Por Mercedes CARO
NODARSE Fotos: CEDEÑO
“(…) Yo siempre invitaría a
los panegiristas de la palabra a que prueben a trabajar un solo día con
energía, con fortaleza en la restauración de algo, en la reconstrucción de algo,
a vencer dificultades, a vencer obstáculos, a persuadir, a convencer, alentar
(…)”.
Eusebio Leal Spengler
Incólume, favorecida por el
tiempo se yergue Cienfuegos, una localidad de muchas singularidades. El
ordenado trazado de sus calles y su arquitectura propia del siglo XIX le
confieren un aire único de gran dama, la cual poco a poco recupera el esplendor
perdido por el paso del tiempo y los sinsabores económicos. Tiene a su vez el
encanto de que la naturaleza y lo construido se dan la mano en un diálogo muy
coherente. La simbiosis entre el mar y la ciudad, junto al conjunto de
edificaciones neoclásicas, le adquieren un valor adicional; ahora más, cuando
jóvenes manos insisten en conservar su magnificencia con sus oficios de ángeles.
Quehaceres
olvidados no solo comienzan a resurgir, gracias a los profesores y estudiantes
de la escuela de oficios para la restauración Joseph Tantete Dubruiller,
adjunta a la Oficina
del Conservador de la Ciudad de Cienfuegos (OCCC), sino que ya
devuelven su elegancia a sitios emblemáticos, y salen de su habitual templo de
creación y aprendizaje en la calle Argüelles, entre Santa Isabel y De Clouet,
en pos de los sueños.
Alumnos en el Patio de la Alhambra. |
La
teoría de la conservación deja de ser un instrumento aséptico, para convertirse
en sustrato conceptual indispensable de criterios de intervención, apropiados a
su tiempo y su lugar. Eso lo aprenden quienes allí estudian. “Ya no miramos a
esta urbe como antes. Pensamos en la preservación de la memoria material y
espiritual de la misma. Es un sentimiento distinto, nos ha nacido un desvelo
por ella diferente, otra manera de amarla, entenderla, quererla…Yo quisiera
poder continuar otras especialidades aquí y después salir a restaurar”, dice
Claudia Rodríguez Díaz, alumna de albañilería integral y una de las mejores de
su especialidad, la cual labora, junto al instructor Yunier Hurtado Valdés, en su proyecto de
curso: una instalación referente a la Fortaleza de Nuestra Señora de los
Ángeles de Jagua.
“Nos
duelen las
heridas que en el rostro ha sufrido la Perla. ¡Ahora lo sabemos, podemos
apreciarlo! Somos capaces de identificar los diferentes estilos que convergen
en una u otra construcción. La labor de
conservación ofrece la posibilidad de aplicar conocimientos vitales, adquiridos
aquí. Nos hemos convertido un poco en asesores, ¡créalo, ya hay hasta quienes
vienen a pedirnos alguna opinión”, refiere Yunier, profesor y ex alumno del
centro.
“Impartimos diversos oficios, entre ellos carpintería, jardinería, albañilería, yesería,
así como forjas
y soldaduras, todos de invaluable utilidad para la
restauración y conservación del Centro Histórico Urbano. Los
planes de estudio aplicados fueron aprobados por el Ministerio de Educación;
asimismo, el estipendio de 225 pesos a los alumnos”, según explica Odalis
González Matamoros, jefa del departamento de asignaturas
técnicas.
Odalis González Matamoros, jefa de asignaturas técnicas. |
Esta escuela-taller de Cienfuegos resulta la quinta
de su tipo en funciones, conjuntamente con las de La Habana, Trinidad, Camagüey
y Santiago de Cuba. Está enclavada en el Centro Histórico y lleva el nombre del
ingeniero militar que dirigió las obras del Castillo de Jagua, en 1745. Comenzó
a funcionar en el 2008 en otras áreas, hasta que el 15 de noviembre de 2012
logran mudarse a la remozada instalación, reconstruida por sus propios estudiantes.
Han egresado de sus aulas unos 140, los cuales optaron por las distintas
especialidades que allí se cursan.
“Ligados a la misión de preservar la memoria
histórico-cultural de la Perla, los educandos reciben materias técnicas y de
formación general durante dos años; insistimos
en las de la construcción y la práctica de talleres; además, colaboran en
diferentes obras del territorio, como la Catedral de la Iglesia Católica”, comenta
María Elena Almeida San Juan, subdirectora de la enseñanza técnico productiva.
Yuri (en primer plano) junto al instructor Yandy. |
Tanto los
cursantes como egresados de jardinería constituyen una mano de obra muy
cotizada por las entidades cienfuegueras, pues entre sus objetivos tienen temas
relacionados con la preparación, cuidado y conservación de los diferentes tipos
de suelos y las plantas a emplearse, la confección de viveros, labores de
siembra, diseño y construcción de jardines, así como la relación de las áreas
verdes con el entorno, todas indispensables en el fomento de una ciudad
embellecida.
María Dolores Benet, profesora de la Joseph Tantete. |
José Alfonso Lara Díaz, director de la escuela-taller. |
“Las
ansias de aprender haciendo (constituye el lema del centro) van en aumento. Es
mucha la demanda de nuestros graduados. De aquí salen muy bien formados y
capacitados. Nosotros estamos adscriptos a la OCCC y la misma no puede
intervenir en obras grandes de restauración dentro de Cienfuegos, sino lo hace
con el respaldo del gobierno o de otras instituciones de la provincia, pues no
contamos con presupuesto propio para ningún proyecto. Esperamos que esto pueda
cambiar un poco en el futuro. Mientras tanto, la mayoría de los egresados —una
valiosísima fuerza, altamente calificada—, pasa a engrosar las filas de obreros
en agrupaciones de la construcción o van al sector privado”, interviene José
Alfonso Lara Díaz, director la “Joseph Tantete Dubruiller”.
