Flama y brisa se imbrican en tibia caricia. Nodriza del crepúsculo, la ciudad aguarda el alba y reverencia el mar que la corteja. Simbiosis de océano y resol; génesis de sus epítetos y suntuosidad; especie de sortilegio de esta ribera caribeña... Cienfuegos, la Perla del Sur.

jueves, 6 de marzo de 2014

"Me estoy muriendo desde que nací..."

Crónicas escritas por periodistas cienfuegueros a raíz del deceso de OPV

  “Pido perdón a las personas que herí sin quererlo y a las que se han olvidado de que existo, tanto en mi pueblo como en Cienfuegos. No lograr que las cosas sean como quisiera, en ocasiones, hicieron y hacen de mí una persona irascible. Soy obsesivo compulsivo. Me voy a ir de este mundo aprendiendo, estudiando en las madrugadas para olvidar la falta de aire por la crisis de asma”. OPV
 
  Y te nos fuiste escribiendo, leyendo, estudiando, el asma te llevó, un paro te arrancó de nuestro lado, ahora a quién saludaré en el Bulevar y le preguntaré por alguna palabra con dudas, ahora cómo podré acostumbrarme a no escucharte los domingos en el espacio dominical de la revista y tu sección Cuidemos nuestro idioma, ahora cómo decirle a mi hijo que ya no preguntarás por el Papalotero. me niego a reconocer que te hayas ido, estarás aquí en la redacción del periódico, en el éter de la radio, en tus historias, simplemente te digo adiós, espero verte mañana... (Mercedes Caro Nodarse)

Muerto Octavio ¿definitivamente?

  Falleció en la tarde noche de ayer, a los 63 años, el colega, vecino y amigo Octavio Pérez Valladares, de Radio Ciudad del Mar, en Cienfuegos.
  A estas horas se podrían escribir muchas cosas de este ser que para quererlo había que entenderlo muy bien. Octavio siempre fue una persona muy, muy exigente. Directo, duro, serio, no daba muchas vueltas para espetarte lo que pensaba de ti. 

  Profesional exquisito al extremo, y un ser sensible también al extremo. Era difícil ganarse su corazón; y yo tuve ese inmenso privilegio. Y es lo único que me tranquiliza al saber de su muerte, al tiempo que me lo hace más difícil de asimilar. Tuvimos una magnífica relación personal no pocas veces llena de fuertes encontronazos, de puntos de vistas diferentes. Pero siempre terminamos abrazados.
  En una entrevista que le concediera al colega Yansulier García Álvarez le dijo: “…Me estoy muriendo desde que nací y por eso a la muerte no la temo, aunque nunca me tiraré delante de un carro. Voy a morir cuando llegue la hora y mis cenizas deben lanzarlas sobre Siguanea en las aguas del lago Hanabanilla, para servir de alimento a las truchas que antes pesqué. El titular de mi fallecimiento deberá incluir un adverbio de modo: MUERTO OCTAVIO DEFINITIVAMENTE…” 

  Fue su voluntad y por ello comencé así esta nota. Que me perdone mi difunto amigo pero tuve que ponerle los signos de interrogación a DEFINITIVAMENTE, porque dudo que así será.
  Tuve el honor de haber sido su profesor en una materia, pero él era el mío en todas las demás. Y fue tanto su agradecimiento, cariño y admiración que, en el que pasó a ser el último email que me enviara, de tanto halago me sacó los colores, me escribió: “…aquí sigo como su más fiel escudero”.
  En cuanto a la muerte, le confesó a Yansulier en aquella entrevista: “La verdadera locura que hombre pudiera cometer es dejarse morir, sin que nadie lo mate ni otras manos le acaben y estas no sean las de la melancolía, a pesar de que cada latido de su corazón lo separa de la eternidad.
  “Pido perdón a las personas que herí sin quererlo y a las que se han olvidado de que existo, tanto en mi pueblo como en Cienfuegos. No lograr que las cosas sean como quisiera, en ocasiones, hicieron y hacen de mí una persona irascible. Soy obsesivo compulsivo. Me voy a ir de este mundo aprendiendo, estudiando en las madrugadas para olvidar la falta de aire por la crisis de asma.”
  Y así fue.
  Que en paz descanses mi querido amigo. Muchas gracias por todo. Nunca te olvidaré.

