Por Camile ROLDÁN SOTO
La fuerza de Viengsay Valdés se siente en
cada momento. El toque seco en el hombro avisa su llegada a la hora exacta. La
mirada directa establece el contacto. Una figura maciza, definida, revela la
fortaleza física de quien ha entrenado su cuerpo prácticamente toda la vida.
Camina y es fácil notar que anda a su propio paso, por su ruta escogida, como
agarrada de un hilo que la sujeta al cielo.
El ballet le ha dado esa seguridad y control
de sí misma. No en un día, ni un par de meses, sino “a lo largo de la carrera”,
aclara. Han sido años de desarrollo, de disciplina incesante, después de haber
decidido lo que quería hacer en la vida.
“Esta carrera, cuando la escoges, es para
hacerla bien”, asegura.
La primera bailarina del Ballet Nacional de
Cuba incluso recuerda el momento exacto cuando cobró conciencia de ello. Tenía
12 años y llevaba tres entrenando en la Escuela Especializada en Ballet Alejo
Carpentier, en La Habana, Cuba. Allí, aunque sea difícil imaginarlo, estaba
lejos de ser la estrella.
“No tenía buenas notas. No era de las más
aventajadas de mi grupo”, recuerda.
Con la frustración de quien
no alcanza lo deseado, se echó a llorar frente a su madre. Ella le aconsejó:
Hija, si realmente te gusta esto tienes que esforzarte más. A partir de
entonces, Viengsay se convirtió en otra persona. Fue, según cuenta, imparable.
Viengsay, en el rol de Carmen. |
“Bueno,
no paraba de trabajar, de buscar. Tenía una inquietud de buscar en la
biblioteca, de encontrar información, tanto visual como teórica. Fui muy
curiosa, muy inquieta, en el sentido de siempre querer mejorar, perfeccionar.
El ballet, busqué llevarlo a mi propia personalidad. Lo hice personal y es algo
que mantengo al día de hoy”, destaca.
Para ella, la educación de una bailarina es
mucho más que “la cinta rosadita”. Es procurar una formación robusta que
incluye saber de cultura e historia del arte en general, pues “siempre hay una
obra de arte que te puede inspirar un movimiento”.
Ese caparazón duro que es su cuerpo contrasta
con la suavidad de sus palabras cuando viaja en el tiempo para repasar su
formación. El ejercicio de recordar sirve para confirmar que cada minuto
invertido en alcanzar la excelencia ha valido la pena.
A los 18, Viengsay fue nombrada bailarina
principal del Ballet Nacional de Cuba.
Desde 2003 es prima ballerina en la reconocida institución artística. Su
pasaporte cubano tiene sellos de España, la República Checa, Japón, Alemania,
Francia, Hungría. Son pocos los escenarios que no ha pisado.
“A mí realmente me gustaba bailar, sentirme
libre”, rememora al explicar por qué cambió del deporte al arte.
La constancia ha sido aliada de su éxito.
Pero Viengsay –que significa victoria en laosiano– también siente un profundo
agradecimiento a sus maestros, entre los que figuran Fernando, Alberto y Alicia
Alonso, fundadores del Ballet Nacional Cubano. Ella supo llamar su atención y
ellos le guiaron para encontrar una ambición bien enfocada, una motivación sin
límites.
¿Qué siente una joven de 18 años al ser
nombrada bailarina principal del Ballet Nacional de Cuba?
Bueno, fue un momento muy especial.
Promoverme fue una alegría pero también sentí un gran compromiso y, sobre todo,
reto. Como era tan joven debía cumplir con dos años de responsabilidad social.
Tuve una inmensa carga de trabajo que me entrenó muy bien. Me dio mucha
resistencia y versatilidad. Podía hacer cuerpo de baile un día y al otro ser Odette.
¿Cómo
te preparas para tus roles, todos tan distintos y con tantas exigencias
diferentes?
A esta altura de la carrera, cambiar de rol
empieza quizás en los primeros tres o cuatro ensayos cuando practicas la
coreografía. Eso te va llevando a caer en el personaje. Yo doy todo en los
ensayos, son casi funciones. Son muy intensos y me garantizan totalmente que
cuando llego al escenario me sienta dominando tanto los pasos técnicos como la
escena y el movimiento. Sobre todo, me alivian para yo estar pendiente de
disfrutar de ese personaje.
¿Cómo
manejas la presión emocional y física de tu profesión?
Hay que saber liberar y sobre todo tomar un
buen descanso, dormir un poco más de ocho horas cuando lo necesitas. Cuidarse
muscularmente. Si hay una dolencia, hacer fisioterapia, masaje de recuperación.
