Por Mercedes CARO NODARSE
El actor y comediante musical —mi preferido— falleció
repentinamente anoche en La Habana, a los 82 años. Su sepelio está previsto
para horas de la tarde de este sábado.
"Hacer llorar es llegar a lo más sensible del alma humana,
enfrentándola a las verdades que cotidianamente las mentiras tapan, pero que la
gente ría y piense, también es difícil", había dicho el popular artista,
en una de sus últimas entrevistas, el pasado año 2014. ¡Y cuántas lágrimas me
hizo brotar del alma de tanta risa!
Poseedor de una plasticidad notable en cada
una de sus apariciones televisivas o en vivo, el artista nacido en La Habana,
el 4 de agosto de 1932, recibió diversos reconocimientos, entre los que destaca
el Premio Nacional de Humorismo.
Incansable trabajador por la cultura cubana,
llegó al humor en 1976, "después de hacer muchas comedias, dramas y
tragedias en el teatro" —según expresó en la misma entrevista—, y donde
confiesa, además, que "me di cuenta que si dedicaba todo lo aprendido a la
realización de monólogos y canciones satíricas podía buscar la manera más fácil
de comunicarme con el público, cosa que sucedió y así me lo comunicó nuestro
gran Nicolás Guillén, quien me hizo ver que en mi contexto había creado un
estilo nuevo. Mis primeros discos fueron presentados por él, a petición
suya".
A quien aseguró que “el humor es un arma
contra la mediocridad, contra la ignorancia”, le agradecemos la sabiduría y su
talento entregado en cada actuación, disfrutadas por un público nacional y
extranjero. Para Carlos Ruiz, se nace humorista. "La cultura, las técnicas
teatrales, el rigor, la disciplina del artista hace que pueda elaborar como un
escultor el tipo de humor que pretenda hacer, que por supuesto lleva implícito
la comunicación". Sus medios expresivos, su efectiva mímica, lograron que
esa comunicación identificara siempre sus presentaciones, que igual tuvieron
lugar en los más exclusivos auditorios que en funciones populares de
anfiteatros, estadios y plazas públicas, donde siempre nos invitó “a reparar en cuestiones vitales mientras reímos”.
Ruiz de la Tejera, actor de teatro, cine,
radio y televisión destacó por su versatilidad y por ser merecedor de la
admiración y respeto del público, cuyo aplauso lo siguió lo mismo en la
interpretación de la hilarante sátira que de poemas o textos dramáticos. De su
incursión en el séptimo arte, recordamos las actuaciones destacadas en filmes
de los realizadores cubanos Tomás Gutierrez Alea: Las doce sillas, La muerte de
un burócrata, Los sobrevivientes
y otras dos de Julio García Espinosa: Son
o no son y El Plano, así como El otro Cristóbal, del realizador
francés Armand Gatti.
De igual manera logró éxitos y
reconocimientos con recitales donde combina canciones con poemas, textos y
humor. Es el caso de Cantos de Amor y
Vida I y II, Amor de Ciudad Grande,
Yo sacaré lo que en el pecho tengo,
así como el unipersonal Carlos Ruiz de la
Tejera en concierto. En tal sentido, sobresalen en su repertorio obras como
Hagamos un trato, de Mario Benedetti;
Teología, de Eduardo Galeano; Al perderte yo a ti, de Ernesto
Cardenal; San Zumbado, de Enrique del
Risco; y El camello, de Adrián
Berazaín (padre). Y los monólogos El
Cometa Halley, La Jaba y el Vals del Minuto.
Fue merecedor de otros importantes
reconocimientos: Vanguardia Nacional del Sindicato de la Cultura (otorgada por
la Central de Trabajadores de Cuba), Medalla de laureado del Sindicato de la
Cultura, Sello de la ciudad de Barquisimeto, entregado en el teatro Juárez por
el Alcalde de la ciudad (México, 1997), Placa de Reconocimiento de Fundacultura
y la Gobernación del Estado Lara, Venezuela. La Giraldilla de La Habana,
entregada por el Gobierno de la Ciudad, Réplica del machete del General Máximo
Gómez, Distinción Majadahonda, por el aporte a la causa internacionalista,
otorgado por la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC),
Distinción de Interés Cultural por el trabajo artístico, entregado por el
honorable consejo municipal de la Ciudad del Rosario, Argentina.
Hombre de vasta cultura y martiano de raíz,
deja una profunda estela en el teatro, el cine y la televisión. Fue un maestro
de la sátira, del monólogo crítico pero atinado. Versátil y permanente
estudioso. Fiel a Cuba y su Revolución. Respetuoso y fervoroso defensor de la
cultura cubana. Así recordaremos siempre al querido Carlos Ruiz de la Tejera.
Quedan sus lecciones de arte verdadero, para todos los tiempos.
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