo redactara con palabras sabias. Aquella era la raíz programática de la lucha de la nueva hornada revolucionaria cubana.
  Uno de los combatientes revolucionarios, Gerardo Sosa (Sosita) afirmó en una entrevista, que el poeta insistía en que quienes le acompañaban en el recorrido de La Habana a Santiago de Cuba, donde estaba enclavado el cuartel militar del Moncada, repitieran los versos una y otra vez, y hasta que lo tararearan, para evitar el olvido.
  Poco antes de la acción militar, reunidos en la granjita Siboney, Raúl leyó ante sus emocionados compañeros de armas su épico poema, entonces sin título, pero que se conoce como Ya estamos en combate.
  A continuación, reproducimos este texto de extraordinario valor histórico, escrito por quien es conocido en la historia patria como El Poeta del Centenario.

Ya estamos en combate

¡...........................!
Por defender la idea de todos los que  han muerto.
Para arrojar a los malos del histórico Templo
Por el heroico gesto de Maceo,
Por la dulce memoria de Martí.
En nuestra sangre hierve el hado azaroso
De las generaciones que todo lo brindaron,
En nuestros brazos se alzan los sueños clamorosos
Que vibran en el alma superior del cubano
Ya estamos en combate......
En nombre de las madres y de los hijos de nuestra tierra heroica
En nombre del honor y del decoro que  construyó su historia
Por la estrofa magnífica del himno
Que morir por la patria es vivir
La libertad anida entre los pechos de los que viven hombres
Y por verla en la estrella solitaria es un honor luchar
A la generación del centenario le caben los honores,
De construir la patria que soñara el Maestro Inmortal.
Ya estamos en combate...... ¡Adelante!
Adelante hasta el nido superior de la gloria
Para que nazca en esta nueva aurora
La república digna y decorosa
Que fue el último anhelo de Chibás.
No importa que en la lucha caigan más héroes dignos
Serán más culpa y fango para el fiero tirano
Cuando se ama a la patria como hermoso símbolo
Si no se tiene armas se pelea con las manos.
Ya estamos en combate...... ¡Adelante!
De nuestra lucha heroica depende la Cuba verdadera
La de furia loca de Gómez y Agramonte...
La de la lucha pura de Mella y de Guiteras...
Adelante, Cubanos...... ¡Adelante!
Por nuestro honor de hombres ya estamos en combate
Pongamos en ridículo la actitud egoísta del Tirano
Luchemos hoy o nunca por una Cuba sin esclavos
Sintamos en lo hondo la sed enfebrecida de la patria
Pongamos en la cima del Turquino la Estrella Solitaria.

