Flama y brisa se imbrican en tibia caricia. Nodriza del crepúsculo, la ciudad aguarda el alba y reverencia el mar que la corteja. Simbiosis de océano y resol; génesis de sus epítetos y suntuosidad; especie de sortilegio de esta ribera caribeña... Cienfuegos, la Perla del Sur.

miércoles, 19 de agosto de 2015

Jorge Sosa, la cubanía convertida en tonada


  El género campesino, históricamente bien defendido en nuestros predios, cuenta entre sus más sobresalientes cultores de la actualidad, con Jorge Sosa. Él ha personificado la imagen del territorio en este campo, lo mismo en disímiles eventos culturales o en eventos políticos de tanta trascendencia ideológica como las tribunas abiertas de la Revolución, que en programas televisivos y espacios radiales. Su voz integra el entrañable repertorio íntimo sonoro del cienfueguero y se asocia de manera indisoluble con lo raigal, el brío fresco de lo autóctono y la cubanía adherida a cada uno de los versos de sus décimas.  Es querido y respetado por el público, el cual lo espera en sus presentaciones mediáticas semanales o en la peña campesina dominical Wifredo Sacerio, del parque Villuendas. Perteneciente al catálogo de la Empresa Provincial Comercializadora de la Música Rafael Lay, representa uno de los repentistas de mayor respeto y consecuencia para consigo mismo en el país.
  El cantor recuerda cómo desde joven tuvo claro que lo suyo era esto, aunque algunos miraran el género con ojerizas debido a prejuicios y las influencias modernas de otros ritmos. “Cuando me convencí, ya nada pudo echarme atrás. Sin interrupciones ni vacilaciones he seguido una carrera, una línea, un criterio de vida y de artista que enarbola la defensa de la poesía campesina en tanto arte y muestra de patriotismo”.
  Aunque por su buena forma física no lo aparente, ya Jorge tiene 59 años y 25 de ellos —los cumplió este agosto— los lleva arriba de un escenario (“de forma profesional, pues desde niño cantaba en las fiestas familiares y no más terminar el Servicio Militar decidí que sería para siempre un repentista”).
  Asegura que el miedo natural a actuar nunca lo ha perdido, ni cree nadie lo haga; pero aprendió a dominar la escena, cuya estancia habitual —en su opinión— proporciona la confianza necesaria para echar a un lado lo anterior.
  El improvisador afirma que cuando se pone detrás del micrófono, “cuanto procuro es la búsqueda permanente de la poesía, aunque lo que casi siempre me requieren las personas es la confrontación de la controversia. A través del desarrollo de la lírica campesina, entretejo metáforas, imágenes, motivos conducentes hacia un espacio de pureza interior en cuya consecución me abstraigo del mundo exterior y me concentro hasta límites insospechados”.
  A su juicio, “la belleza de la poesía campesina en mucho reside en la espontaneidad. Cuando uno no tiene enfrente ningún motivo de inspiración (la campiña, el cielo, la vegetación, el arroyo) y estás en una cabina de radio, uno emprende un trasiego imaginativo donde el rapto de lo espontáneo cobra inusitada dimensión”.
  Convencido de que en su arte si no hay don no hay nada, sí apuesta igual por el estudio permanente y el componente informativo cultural pertinente para complementar el regalo natural.  “El don es lo primordial, no obstante la investigación, el amor por tu trabajo, después te lleva a ser una persona informada, a estudiar, porque mientras más conocimientos e idioma poseas, mejor desenvolvimiento en el ruedo tendrás. Y de ese estudio también surgen las figuras retóricas que a veces la mera imaginación no suele parir”, reconoce.
  De su profesión ama todo, incluso el permanente sentido de riesgo a sí aparejada. “De una u otra forma, mi labor siempre pone en aprietos al cultor, en tanto no tienes nada planificado acerca de cuanto vas a hacer, llegas con la mente en blanco a la improvisación. De tal, todos hemos tenido lapsos, somos humanos y no infalibles; cometemos errores, mas eso tampoco quiere decir que no haya sabido salir del tropiezo. Cuando me han cerrado, luego entro y hago lo que quiero hacer. Eso sucede en el oficio, eso le ha ocurrido a cada uno de los repentistas, pues estamos creando lo inédito en el momento cero”.
  Manifiesta optimismo por la garantía de relevo, habida cuenta de la saludable presencia de jóvenes poetas y la existencia de talleres de repentismo establecidos a lo largo del país. Pondera el local, realizado los sábados alternos en el Centro Cultural de las Artes Benny Moré.
  “Los repentistas de hoy pueden ser más completos en la medida que cuentan a su favor con posibilidades de estudio, antes no tenidas. Ahora se dispone de una metodología. Sus predecesores fuimos tanteando, investigando por cuenta propia y atesorando resultados, no tuvimos un patrón. En cambio, hoy día se les enseña las habilidades en los talleres. La décima debe perdurar. Arma de combate de los mambises y cultivada por grandes líricos del siglo XIX, es en la actualidad referente de pertenencia. Miles de personas la continúan amando, e inmortal como los géneros eternos, siempre depara sorpresas y alegrías, aun cuando alguien crea que ya todo haya sido llevado a una tonada”, sostiene, convencido y amante de su género, la voz de la campiña cienfueguera. (Julio MARTÍNEZ MOLINA, del CINCO de Septiembre)

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