Lo sucedido en la ONU fue reconvención planetaria a la cobardía del gigante ensañado con el heroico pueblo del Tercer Mundo de pasado colonial y neocolonial, y lucha eterna, cuyas aspiraciones de soberanía se han visto entorpecidas desde su mismo surgimiento (o “descubrimiento”) como nación.
Un planeta en masa castigó la brutalidad salvaje de la gran potencia hegemónica que le puso un pañuelo en la boca a los intentos de despegue económico de Cuba desde los inicios de la Revolución. Entre lances explícitos y otros arteros, el bloqueo de Washington impidió que Cuba concretase infinidad de posibilidades de avance en todos los planos.
Cuba cuenta con más apoyo que nunca para revertir un engendro que ya no da más. No importa quien ocupe la poltrona de la Sala Oval a partir de enero de 2017, el bloqueo está a punto de finiquitar.
El resultado de 191 votos a favor de la resolución cubana contra el bloqueo y solo dos abstenciones constituye un logro de la incontestable fuerza moral de la Isla y consecuencia de la tenaz resistencia de los cubanos durante cinco décadas y media de cerco pugnaz.
No hay coyunda en los mundos posibles que pueda con la indoblegable naturaleza de los naturales de una Isla irredenta y acostumbrada a rebelarse al enemigo, desde los tiempos del cacique Guamá.
Las apetencias imperiales, no importa sus casi sesenta años de persistencia, van a cesar porque toda la fauna política de la nación del Potomac, más allá de su signo, ha comprendido que ningún embargo ni ninguna acción de castigo va a torcer el camino escogido por la Revolución y este pueblo.
La época ha hablado, los hombres han pronunciado su veredicto, las instituciones promulgaron su parecer de forma oficial. La repulsa ha sido estertórea: basta ya de injusticia; no más tiempo de continuidad para una abominación jurídica y extraterritorial de marcado sesgo genocida.
El proceso de normalización de las relaciones de Cuba con los Estados Unidos no terminará de verificarse hasta que la administración yanki desmantele de forma definitiva el bloqueo económico y financiero que le ha costado costos incalculables a nuestro pueblo.
Ya no tienen otra opción, no puede encontrarse más subterfugios, se quedaron sin argumentos. Hasta los mismos diplomáticos norteamericanos de carrera en la ONU saben que están cumpliendo el triste papel de defender lo indefendible.
El resultado de la votación de la resolución cubana contra el bloqueo es histórico y no tiene precedentes.
La abstención anunciada de la representante permanente de Estados Unidos ante la ONU, Samantha Power, ha sido un acto positivo para el futuro del mejoramiento de las relaciones bilaterales, como lo calificó nuestro canciller Bruno Rodríguez. Sin dudas es un gesto elocuente que habla del principio del fin de algo que nunca tuvo derecho a existir si hubiera justicia en este mundo. No obstante, el ministro de Relaciones Exteriores de la Isla subrayó que en la práctica el Bloqueo sigue impactando a la sociedad cubana y que por tanto urgen acciones concretas para eliminarlo.
Así es, y en pos de ello los cubanos redoblaremos todas nuestras fuerzas y todos nuestros empeños. Acabamos de bloquear al bloqueo, pero ahora vamos a tumbarlo del mapa de la historia. ¡Amén! (Por Julio Martínez Molina)
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