Flama y brisa se imbrican en tibia caricia. Nodriza del crepúsculo, la ciudad aguarda el alba y reverencia el mar que la corteja. Simbiosis de océano y resol; génesis de sus epítetos y suntuosidad; especie de sortilegio de esta ribera caribeña... Cienfuegos, la Perla del Sur.

lunes, 11 de abril de 2016

Luisa Acea León: Con la música en el alma


Por Mercedes Caro Nodarse 
@eidita

   Son las mariposas irreverentes y gráciles. Imprescindibles seres que le nacieron dentro del pecho a Luisa Acea León, esa gran mujer, que como la magia de los cuentos de hadas quiso unirse al coro de los ángeles. Porque así fue su vida, de una escuela a otra, sobre todo sin ella “habitaban” niños especiales; de un círculo infantil a otro, de un barrio a otro, formando coros, agrupaciones musicales y más, con su alegría y acordeón a cuestas.

  Ahí están en el recuerdo la creación del grupo Meñique, con los alumnos del preescolar de la primaria Guerrillero Heroico, el "Vocecitas de cristal" y "Chicuelos del mar", ambos del mismo centro educacional. O cuando promovió el taller de guitarra, de donde nació Cuerdas y Voces, el dúo Estrellita, Tríos y Trovadores. O esa incansable labor con los adultos mayores y los infantes de su barrio de siempre, donde fundara, en el 2002, la Brigada Artística Dionisio Gil, del Centro Histórico. O aquel coro en los años 70, con niños entre primero y cuarto grados, del que formé parte, perteneciente a la Biblioteca Provincial Roberto García Valdés.

  La incansable educadora llegó al mundo por manos de comadrona, el 25 de agosto de 1941, en su propia casa de la calle San Luis, entre Santa Cruz y Santa Elena, en la ciudad de Cienfuegos. Y quiso el azar que su trayectoria dentro de las artes comenzara el 14 de diciembre de 1964 —fecha en que celebramos el Día del Trabajador de la Cultura—, como especialista de música y artes plásticas, en el Teatro Guiñol. Después quedó su impronta como instructora voluntaria del contingente Juan Marinello y como miembro de la Uneac.

  Atesoraba Luisa innumerables premios y condecoraciones. Entre ellos: la medalla de la Alfabetización, las distinciones Raúl Gómez García (SNTC), y 23 de agosto (FMC); Sello del Contingente Juan Marinello, (2004); Premio Jagua (2000) máxima distinción que otorga la dirección provincial de Cultura; Premio Provincial de Cultura Comunitaria en el mismo año; Premio del Barrio (2001), conferido por la Dirección Nacional de los CDR, y el Premio Nacional Olga Alonso (2009), por la obra de la vida, instituido por el Consejo Nacional de Casas de Cultura.

  Luisa, Luisita, Mae, como solíamos decirle quienes andábamos muy cerca de ella, llevaba en su alma la música y ese sabor polifacético que la acreditaba como una gloria de la cultura cienfueguera; sin embargo, la grandeza de su espíritu resaltaba cuando la veíamos entregada a niños que sufrían alguna discapacidad, porque como un día me confesara en entrevista: “jamás los cambiaría, aun si pudiera, por otros niños que caminen bien, hablen y lean correctamente".

  Y fue abriendo espacios en el mundo para construir una vida inédita. Esbozando aquella sonrisa con las que nos decía "¡soy feliz con lo que hago!". No había una pizca de banalidad en su comportamiento. Por eso, a pesar de su partida, este sábado 9 de abril, ella se levanta, anda, camina en pos de las cumbres más hermosas.

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