Nuestro Héroe Nacional José Martí Pérez.
  Joven, como todos los que participaron en el Asalto, era martiano por vocación.    Cuenta su mamá, Virginia García, que desde muy pequeño había recortado una foto de Martí de una revista y lo colocó en un cuadrito de una repisa junto a una flor blanca; siempre quiso ser como él y por ello estudiaba sus obras.
  No había cumplido aún los veinticinco años y ya era un hombre. Había logrado escribir lo que el mismo llamaba “poemas brotados de la luz soñolienta de la madrugada acariciadora de los campos nuestros”, ya había incorporado con la fuerza obstinada de su personalidad las ideas martianas que le habían venido llegando desde niño a través del abuelo y la familia, sabía de injusticias, reprochaba el maltrato, era amigo incondicional y muy listo e inteligente.
  De gran sensibilidad, quien no podía ver maltratar ni un animal, no podía permanecer tranquilo cuando en Cuba había tantos crímenes, por eso al conocer el porrazo del 10 de marzo de 1952 sale a la calle a encontrarse con los que rechazaban el ignominioso golpe de Estado; al regresar le dice a su mamá : "total nada, como siempre, pero esto no es así, si nadie hace, hago yo", de ahí que a ella no le sorprendiera cuando supo lo del Moncada.
  Inicia su lucha contra Batista editando un periodiquito en su propia casa y éste fue ampliándose con la presencia de Abel Santamaría y Jesús Montané. Cuando ocurre lo del Moncada, ya su mamá lo sospechaba al comprobar que faltaban de la casa sus compañeros más cercanos y al oírlo por la radio estaba segura que allí se encontraba su hijo. A los pocos días recibe un sobre donde decía: "Caí preso, tu hijo". Con esa esperanza, viaja una hermana junto con la mamá de Montané a  Santiago de Cuba para conocer sobre ellos y -por medio del abogado de éste- envía un papelito donde le comunica: "El pobre Gómez García falleció". Era la prueba fehaciente de los crímenes que se cometieron en el Moncada después de prisioneros los asaltantes. 
  Su mamá también refiere que a los 12 años compuso su primer poema, versos que daba a las muchachitas, aunque no se conservan. Sus poesías con un tono amoroso, romántico, sobresalen por la riqueza de recursos poéticos: 
- metáforas: la luz de los bellos luceros, el ave del cielo
- símil: roja como mi sangre divina; blanca como las puras banderas
- hipérbaton: cedió al encanto de su boca dulce la armonía fiel; en extraños éxtasis sus ojos miraban 
  También escribe prosa poética y sus textos "Revolución sin juventud" y "Manifiesto del Moncada", éste por encargo de Fidel. En ambos resalta su formación martiana. En varias ocasiones  lo cita textualmente o sencillamente está presente su prédica, su ejemplo: "Pero la patria construida con el verbo, la pasión y la mente de Martí [.]". "Y ahí está el corazón limpio de nuestro José Martí, soñando ansias hermosas y redenciones nuevas". "[.] y nuestro Martí, más fuerte y recio dice: ´Los malos triunfan sólo donde los buenos son indiferentes´". "¿Hay un crédulo impar que no sienta desprecio ante este cuadro corrompido de los mismos hombres deshaciendo nuevamente la Cuba de Martí?
  Estos jóvenes van a esa gesta libertaria bajo la égida martiana, así en el Manifiesto del Moncada ya se proclaman la "juventud del Centenario". Raúl Gómez García nunca dejó de ser poeta. La poesía une y salva. Y él lo sabía. La poesía combate y como en Martí, de limpio corazón, era capaz de hacer soñar hermosas ansias y nuevas redenciones.
  Da la impresión cuando se leen las palabras de este joven tierno y sensible, que siente profundamente lo que pudo haber sufrido nuestro Apóstol cuando con sólo 18 años ya era deportado. Para Raúl Gómez García, morir, como murió Martí, en pleno holocausto y desinterés por la patria, era vivir eternamente.
/Permite que a tu diestra se postre nuestra estrella,/ la fulgurante y bella que vibrará eternal…/Que la rosa del monte, alzándose en su tallo/te dé el rocío diáfano de la nueva mañana/ en el aire armonioso de nuestra libertad…!/.
  El 10 de Marzo de 1952, fue para el bravo joven una bofetada colectiva. La juventud no puede tolerarlo. La juventud crea con arrebatado ímpetu y no puede desmayar.
  “Paren los brazos si no han de llevar el pan a nuestras madres con honradez y con confianza... ¡Deténganse los corazones si sus latidos son al compás de un régimen traidor!”, expresó en una proclama en el propio marzo de 1952. Ya se estaba gestando la epopeya.
  Era Raúl Gómez García un joven muy valiente. Nunca vaciló. Se fue junto a un grupo de patriotas cubanos para el Moncada. Ya su madre venía esperando acciones superiores, porque lo conocía muy bien. Estaba segura que su hijo iría a conquistar los sueños de todos, con el concepto bien arraigado en su ser, que la juventud de ideal y de fiebre, tenía que estar siempre en la línea de la justicia y el deber.
  Ella sabía que él estaba decidido a luchar por conquistar las fronteras del futuro en una Revolución martiana y limpia como el alma del Maestro. Para Raúl Gómez García: “el hombre que se tenga el mínimo respeto, por vergüenza y por hombre, repudiará vivir entre tinieblas e irá a buscar el sol del día”.
 Y aquella noche, fue a buscar el sol del día, y Fidel, le encargó redactar el Manifiesto del Moncada y así lo hizo, “en la vergüenza de los hombres de Cuba se asienta el triunfo de la Revolución cubana”.

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