Flama y brisa se imbrican en tibia caricia. Nodriza del crepúsculo, la ciudad aguarda el alba y reverencia el mar que la corteja. Simbiosis de océano y resol; génesis de sus epítetos y suntuosidad; especie de sortilegio de esta ribera caribeña... Cienfuegos, la Perla del Sur.

miércoles, 11 de marzo de 2015

Oficios para testimoniar la memoria (+Fotos)



Por Mercedes CARO NODARSE     Fotos: CEDEÑO


“(…) Yo siempre invitaría a los panegiristas de la palabra a que prueben a trabajar un solo día con energía, con fortaleza en la restauración de algo, en la reconstrucción de algo, a vencer dificultades, a vencer obstáculos, a persuadir, a convencer, alentar (…)”.

 Eusebio Leal Spengler 


Claudia y su profesor  laboran en el trabajo de curso.
  Incólume, favorecida por el tiempo se yergue Cienfuegos, una localidad de muchas singularidades. El ordenado trazado de sus calles y su arquitectura propia del siglo XIX le confieren un aire único de gran dama, la cual poco a poco recupera el esplendor perdido por el paso del tiempo y los sinsabores económicos. Tiene a su vez el encanto de que la naturaleza y lo construido se dan la mano en un diálogo muy coherente. La simbiosis entre el mar y la ciudad, junto al conjunto de edificaciones neoclásicas, le adquieren un valor adicional; ahora más, cuando jóvenes manos insisten en conservar su magnificencia con sus oficios de ángeles.

  Quehaceres olvidados no solo comienzan a resurgir, gracias a los profesores y estudiantes de la escuela de oficios para la restauración Joseph Tantete Dubruiller, adjunta a la Oficina del Conservador de la Ciudad de Cienfuegos (OCCC), sino que ya devuelven su elegancia a sitios emblemáticos, y salen de su habitual templo de creación y aprendizaje en la calle Argüelles, entre Santa Isabel y De Clouet, en pos de los sueños.

Alumnos en el  Patio de la Alhambra.




  La teoría de la conservación deja de ser un instrumento aséptico, para convertirse en sustrato conceptual indispensable de criterios de intervención, apropiados a su tiempo y su lugar. Eso lo aprenden quienes allí estudian. “Ya no miramos a esta urbe como antes. Pensamos en la preservación de la memoria material y espiritual de la misma. Es un sentimiento distinto, nos ha nacido un desvelo por ella diferente, otra manera de amarla, entenderla, quererla…Yo quisiera poder continuar otras especialidades aquí y después salir a restaurar”, dice Claudia Rodríguez Díaz, alumna de albañilería integral y una de las mejores de su especialidad, la cual labora, junto al instructor  Yunier Hurtado Valdés, en su proyecto de curso: una instalación referente a la Fortaleza de Nuestra Señora de los Ángeles de Jagua.

  “Nos duelen las heridas que en el rostro ha sufrido la Perla. ¡Ahora lo sabemos, podemos apreciarlo! Somos capaces de identificar los diferentes estilos que convergen en una u otra construcción. La labor de conservación ofrece la posibilidad de aplicar conocimientos vitales, adquiridos aquí. Nos hemos convertido un poco en asesores, ¡créalo, ya hay hasta quienes vienen a pedirnos alguna opinión”, refiere Yunier, profesor y ex alumno del centro.

  “Impartimos diversos oficios, entre ellos carpintería, jardinería, albañilería, yesería, así como forjas y soldaduras, todos de invaluable utilidad para la restauración y conservación del Centro Histórico Urbano. Los planes de estudio aplicados fueron aprobados por el Ministerio de Educación; asimismo, el estipendio de 225 pesos a los alumnos”, según explica Odalis González Matamoros, jefa del departamento de asignaturas técnicas.

Odalis González Matamoros, jefa de asignaturas técnicas.
  Esta escuela-taller de Cienfuegos resulta la quinta de su tipo en funciones, conjuntamente con las de La Habana, Trinidad, Camagüey y Santiago de Cuba. Está enclavada en el Centro Histórico y lleva el nombre del ingeniero militar que dirigió las obras del Castillo de Jagua, en 1745. Comenzó a funcionar en el 2008 en otras áreas, hasta que el 15 de noviembre de 2012 logran mudarse a la remozada instalación, reconstruida por sus propios estudiantes. Han egresado de sus aulas unos 140, los cuales optaron por las distintas especialidades que allí se cursan.

  “Ligados a la misión de preservar la memoria histórico-cultural de la Perla, los educandos reciben materias técnicas y de formación general durante dos años; insistimos en las de la construcción y la práctica de talleres; además, colaboran en diferentes obras del territorio, como la Catedral de la Iglesia Católica”, comenta María Elena Almeida San Juan, subdirectora de la enseñanza técnico productiva.

