¿Se ha perdido la cultura del cine en la ciudad de Cienfuegos? ¿Tecnología, competencias o políticas culturales? ¿Tendrá un desenlace feliz esta trama?
Hoy la ciudad de Cienfuegos no tiene cines. Subsisten
los espacios, pero inhabilitados, sin la capacidad de seducir a nadie. La noche
que cae sobre las salas trasluce el divorcio con el ambiente oscuro y romántico
de la proyección de un filme. Y las pantallas, gigantescas, lucen diminutas… Comparten
la misma experiencia desoladora de las butacas vacías.
Sin embargo, no siempre fue así. Ayer, unas
décadas atrás, la urbe parecía encantada por el invento de los hermanos
Lumiére, al punto de trascender como una de las plazas más fuertes del séptimo
arte en el país. Hacia finales de los años 20, la prensa de la época informaba
la programación de los principales cines: Luisa, Prado, Trianón, Colón, Niza,
Martí.
Con el tiempo, algunos desaparecieron y
surgieron otros, aunque ese proceso lógico de evolución no apagó su hechizo, ni
siquiera con el surgimiento de la televisión: aquellas imágenes en movimiento,
rodadas en grandes proporciones, tenían su misterio. Montones de personas se
engalanaban para la ocasión: los caballeros con el sombrero de moda, las damas
con largos vestidos, los niños…
Maqueta de lo que será el cine Prado. |
La memoria de Teresa Franco Hernández,
administradora de la sala Prado, guarda no pocos fotogramas. “Cuando empecé a
trabajar, en los ‘50, el cine era unas de las cosas que más al pueblo le
gustaba. En el ‘Luisa’ estrenamos con sonido estereofónico El Manto Sagrado
(1953), usted creía que estaba dentro de la película.
“Luego empezó la tercera dimensión (3D). Le
dábamos espejuelitos a la gente al entrar; resultaba una novedad. Eso fue como
en el ‘58. Después, todo comenzó a desaparecer, los equipos se deterioraron y
no había forma de reponerlos”.
En el presente, asoman las nostalgias.
Orlando García Martínez, presidente de la Unión Nacional de
Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) en la provincia, evoca el ambiente que
vivieron él y sus amigos. “Tuve la oportunidad de disfrutar de un diseño en el
cine que nos condujo a crecer espiritualmente. Te ponían el Noticiero ICAIC, ¡para
chuparte los dedos! Ahí supe de Santiago Álvarez, vi Now, Liberación, los
clásicos.
“Hacíamos tiempo en La Cultural (la actual
librería Dionisio San Román), nos movíamos a la biblioteca, a las galerías de arte,
al Centro Dramático de Las Villas. El cine móvil recorría los barrios… Respirabas
cultura. Te hablo de cuando era un muchacho.
“Eso no lo tienen ahora mis hijos”.
LO QUE EL VIENTO SE
LLEVÓ
El cine-teatro Luisa hoy en reparación parcial. |
La transición resultó en extremo brusca, e
igual sus consecuencias: “Cuando cambiamos de la pantalla grande para los
televisores y el DVD, el público ya no quería ir al cine, recuerda Teresa
Franco Hernández. Yo trabajaba en el ‘Prado’ en ese momento, una sala con 648 lunetas
a la cual asistían catorce o quince personas. Un espacio tan inmenso con tan
poca concurrencia. Era triste”.
“Al Jagua no entraba nadie, estaba vacío,
añade Ana Morales Valera, directora del Centro Provincial de Cine. Las personas
nos piden pantalla grande, nos lo confirman cada uno de nuestros estudios y te
lo digo incluso como amante del cine: para ir a ver un televisor y un DVD, me
quedo en mi casa”.
Bárbaro Cabezas, asesor del Consejo de Cine. |
“Entonces se decidió que los cines sin mucha
afluencia de público no eran rentables, agrega Ana Morales. Nosotros dependemos
de los ingresos para cubrir los gastos de salario, de electricidad, de agua...