Estar atento a las señales que tu cuerpo te da, de tu recuperación, tu
hidratación. Eso es lo que te mantiene saludable para el día siguiente. Y así,
todos los días, tratando de preocuparte por ti misma, tener la alimentación
adecuada. Mentalmente, me gusta leer, estar cerca del mar, salir con alguna
amistad, hacer vida social, dentro del tiempo que tenga. Así te sientes
persona, humana, no solo bailarina.
Aunque
has recibido ofertas para quedarte en muchas partes del mundo a trabajar te mantienes fiel a tu compañía, el
Ballet Nacional de Cuba. ¿Por qué?
Yo siempre digo: ¿y por qué no? Yo allá en
Cuba tengo la compañía, es un país que me gusta, tengo a mi familia, a mi
esposo. He tenido la facilidad, o mejor dicho, me he ganado con mi esfuerzo y
talento, invitaciones al exterior de Cuba. Eso, no solamente me hace ser
reconocida y me ha dado esa oportunidad de salir, de ver mundo, de bailar en
otras compañías, sino que luego puedo volver a mi país.
¿Cuál
es la mayor aportación que le reconoces al ballet cubano?
La Escuela Cubana de Ballet fue la última
reconocida internacionalmente como sello que identifica a un país. Es una
escuela que es muy fuerte. Los bailarines se destacan por su fortaleza física,
por su histrionismo en escena, por la relación, interrelación y comunicación de
la pareja en el escenario, esa química. Siempre la búsqueda de la sensualidad,
del ritmo. Es algo muy particular, específico, que tiene la Escuela Cubana de
Ballet, más allá de los pasos técnicos. Las bailarinas suelen hacer múltiples
giros lentos. Los bailarines tienen un gran balón y son excelentes parejas. Las
bailarinas, más controladas, me refiero a que la terminación de las posiciones
las controla un poco más que otras escuelas. Son cosas que nos diferencian de
otras escuelas y del mundo. Nos hace ser diferentes pero no menos importantes.
¿Qué
significó Fernando Alonso en tu carrera?
Fernando, creador de Escuela Cubana de Ballet
junto a Alicia y su hermano Alberto, forjaron la metodología cubana de la
escuela. Para mí, él es un puntal a seguir en el sentido de lo exigente que fue
como profesor. De su exigencia nació esa tenacidad y ese esfuerzo que tenemos
los bailarines cubanos. Todo a partir de su estudio de cada uno de los grandes
clásicos que interpretamos en la compañía.
Con Víctor Estévez, en Coopelia. |
Lo
dices con una alegría tan grande, diferente a lo que vemos en las películas
sobre cómo puede ser la relación entre maestro y alumna.
Es cierto que el ballet requiere una gran
disciplina. El bailarín tiene que ser muy disciplinado. Hollywood captó ese
escenario porque le pareció ideal para explotar todos los rasgos psicológicos y
extremos de una persona. No creo que en la actualidad llegue a ese extremo.
Siempre hay que tratar de que aunque el ballet sea exigente, sea algo que
disfrutes cotidianamente. Que no sea una carga, un pesar. Debes sentir que vas
a aprovechar el día, a desarrollarte hoy un poco más que ayer, un continuo
desarrollo.
Sobre todo, hacerles conscientes de que si
realmente les gusta esta carrera tienen que esforzarse más, dedicarse de lleno,
porque esto demanda mucho tiempo, mucho esfuerzo y sacrificio. Si no logras
darlo todo te quedas a medias. Los jóvenes a veces no tienen claro que no sólo
han aprendido ballet para quedarse en el cuerpo de baile. Pueden llegar a ser
solistas, protagonistas. Es una cuestión de disposición, de vocación, de decir:
quiero esto.
¿Qué te
queda por hacer?
Me queda mucho por hacer. Hay muchos lugares
en los que puedo seguir bailando y muchos lugares en los que quiero pasar a ser
profesora. Es algo que ya he experimentado. Doy clases en la compañía, soy
jurado de academia. Ya me toman, no solo como bailarina exitosa, sino con
criterio para evaluar y compartir lo que sé, tanto en Cuba como afuera. Eso me
enorgullece porque siento que soy parte de todo ese gran mundo del ballet. Todo
no se queda en una sola persona. Hay que transmitir a los demás. Te digo que
eso es lo más que puedo seguir haciendo. Seguir bailando y seguir transmitiendo
conocimiento. (Tomado de Cubadebate. Con fotos exclusivas de Gabriel Dávalos)
Leer más sobre Viengsay Valdés:
Biografía de Viengsay
Valdés llega en forma de libro digital http://www.cubadebate.cu/noticias/2014/02/17/biografia-de-viengsay-valdes-llega-en-forma-de-libro-digital/#.VRA1lI5RwU0
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