Flama y brisa se imbrican en tibia caricia. Nodriza del crepúsculo, la ciudad aguarda el alba y reverencia el mar que la corteja. Simbiosis de océano y resol; génesis de sus epítetos y suntuosidad; especie de sortilegio de esta ribera caribeña... Cienfuegos, la Perla del Sur.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

Pavel Miguel: ese cocotero que está en el Visuarte (+Video)


Pavel Miguel Jiménez Alfonso es a primera y segunda vista un artista confeso. Vuelve, siempre vuelve a Cienfuegos. Esta vez, entre otras cosas, a participar en el Visuarte, evento internacional que auspicia la Unión de Escritores y Artista de Cuba (UNEAC) cada tres años.
  Se sienta en la incomodidad de una sala a medio terminar y no repara en proponer unas cervezas a quien, desde hace años, lo descubrió en catálogos y exposiciones. No ocurrió tan literalmente, mas en esencia fue algo así.
  ¿Cuando sientes que tu vida está ligada inexorablemente al arte, que ese destino no lo puede cambiar nada ni nadie?
  "Comencé con muñequitos de barros (…) Pero se hicieron más pequeños con el tiempo, lo que te quiero decir, es que sobraban. Y me inicié en las esculturas, tuve suerte de encontrarme con maestros como Juanito, Cáceres, y otros más; ellos me enseñaron los secretos y las técnicas. Todo estaba aquí adentro. Recuerdo una poesía de los románticos ingleses: 'Estoy prometido a tu peor enemigo' y eso es el arte. Para mi resulta un sustento de vida, ahí está todo.

  "Al cumplir cierta edad uno se pregunta adónde ha llegado y la condición de hacer y seguir haciendo da una firmeza que es plausible. Has entrado a un momento donde no existe el marcha atrás, cargas con todo, no puedes zafarte y gustosamente", termina la idea y toma un trago de cerveza. A solo un metro de distancia sobresale en una hoja de papel una oración con impecable caligrafía: "sus manos están fatigadas de tantos mandarriazos, parecen todo lo contrario a las de un escritor".
  En tus obras encontramos humor pensado, floreciente ¿de esta manera trasladas tu filosofía de vida al arte?

"Mi obra no es más que una gran confesión. Este catálogo, por ejemplo, tiene una frase de Nietzsche: 'las grandes cosas exigen que no las mencionemos o que nos refiramos a ellas con grandeza, grandeza quiere decir inocencia o cinismo'. Tengo la inquietud del volumen. Amo el bloque, la masa, lo real, lo tangible…".
  Y eso a su vez no atenta contra la suerte en el mercado…
  "Tengo una estrategia que ha nacido por si misma. Y es ejecutar piezas monumentales, y luego, les hago los bocetos. Quizás sea un proceso invertido, ello responde a mi fascinación por la escultura, el volumen mismo".
  ¿Cuánto llevaste de Cienfuegos a Alemania?
  "No lo he dicho nunca, pero en medio del proceso creador me pregunto allá en Alemania qué dirá Adrián Rumbaut de esto, qué dirá William Pérez…, éramos un trío de combatientes en los tiempos del grupo Punto. Hoy pertenezco a un gremio de arte por la paz, donde comparto con buenos artistas, no obstante, ninguno tiene la sensibilidad encontrada en Cienfuegos. El Grupo Punto fue el primer amor y ningún experimento podrá opacar mis sentimientos hacia ellos", y volvemos a beber casi en coincidencia. Se acaba la primera y abrimos otra. La nostalgia no deja de perseguir a Pavel, a pesar de ser declarado miembro de la Asociación alemana de artistas plásticos (BBK), país en cual ha recibido premios y reconocimientos, donde tiene un taller que ve florecer esculturas enérgicas, delirantes, arrolladoras y poseídas.
  ¿Qué le falta a esos gremios?
  "En primer lugar les falta humor. Son duros y hasta cierto punto pesimistas. Te digo más le falta rebeldía, revolución... Muchos pintan escenas de las guerras, evocan la paz, mas eso no es suficiente. Se hace necesario acciones que cambien ese destino.
  "Nosotros en Punto no perseguíamos vender, sino que las personas pensaran de otro modo, le proporcionamos movimiento, fue una utopía bonita.
  Creo aún en el arte como magia, como acto surrealista que cure, sane… ".
  Muchos críticos hablan de que todo está dicho en el universo de las pinturas, las esculturas, grabados. ¿Qué crees de eso?
  "Todo está dicho, pero tú lo vas a decir de otra forma. No está dicho lo bastante. Nadie trabaja con los cocos como yo".
  Los cocoteros están en tu obra no por repetición caprichosa, mas bien como una mitología propia…
"De niño era asmático. Cuando me daban los ataques subía y subía a los cocoteros. El asma desapareció, y yo había conquistado a los cocoteros. En uno de los años que volví de Alemania estaban devastados por el impacto del ciclón Lili y de ahí surgió la idea de hacerles un homenaje a través de obras de arte".
  ¿Cómo no dejar de ser un artista cubano cuando no se está en Cuba?
  "Eso se explicó este año en un performance (…) Agarré un pedazo de pan alemán, de los negros y bien compactos, y a mordidas tallé la Isla de Cuba. Luego la puse en mi mano y me la comí. Aunque no sepa bailar, soy cubano, eso es innegable. Está en nuestros dolores y glorias. ¡Qué me quiten lo gozado!
  "Al principio tuve unos mecenas que me pedían hacer un arte más integrada a la región europea, menos dolorosa e incluso se alejaron de mi, porque pensaron que no sobreviviría a esa maquinaria. Con el tiempo volvieron, pues fui reconocido con esas moles, esas masas brutales, esas piezas desgarradoras e irónicas a la vez. Es una proyección de Cuba universal…, todo sale como un vomito, tiene que salir".
  Puede existir Pavel sin el arte corriendo como oxígeno por tu materia.
  "Yo fui deportista y ese es el otro equilibrio. Ese amor por el movimiento, por la conservación viene, quizás, de allí. Nietzsche, otra vez, decía que nuestra única forma de independencia es la conservación. Todo está ligado, pues me preparo físicamente para hacer más arte. Lo que he sufrido ha valido, quise ser campeón olímpico en canotaje y no lo pude ser. En el arte está todo salvado.
  "He comprado mi casa y quisiera convertirla en institución. Allí tendré mi taller y un parque de esculturas.   Sería como un castillo del arte..., este viaje a Cuba me ha dado una fuerza que no imaginas. Soy miembro de la UNEAC todavía...", la grabación termina y las cervezas también.
  Pavel Miguel Jiménez Alonso es un artista que, en opinión de varios críticos cubanos y extranjeros, no se puede encasillar en ninguna de las modalidades creativas de las Artes Plásticas, ya que se mueve con facilidad entre la pintura, la escultura, la cerámica y la instalación, donde se concentra la mayor parte de su creación. Aunque inició su carrera artística acá en Cienfuegos, buena parte de su obra ha adquirido mayor resonancia crítica fuera del país, especialmente en Alemania, actualmente sitio de residencia.
  Regala un catálogo. Nietzsche está en el exergo. Él nunca se fue. Sigue la cabellera larga, las manos duras de tantos martillazos, los ojos firmes y el humor floreciendo a cada instante. No lo dice, pero entre sus proyectos está abrir una galería en Cienfuegos. Quiere refugiarse en sus cocoteros y subir, subir, subir. (Zulariam Pérez Martí, de 5 de Septiembre)


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