Por eso la Dirección
de Cultura decidió entregar, primero el Guanaroca y luego el Jagua, a Artes Escénicas,
pertenecientes también a nuestro sector”.
“Fue una solución para, entre comillas,
salvar las salas utilizándolas como proyectos culturales, de danza y acciones
de teatro, explica Bárbaro Cabezas. Sin embargo, si vamos a la realidad, no han
hecho nada, salvo con el arreglo del Guanaroca, convertido en teatro para
algunos proyectos infantiles como Abracadabra, etcétera”.
El motivo de estas entregas todavía genera
polémicas: “Si quitas y quitas porque no va la gente, imagínate, opina Orlando
García, presidente de la UNEAC.
¿Iban unos diez o quince al cine? A las peñas literarias asisten menos, unos
tres o cuatro; mas esos multiplican.
Orlando García, presidente de la UNEAC. |
“Por eso alguien inventó lo de hacer
rentables los cines y empezaron a introducir espectáculos a lo Belleza Latina:
banalidad en la factura y el concepto, continúa. Si la función social de la
institución Cine es promover el séptimo arte, ¿por qué hubo más preocupación
por la rentabilidad? Y busquen las estadísticas: mientras decaía la estrategia
de cine en la provincia, aumentaba la rentabilidad de su empresa. Por supuesto,
fue una exigencia de otros niveles para garantizar ingresos, cumplir un plan
técnico”.
Solo el “Prado” y el “Luisa” mantuvieron su
condición de espacios para la filmografía en la ciudad. Hoy, aquí y ahora,
ninguno de los dos está en funciones.
“Sabemos de la preocupación de los
cienfuegueros con el cine Prado, motivo de una inversión, comenta la directora del
Centro Provincial del Cine. La proyección es construir un centro cultural para
un uso polivalente, todavía en proceso. El ‘Luisa’, en cambio, es objeto de una
reparación rápida.
“Desde hace ya mucho tiempo presentaba
problemas con el escenario, ya era un peligro poner a una personalidad a trabajar
allí. No queríamos cerrarlo, no nos quedó otra alternativa. Las labores pueden
durar dos, tres, cuatro meses, fundamentalmente por cuestiones de la madera.
Como atenuante a esta situación, en la segunda planta tenemos una salita para
proyecciones”.
MEMORIAS DEL
SUBDESARROLLO
Otra de las tantas fachadas que tuvo el cine Prado. |
“La tarea en la actualidad es más dura,
asegura Bárbaro Cabezas García, asesor del Consejo de Cine. El tiempo perdido en
el mantenimiento a las salas se nos unió con un monstruo mayor, el de las
nuevas tecnologías de la información y la comunicación, y los modos de acceso a
la filmografía, entre ellos la piratería. Lógicamente, toda esa avalancha de
elementos, sin un movimiento inteligente para asimilarlos, nos invadió, nos
tragó…”.
“El famoso Paquete tiene la última película,
la última serie, argumenta Ana Morales Valera. Y nosotros no las podemos poner,
pues nos regimos por la política cinematográfica del ICAIC y solo debemos
exhibir la que ellos nos indican. Eso, a veces, al público no le gusta”.
Los hechos hablan por sí mismos: “Conducta
recaudó 35 mil pesos, a pantalla grande, durante quice días más o menos,
detalla Niurka Files Espinosa, administradora del cine Luisa. Con Meñique
también tuve una muy buena recaudación, bastante, bastante cerca de Conducta. Cumplí
el plan solo con esas dos películas. Pero la última, Vuelos prohibidos, no tuvo
la aceptación esperada. Apenas diez o doce personas en la salita (con televisor
y DVD), nunca se nos han llenado los 32 asientos”.
Cine Luisa fue fundado el 2 de septiembre de 1911. |
”En cualquier lugar del mundo la gente sigue
yendo a los cines, estos no desaparecieron, comparte Orlando García Martínez,
presidente de la UNEAC.