 
Yuri (en primer plano) junto al instructor Yandy.
Yandy Valladares Betancourt, profesor de carpintería, es otro más de los que se formaron en las aulas de la “Joseph Tantete” y decidieron quedarse a impartir clases. “Cuando llegamos a este sitio nos resulta muy difícil irnos después. Pienso en la necesidad de transmitir lo aprendido a los demás”. A su lado uno de sus discípulos, Yuri González Cuesta, quien laboró en los arcos del centro Benny Moré. “Ya soy capaz de descubrir detalles técnicos, artísticos y arquitectónicos. Antes caminaba por la ciudad sin saber qué me rodeaba y hoy conozco mejor sus valores”.

  Tanto los cursantes como egresados de jardinería constituyen una mano de obra muy cotizada por las entidades cienfuegueras, pues entre sus objetivos tienen temas relacionados con la preparación, cuidado y conservación de los diferentes tipos de suelos y las plantas a emplearse, la confección de viveros, labores de siembra, diseño y construcción de jardines, así como la relación de las áreas verdes con el entorno, todas indispensables en el fomento de una ciudad embellecida.

 
María Dolores Benet, profesora de la Joseph Tantete.
“Lo ejemplar de esta escuela-taller es que logró unir de forma armónica el esfuerzo de diferentes cooperantes como el Ministerio de la Colaboración Extranjera, la empresa SADEV-94 de Cuba Cooperación (Francia), la agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (Cosude) y la española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid), el Programa para el Desarrollo de las Naciones Unidas (PNUD), Acinox comercial, el grupo UNCETA y la importadora-exportadora Escambray, entre otros. También lo ha sido el rescate de jóvenes apartados del estudio o el trabajo, con el fin de entregarlos superados a la sociedad. Ese es el valor fundamental, junto con la identificación del educando con su patrimonio local", señaló María Dolores Benet, profesora de Tipología de la arquitectura cienfueguera.

José Alfonso Lara Díaz, director de la escuela-taller.
  “Las ansias de aprender haciendo (constituye el lema del centro) van en aumento. Es mucha la demanda de nuestros graduados. De aquí salen muy bien formados y capacitados. Nosotros estamos adscriptos a la OCCC y la misma no puede intervenir en obras grandes de restauración dentro de Cienfuegos, sino lo hace con el respaldo del gobierno o de otras instituciones de la provincia, pues no contamos con presupuesto propio para ningún proyecto. Esperamos que esto pueda cambiar un poco en el futuro. Mientras tanto, la mayoría de los egresados —una valiosísima fuerza, altamente calificada—, pasa a engrosar las filas de obreros en agrupaciones de la construcción o van al sector privado”, interviene José Alfonso Lara Díaz, director la “Joseph Tantete Dubruiller”.

  Hoy podemos apreciar como los alumnos aman tanto al ejercer su labor, pues pasas inadvertido en el recorrido por la escuela, y no es que seas invisible. En su formación educacional no solo está implícita la técnica y la metodología, está también engendrada la disciplina, los valores humanos y el sentido de pertenencia, ese mismo innato en los cienfuegueros todos, amantes de su ciudad.

  De ello hablan las incalculables volutas, las prodigiosas rejas y las infinitas columnas presentes en las calles de Cienfuegos. Una fiesta nostálgica para quienes nos gusta celebrar la preservación, ahora con la complicidad de muchos jóvenes y profesores, dedicados al rescate de oficios capaces de testimoniar la memoria.

DE CÓMO FUE RESCATADO EL EDIFICIO DE LA ESCUELA-TALLER

   El edificio donde está emplazada la Escuela de Oficios para la Restauración “Joseph Tantete Dubruiller”, se encuentra ubicado entre las primeras veinticinco manzanas trazadas con la fundación de la colonia Fernandina de Jagua. El solar marcado con el número 184 fue propiedad del Sr. Teófilo Somereau. Posteriormente este solar y el de la esquina de Santa Isabel y Argüelles fueron propiedad de la familia Santa Cruz, una de las más importantes e influyentes de la ciudad.

 En 1887 la edificación se describía como “casa es de planta baja fabricada de mampostería y tejas con su terreno de 25 varas de frente por 40 de fondo”. Este inmueble fue arrendado a la “Sociedad Cardona y Cía.”, así lo refleja la “Memoria descriptiva, histórica y biográfica de Cienfuegos” de Rousseau y Díaz de Villegas cuando dice: … “la Sociedad ocupa una magnifica casa en lo más céntrico de la ciudad en las calles de Santa Isabel y Argüelles…” –la empresa ocupaba el inmueble de la Escuela de Oficios y el de la esquina– dicha compañía fue una de las más destacadas en el ramo del comercio en la ciudad.
  En 1926, se describe como “casa de planta baja y alta”, propiedad del norteamericano Norberto Eduardo Allen. Dicho señor vende la propiedad a la Sociedad Mercantil Anónima titulada “Hacienda Los Ocujes” S.A.  domiciliada en La Habana. Los últimos propietarios de la edificación fueron el Sr. Dr. Carlos García Hernández, abogado, y su esposa Sra. Mercedes Goenaga y Soler, en la década del cincuenta.
  Posteriormente se refuncionalizó, convirtiéndose en la fábrica de escobas “La Sin Rival”. Al triunfo de la Revolución Cubana en este lugar funcionó una empresa de mantenimiento del INIT, la que abandona el inmueble por su mal estado técnico, hasta quedar en ruinas durante tres décadas y se entrega a la Oficina del Conservador este local, en el 2009 para la construcción de la Escuela de Oficios.

