De
esa manera fuimos recibidos (reportera y fotógrafo) por los vecinos de la
ciudadela de 5217, en la calle 19, en Reina. ¿Mis intereses periodísticos? Conocer
la (in)satisfacción sobre la obra realizada allí por los casi 40 hombres de una
brigada de Acueducto y Alcantarillado, los cuales llevan varios días laborando
en la limpieza y desobstrucción de los sistemas de drenaje de las alcantarillas,
pluviales y residuales. Sin embargo, afloraron otros múltiples problemas,
acumulados desde 1993, cuando “¡¡¡reconstruyeron!!!” la cuartería y dejaron los
inmuebles sin agua, entre otras irregularidades cometidas por la empresa
constructora y los propios residentes.
Y LA TORMENTA NO AMAINA
Un mal olor irritaba a todos;
varias (y no pocas) esquinas y tragantes de la barriada de Reina y su cercano
Centro Histórico, exhibían, desde hace muchos años, una acumulación de aguas
oscuras. ¿Las causas? El deterioro de una red que ya tiene más de 100 años, mal
inevitable agravado por el irrespeto, la ausencia de responsabilidad cívica,
conciencia solidaria o normas de convivencia de quienes arrojan a las
alcantarillas, sacos repletos de visceras de cerdo, tejas, pedazos de hierro y
madera, pomos y cajas de plástico, cámaras de vehículos, balaustres de cemento…
y hasta lo inimaginable (el lente del fotógrafo y nuestros ojos, fueron
testigos de lo que de allí se extraía). Por regla, los “saboteadores” del orden
público y las reglas higiénicas de la vida en comunidad, tiran sus mugres al
amparo de la oscuridad nocturna, aunque no pocas veces ante la vista de muchos,
que miran y callan.
Hasta ese barrio nos fuimos el
pasado lunes, tras los pasos de una brigada de Acueducto y Alcantarillado.
Diego Reyes Fernández, especialista de la Empresa, está al frente de la
cuadrilla de obreros (¡¡¡seres humanos también!!!), quienes para desobstruir se
introducen hasta el pecho en los pestilentes gaznates tupidos por la desidia.
Allí, con sus botas y guantes de dudosa calidad, sacan todo cuanto pueden;
mientras, un carro fosa almacena los más de 50 metros cúbicos de basura extraídos
de la zona, y otro, con una pipa de agua, va limpiando las calles y aceras ya
listas.
“Desde hace más de 15 años no se
hace un trabajo como este. Hubo intentos en otras ocasiones, pero no resultó.
Como puede apreciar, los registros están cubiertos hasta arriba y tienen
materiales de construcción, jabitas, nailon, cartones… ¡vaya de todo! Otro
problema grave lo constituye la conexión de tuberías albañales a los pluviales,
algo hecho por los vecinos de este lugar, en la búsqueda de solucionar las
tupiciones en sus casas; solo que han creado una situación muy seria.
“Cuando terminemos esta primera
etapa, emplearemos, por primera vez en Cienfuegos, los guinches, con vistas a
dejar libre de suciedades las tuberías. Esto será una faena muy engorrosa, pues
habrá que romper la calle, construir nuevos registros para acortar los
espacios; hay demasiada acumulación de residuales de uno a otro, lo cual
dificulta la labor”, explicó Reyes Fernández.
UNA MIRADA AL ENTRONO
Entre las voces menos agresivas,
pero precisa y clara, estaba la de Lourdes Reyes Vázquez, quien manifestó su
descontento (otros prefirieron escandalizar y ocultar sus nombres). “Dieron por
terminada esta obra y ya ve usted, tenemos que salir aquí a coger el agua, bajo
estas condiciones de insalubridad; por eso hay cólera, dengue y tantas cosas”.
“Mire, periodista, aclara Marcelino Cabodevilla González, obrero de Acueducto y
Alcantarillado, si el mes tiene 30 días, por lo menos 24 vengo y limpio aquí”.
Los pobladores asienten con las cabezas y confirman con sus palabras la verdad
del planteamiento. Me pregunto, ¿quién vierte, entonces, los desechos en el
canal?, ¿nadie lo ve, ni lo evita, ni lo impide?
Aterrizo en el convulso día a
día; analizo cuánto mal causa la
inconstancia, esa que asoma persistentemente en cada ladrillo del presente
cotidiano; pienso acerca de las mil formas de solucionar las insatisfacciones de
algunos, las quejas de otros, esas agazapadas en gavetas, donde duermen el
sueño burocrático; y opino: no solo la Empresa de Acueducto y Alcantarillado
debe velar por la limpieza de las redes de la ciudad, la tarea le corresponde
también a cada ciudadano de esta urbe, pues nuestras centenarias tuberías
padecen ya heridas insalvables.
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