Aquí, en cambio, una sala de video de un particular goza de
mayor aceptación y concurrencia que los cines institucionales”.
“El problema radica en nuestras
programaciones, añade Bárbaro Cabezas. El ICAIC mantiene su esquema en la
política cultural: si no soy yo el que lo digo, no se puede poner. Y los
tiempos cambian, los pensamientos son diferentes… Ya en pleno siglo XXI seguimos regidos por
dogmas de los años 70”.
“Yo creo que el Estado debe regir la política
audiovisual, opina Orlando García. Debe existir una intencionalidad, en todo lo
hay, no veo por qué sonrojarse por ello. Pero no puedes coartar la iniciativa y
gestiones propias por decreto, y nos hemos quedado atrás en las opciones.
El cine Prado fue inaugurado en 1912. |
“La estrategia ha sido cruzarse de brazos y
moverse en un círculo vicioso: no, no somos nosotros, es el nivel superior; y
allí no, no somos nosotros, es fulano… Al final te preguntas ¿dónde está el
cine? Y díganmelo como me lo digan, yo lo sigo considerando un error de estrategia
cultural: no ha sido la adecuada”.
LA QUIMERA DE ORO
“Para la segunda planta del cine Prado se prevé
habilitar una sala 3D, de última tecnología. La planta de abajo será de uso
polivalente, o sea, para espectáculos variados. Esperamos inaugurarlo en 2016”, indica Ana Morales
Valera, directora del Centro Provincial de Cine.
La idea se ajusta al criterio de varios
especialistas, defensores de la creación de multicines, una opción con buenas
experiencias en países de Latinoamérica. Por supuesto, cualquier alternativa
debe pensarse con pies en tierra cubana para no caer sobre errores conocidos.
En esa línea de consecuencias, Bárbaro Cabezas
García opina: “Al caducar el formato de 35 milímetros, al no
entrar cinematografía, al comenzar los problemas con la electricidad, con la
restauración…, pasamos al multiuso de los cines. No soy un detractor, solo hay
que saber cómo enfocarlo pues, de pronto, destruimos un espacio patrimonial.
“Sucedió en el ‘Luisa’, con crisis en su
techo, plataforma (durante las presentaciones del Circo Nacional subieron
motores y caballos sobre el escenario). Y ahora estamos en medio de una
‘famosa’ reparación. Por eso, creo importante que los funcionarios a cargo de
la política cultural en el territorio logren sensibilizarse ante lo que
conlleva una infraestructura afín”.
De paso, no podemos dejar de visitar el
pasado, traer de vuelta lo hecho en los momentos más críticos. Lo recuerda
Teresa en ese día, ya lejano, en que estrenaron la pantalla grande en la calle.
“Mire, cuando yo exhibí Bailando suave era época de carnavales… ¡Nos llevamos
al carnaval completo! El público se sentaba en los bancos del ‘Prado’, lo disfrutaba.
Eso fue una novedad y le dio mucha vida a esta esquina de San Fernando”.
Quizás por ello se impone el estudio de gustos
y preferencias, la planificación adecuada
de las tandas, una mejor gestión en el estreno de los filmes, divulgación… Retomar
la ruta perdida precisa voluntad, recursos a mano, pero, esencialmente, olfato para
aventajar siempre las carencias y dogmas.
Tal vez, como en el drama italiano Cinema Paradiso
(1988), todo se trate de amor. Teresa Franco Hernández lo sabe: “No hay nada
más grande que entrar a un cine y verlo lleno de público. Todavía, cuando
respiro, siento el olor del cine en la noche. Es un cosa que enamora”. Hagamos entonces porque no se apague la magia
de la pantalla grande.
(Darilys REYES SÁNCHEZ
y Roberto ALFONSO LARA, del CINCO de Septiembre)
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