Características arquitectónicas del inmueble original y su reparación

  En el año 1887 se construye esta edificación de un solo nivel de estilo neoclásico compuesto por muros de albañilería, cubierta de madera  y tejas criollas, pisos de mosaicos, con dos puertas de entrada y cuatro ventanas con rejas neoclásicas, rodeadas de platabandas, un colgadizo al frente y entablamento formado por arquitrabe, friso liso, cornisa resaltada y pretil de pedestales y muros de albañilería con espejos.
  En la primera mitad del siglo XX el inmueble sufre modificaciones al eliminarse el colgadizo y el pretil, añadiéndose cornisillas o guarda polvos encima de puertas y ventanas y un segundo nivel con cuatro puertas ventanas francesas con balconcillos con rejas neoclásicas, cornisillas o guarda polvos, arquitrabe, friso liso, cornisa resaltada apoyada sobre modillones, pretil compuesto por pedestales y muros de albañilería con espejos, entrepiso de losa por tabla y cubierta de madera y tejas criollas. Se realizan variaciones en los vanos del primer nivel que se corresponden con los del segundo: dos puertas de entrada y dos puertas ventanas con balconcillos con rejas neoclásicas adosadas similares a la de los balconcillos individuales que “vuelan” al exterior en el segundo nivel. Se convierte en una edificación ecléctica.    
 A partir de la creación de la Oficina del Conservador de la Ciudad de Cienfuegos, surge la necesidad de una Escuela de Oficios para la Restauración tomando en cuenta  la estructura de las demás Oficinas creadas en el país.
En abril del 2008 se confecciona el proyecto de colaboración de la Escuela a través de la Asociación francesa Cuba Cooperación y se firman en noviembre del 2008 los términos de referencia del proyecto con la Empresa SADEV 94, que fueron de $100 000,00 dólares, los cuales se dividieron en tres financiamientos, ejecutándose dos en el mes de julio del 2009 y el otro a finales de ese año.
  La inversión de la Escuela es aprobada en febrero del 2009, comenzando los trabajos de construcción y/o restauración en abril del propio año. Se inició primero por la zona de la parte trasera de la Radio Base Fernandina Radio, en dos etapas. A  raíz de la entrega de ese local, se gestiona el título de propiedad de esa área, con un proyecto ejecutivo de obra por un valor de $320 000,00  en moneda nacional.
  El total de la inversión de la Escuela fue de más de medio millón de pesos incluyéndose los talleres provisionales, posteriormente adecuados como ampliación de la misma.
Esta edificación se encontraba en estado de derrumbe total. Cuando se procede a la restauración del inmueble, solo existían las dos primeras crujías con un alto grado de deterioro.
  El edificio socio administrativo  se emplazó en la antigua Fábrica de Escobas, restaurándose las dos crujías existentes y construyéndose el resto de los locales según el proyecto. Se levantaron los muros de ladrillos con más de 0,30mm de espesor, manteniéndose los arcos de medio punto y el puntal de 5 varas que poseía la edificación original.
  Para el entrepiso se utilizó un polímero (molde) y hormigón armado compuesto por una armadura de acero y malla electrosoldada de 4mm apoyadas sobre vigas de acero de perfil  de 160mm, con el objetivo de asemejar la losa por tabla que existió originalmente.
El  segundo nivel mantuvo los muros de albañilería de gran espesor y  en la cubierta se utilizó tecnología de punta con  los paneles sándwich Ondutherm que proporcionan aislamiento térmico y acabado interior. Los paneles están formados por un tablero de aglomerado hidrófugo, un núcleo de poliestireno extruido y su acabado interior de friso de abeto de 10mm barnizado de color miel.
  La impermeabilización de los paneles se realizó con placas Onduline bajo teja, las cuales protegen el panel de las filtraciones y permiten la oxigenación de la madera. No obstante la utilización de la tecnología de punta en el rescate del inmueble se logró la integración del mismo al entorno del Centro Histórico declarado Patrimonio de la Humanidad, con la colocación de tejas criollas para mantener la imagen del resto de las edificaciones.
 La carpintería es tropical fija con persianería francesa y lucetas. Los pisos de mosaicos de variados colores y diseños procedentes de la fábrica de mosaicos coloniales de la provincia Las Tunas.
  Se restauraron los elementos decorativos presentes en la fachada original y se mantuvieron los colores pasteles estipulados por las Regulaciones o cánones desde el  siglo XIX.
 




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