Hoy podemos apreciar como los alumnos aman
tanto al ejercer su labor, pues pasas inadvertido en el recorrido por la
escuela, y no es que seas invisible. En su formación educacional no solo está
implícita la técnica y la metodología, está también engendrada la disciplina,
los valores humanos y el sentido de pertenencia, ese mismo innato en los
cienfuegueros todos, amantes de su ciudad.
De ello hablan las incalculables volutas, las prodigiosas rejas y las
infinitas columnas presentes en las calles de Cienfuegos. Una fiesta nostálgica
para quienes nos gusta celebrar la preservación, ahora con la complicidad de muchos jóvenes
y profesores, dedicados al rescate de oficios capaces de testimoniar la
memoria.
DE CÓMO FUE RESCATADO EL EDIFICIO DE LA ESCUELA-TALLER
En 1887 la
edificación se describía como “casa es de planta baja fabricada de mampostería
y tejas con su terreno de 25 varas de frente por 40 de fondo”. Este inmueble
fue arrendado a la “Sociedad Cardona y Cía.”, así lo refleja la “Memoria
descriptiva, histórica y biográfica de Cienfuegos” de Rousseau y Díaz de
Villegas cuando dice: … “la Sociedad ocupa una magnifica casa en lo más
céntrico de la ciudad en las calles de Santa Isabel y Argüelles…” –la empresa
ocupaba el inmueble de la Escuela de Oficios y el de la esquina– dicha compañía
fue una de las más destacadas en el ramo del comercio en la ciudad.
Posteriormente
se refuncionalizó, convirtiéndose en la fábrica de escobas “La Sin Rival”. Al
triunfo de la Revolución Cubana en este lugar funcionó una empresa de
mantenimiento del INIT, la que abandona el inmueble por su mal estado técnico,
hasta quedar en ruinas durante tres décadas y se entrega a la Oficina del
Conservador este local, en el 2009 para la construcción de la Escuela de
Oficios.
Características arquitectónicas del inmueble
original y su reparación
En la primera mitad del siglo XX el
inmueble sufre modificaciones al eliminarse el colgadizo y el pretil,
añadiéndose cornisillas o guarda polvos encima de puertas y ventanas y un
segundo nivel con cuatro puertas ventanas francesas con balconcillos con rejas
neoclásicas, cornisillas o guarda polvos, arquitrabe, friso liso, cornisa
resaltada apoyada sobre modillones, pretil compuesto por pedestales y muros de
albañilería con espejos, entrepiso de losa por tabla y cubierta de madera y
tejas criollas. Se realizan variaciones en los vanos del primer nivel que se
corresponden con los del segundo: dos puertas de entrada y dos puertas ventanas
con balconcillos con rejas neoclásicas adosadas similares a la de los
balconcillos individuales que “vuelan” al exterior en el segundo nivel. Se
convierte en una edificación ecléctica.
A partir de la creación de la Oficina del Conservador de la Ciudad de
Cienfuegos, surge la necesidad de una Escuela de Oficios para la Restauración
tomando en cuenta la estructura de las
demás Oficinas creadas en el país.
La
inversión de la Escuela es aprobada en febrero del 2009, comenzando los
trabajos de construcción y/o restauración en abril del propio año. Se inició
primero por la zona de la parte trasera de la Radio Base Fernandina Radio, en
dos etapas. A raíz de la entrega de ese
local, se gestiona el título de propiedad de esa área, con un proyecto
ejecutivo de obra por un valor de $320 000,00
en moneda nacional.
El total
de la inversión de la Escuela fue de más de medio millón de pesos incluyéndose
los talleres provisionales, posteriormente adecuados como ampliación de la
misma.
El
edificio socio administrativo se emplazó
en la antigua Fábrica de Escobas, restaurándose las dos crujías existentes y
construyéndose el resto de los locales según el proyecto. Se levantaron los
muros de ladrillos con más de 0,30mm de espesor, manteniéndose los arcos de
medio punto y el puntal de 5 varas que poseía la edificación original.
Para el entrepiso se utilizó un polímero (molde) y
hormigón armado compuesto por una armadura de acero y malla electrosoldada de
4mm apoyadas sobre vigas de acero de perfil de 160mm, con el objetivo de
asemejar la losa por tabla que existió originalmente.
La impermeabilización de los
paneles se realizó con placas Onduline bajo teja, las cuales protegen el panel
de las filtraciones y permiten la oxigenación de la madera. No obstante la
utilización de la tecnología de punta en el rescate del inmueble se logró la
integración del mismo al entorno del Centro Histórico declarado Patrimonio de
la Humanidad, con la colocación de tejas criollas para mantener la imagen del
resto de las edificaciones.
La carpintería es tropical fija con persianería francesa
y lucetas. Los pisos de mosaicos de variados colores y diseños procedentes de
la fábrica de mosaicos coloniales de la provincia Las Tunas.
Se restauraron los elementos decorativos presentes en la
fachada original y se mantuvieron los colores pasteles estipulados por las
Regulaciones o cánones desde el siglo
XIX.
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