Flama y brisa se imbrican en tibia caricia. Nodriza del crepúsculo, la ciudad aguarda el alba y reverencia el mar que la corteja. Simbiosis de océano y resol; génesis de sus epítetos y suntuosidad; especie de sortilegio de esta ribera caribeña... Cienfuegos, la Perla del Sur.

miércoles, 15 de julio de 2015

Camilo en trascendencia



  Fue Cienfuegos en algún momento una plaza menor en el desarrollo de las artes plásticas. Salvo excepciones mayúsculas, su ranking en el mapa cultural de Cuba apenas rebasaba el lugar de la Cenicienta. Sin embargo, los propios altibajos de la vida, intereses individuales y colectivos encontrados, el tiempo, las circunstancias…, nos presentan hoy una realidad optimista.
  En ese escenario respira la obra de Camilo Díaz de Villalvilla Soto, un joven artista con amplio reconocimiento dentro y fuera del país. De describirlo a la manera de su esposa, bastaría decir: “¡Camilo, cámbiate de pulóver!”…, una imagen de él desenfadada y medio infantil. Pero, de limitarnos a su trabajo, a la rutina que le permite comer, nos sorprendería tanta agudeza.

  “Mi mayor aspiración es seguir viviendo de lo que hago. Todo el mundo lo ve facilito, aunque resulta muy difícil, especialmente en Cuba, donde las condiciones difieren a las de otros países. Yo lo he logrado sin hacer demasiadas concesiones al mercado. Por tanto, puedo darme con una piedra en el pecho de poder vivir de lo que me gusta. Eso lo desea cualquier ser humano”.
  No obstante, algunos se pronuncian por una idea distinta: vivir para el arte. Incluso, llegan a ver en lo contrario un antivalor…
  “Hablamos de un mito artístico. Quienes han experimentado o cambiado la concepción estética, casi ninguno tuvo la suerte de Picasso, que transformó muchas cosas y se hizo muy rico. Van Gogh, por ejemplo, murió sin vender un cuadro prácticamente. O sea, la mayoría pagó un precio altísimo, porque carecieron de aceptación popular, aun cuando después la historia los redimió.
Obra de la serie Rojo contra Azul.
  “Ya a partir de Andy Warhol se introdujo el tema del artista estrella, tal como sucedía con los actores de cine. Entonces, no pocos exponentes de la plástica saltaron al estrellato y consiguieron vivir de su talento, en ocasiones a través de la especulación, o de la inversión que en ellos hacían terceras personas.
  “En la actualidad, todavía persisten puntos de vista ‘vangoghcianos’, creadores que alegan: ‘¡no importa, me muero de hambre!’, ‘¡me dejo cortar la oreja!’, lo cual juzgo muy decimonónico y decadente. Debemos aprender a lidiar con el mercado, hacerlo dignamente. Para mí es una felicidad, no un motivo de vergüenza”.
  ¿Cómo sortear una afectación clara del mercado en la obra?
  “Al principio, hacía distinciones entre lo realizado para comercializar y lo hecho para satisfacción propia. Estaba equivocado. No niego que en algunos momentos emplee recursos del arte seriado (el llamado original múltiple, la fotografía, el grabado), mas por regularidad lo evito.
  “Claro, todo tiene un significado. Les explico a los clientes que los pequeños formatos tienen dos intenciones: me sirven de bocetos para elaborar piezas mayores y, a la vez, puedo venderlos a un precio asequible para los turistas. Constituye una forma de diseminar mis perspectivas sobre la Isla. Y esto lo he dicho en otras oportunidades: me considero un diseñador de ideas. Me interesa expresar lo que tengo en la cabeza a través de imágenes”.
  El carácter coloquial distingue varias de las piezas de Camilo, donde casi nunca el lenguaje directo tiene espacio. Su propuesta se basa en la sugestión, busca en el espectador la connotación final.
  ¿Por qué provocar?
  “Una vez leí un texto de Cintio Vitier donde afirmada que la poesía debe guardar siempre un misterio. La idea me gustó muchísimo. Por eso trato de que mi arte sea lo suficientemente poético. Hay múltiples vías para construir un misterio, porque una imagen genera diversas interpretaciones. En mi caso, intento que me diga algo a mí primero: ah, mira, esto se vincula con la política, aquello con la emigración…; que no me dé una lectura concreta o literal.
  “Valoro la polisemia. A veces, artistas o clientes me preguntan: ‘¿qué quieres decir?’. Yo les respondo: ‘¿qué ves?’, y me comentan: ‘una cama que se convierte en un edificio’. Entonces, les confirmo: ‘¡ah, eso mismo es, una cama que se convierte en un edificio’!”.
  En los últimos tiempos existe un marcado acercamiento de los artistas plásticos a temas políticos, sociales… ¿Cómo no caer en lo trillado, cuando la mayoría transita por esa línea de creación?
  “Para quien vive en Cuba es difícil, porque somos un país fuerte en materia de ideas. Nos parece imposible salir de ese marco. Yo he tenido etapas en mi trabajo donde el tema Cuba asoma con frecuencia, aunque últimamente he realizado algunas piezas donde intento una proyección más universal. Sin embargo, Cuba igual aparece.
  “Por ejemplo, hice una obra sobre la incomunicación: un puente que se hacía un nudo. Cuando la gente lo vio, dijo: ‘¡el puente Miami-La Habana!’. Después me puse a pensar…, y era verdad, podía serlo también. El reto radica en caminar por el filo de la navaja, pretender la originalidad, hallar la cuerda o el punto de vista que otro no vio. Quizás si viviera en un lugar diferente, no tendría la misma percepción, pero el meollo del asunto está aquí ahora”.
  Su formación como arquitecto puede percibirse fácilmente en cuanto hace, sobre todo en la composición: la rectitud de las formas, la claridad en la disposición de los objetos, la precisión…; rasgos que se añaden al privilegio de crecer en una urbe con un potencial arquitectónico exclusivo dentro del archipiélago.
  “Mi formación es autodidacta porque no estudié arte plásticas, ni siquiera a nivel elemental. Soy un hijo de la Arquitectura y agradezco ser arquitecto. Además, la circunstancia de vivir en una ciudad como Cienfuegos, lo estimo interesante. Tuve la suerte de nacer en el Centro Histórico Urbano, a una cuadra del parque Martí. De ahí que la arquitectura en mi trabajo funciona como los gallos en la obra de Mariano Rodríguez. Cuando estoy inventando algo, ella anda cerca, porque mi obra es muy proyectual”.
  ¿Te preocupa trascender? ¿Piensas en eso?
  “Todo el mundo lo quiere: encontrar un camino virgen, expresar una idea nueva, descubrir belleza donde nadie había mirado… Pero a mí no es algo que me preocupa mucho. Prefiero hacer un  arte útil en mi contexto actual, con dignidad. Si trasciende o no… ¡imagínate, es complicado!, ¿cómo tener la certeza? De cualquier modo, hay muchas maneras de trascender. No todo lo positivo trasciende”. (Roberto ALFONSO LARA, del CINCO de Septiembre)

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