Octavio: la perseverancia como virtud
  A Octavio Pérez Valladares (OPV), le confirieron la orden “La utilidad de la virtud”, concedida por la Sociedad Cultural “José Martí”, de Cienfuegos (aquí las siglas del nombre propio son obligadas, siempre han sido su mote)
  Pudieran hablarse muchas cosas de Octavio a casi 40 años de ejercicio en el periodismo, hoy me detengo en el sentido semántico de la condecoración.
  Para el Apóstol escribir y sintetizar nunca fue difícil, mucho menos a su hijo, quizás hoy tengo la humilde pretensión de describir su frase, con la eterna sensación del seguidor en desventaja.
  En el contexto de la expresión de marras, el Héroe Nacional mencionó el mejoramiento humano y he ahí su admisión de errores, por eso la “utilidad de la virtud” siempre será un reconocimiento al más sobresaliente matiz, amén de los deslices, pues como dijera otro grande “somos buenos, pero no estamos terminados”.
  El resumen de la virtud de OPV es sin dudas la constancia.
  Su comienzo en la profesión como estudiante me lo contó hace poco, llegó a la Habana en la década de 1960 y era tan arraigado a su natal Cumanayagua, que no conocía
ni variedades de una Pizzería; tal vez el cuento sea hiperbólico, porque así es el criollismo de Octavio.
  Su afán por el folklor cumanayaguense le inspiró  Polo Vélez, clásico de autoría en ocasiones saqueada, pero hay créditos que solo da la vida.
  Con más de sesenta años y experiencia en otros medios OPV es todo un “hombre de radio”, infatigable cronista, reportero hasta la médula de los huesos y encuentra en la Gramática,  expresión de su recóndita pasión por el magisterio, la misma que guió mis primeros pasos en Radio Ciudad del Mar, cuando con 23 años tuve que hacer magias de la empiria.
  Aquel guajirillo hoy se “faja” con las nuevas tecnologías, cursa como el más joven un “Diplomado digital” y está evaluado de Excelente, a pesar de enfermedades, porque su energía gana la batalla a toda afección.
  Este lauro es un premio a la persistencia y les confieso que es tal, que mi honra en divulgar esta primicia la debo solo a dos cosas, primero no es información del CITMA (organismo que compartimos) y la otra su obvia modestia.
  De otra manera y pese al cariño, Octavio no me perdonara el palo periodístico.

¿Muerto Octavio... ?


  En medio del homenaje a un hombre grande, de estatura y espíritu, se nos fue al equipo de Radio Ciudad del Mar uno de nuestros colegas más pequeños, pero con el espíritu tenaz e inmenso de los laboriosos. Octavio Pérez Valladares, nuestro OPV, nos sorprendió marchándose de repente.
  El hablar agitado, imperioso, presentaba en los últimos años a un hombre de pulmones traicioneros, pero  voluntad superior. Solía acompañar el amanecer de nuestra revista matutina, él que no podía dormir casi, por la recurrente asma y lo hacía para entregar a la audiencia un despertar provechoso, nutrido de técnicas de agroecología o propuestas de superación para aprender de artesanías.
  Pero su sello mayor, su impronta, queda en el cuidado del idioma. A Octavio lo esperarán por un tiempo todavía para repasar en la mañana del domingo los vericuetos del español, este idioma que amaba y pulía, cual académico sin silla ni letra.
  Cuando todavía le rinden tributo físico en la funeraria de Cienfuegos no dejan de saltar las reacciones ante la sorpresa de su partida. “No me jodas, Octavio”, se lamenta en las redes el colega Boris García Cuartero, de Perlavisión, quien lo recuerda como el implacable jefe de redacción en el periódico Cinco de Septiembre o el autor de la novela histórica “Pólo Vélez”.
  “Octavio era –es- un personaje en la prensa cienfueguera. Vilipendiado y querido, como solemos ser los humanos, pero habrá que reconocerle su profesionalidad, su sapiencia y esa manía de hacerse el guajiro; fue motivo de crónicas y reportajes entre los noveles colegas; de homenajes y premios…”
  También lo evoca cienfueguero en La Habana, Tony Alfonso Roque: “En una entrevista de hace tiempo me contó que siendo muy pequeño allá en Cumanayagua, el médico le pronostico que moriría en pocos años, y la familia no lo matriculó en la escuela. El leía mucho, y siendo ya un adolescente pidió que lo dejaran matricular, haciendo varios grados a la vez.”
  “En la década del ‘60 andaba ya por la secundaria, pero era bastante mayor. Entonces, se crea la carrera de periodismo, El se presenta a exámenes, le conceden el bachillerato y gana la matrícula por oposición. Así logró graduarse con notas excelentes, y dio a nuestro territorio una de las carreras más inteligentes que recordaremos por mucho tiempo”.
  El colega Yansulier García Álvarez, en tierras canadienses, retoma hoy una entrevista que le realizara a OPV años atrás. Entre sus azares literarios, de amores y letras, Octavio decía morir cada día (en referencia quizás al asma traicionera y continuada: “me estoy muriendo desde que nací y por eso a la muerte no la temo, aunque nunca me tiraré delante de un carro. Voy a morir cuando llegue la hora y mis cenizas deben lanzarlas sobre Siguanea en las aguas del lago Hanabanilla, para servir de alimento a las truchas que antes pesqué. El titular de mi fallecimiento deberá incluir un adverbio de modo: MUERTO OCTAVIO DEFINITIVAMENTE…
  Con todo, sabemos, aún seguirá cabalgando Octavio por los vastos predios del más allá, adarga al brazo y lanza en ristre contra horrores ortográficos y entuertos gramaticales; algo gris, pero siempre invicto, caballero andante, sobre las inexorables petunias de la muerte.”
  Murió en Cienfuegos, 63 años después de llegar al mundo en las montañas de Cumanayagua. Pero no se va, no tan rápido. Mientras le llevan al reposo eterno su voz se convierte en un nuevo reporte, su entrevista más reciente, esa que manos pulidas en el bregar noticioso compartido traerán a la luz para que se siga escuchando, a media voz, “Reportó Octavio Pérez Valladares”.


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