Flama y brisa se imbrican en tibia caricia. Nodriza del crepúsculo, la ciudad aguarda el alba y reverencia el mar que la corteja. Simbiosis de océano y resol; génesis de sus epítetos y suntuosidad; especie de sortilegio de esta ribera caribeña... Cienfuegos, la Perla del Sur.

viernes, 9 de octubre de 2020

Perla Moré y la música sacra (+Videos con sus canciones)

Por José Ramón Calatayud*

Quienes asisten con frecuencia a las misas que regularmente se ofrecen en nuestras iglesias católicas interpretan, tal vez sin saberlo, las composiciones de una cienfueguera que ocupa un importante lugar dentro de la música sacra, que etimológicamente significa sagrada, la cual resulta lastimosamente desconocida por ser un área de que por lo general no se escucha en los medios y queda reservada a espacios relativamente cerrados o visitados por una parte de la población que profesa el catolicismo.

Nos referimos a Zoila Perla de la Caridad Moré Fernández, nacida en la ciudad de Cienfuegos el 22 de octubre de 1919, quien es, según la musicóloga Miriam Escudero, la compositora más representativa de la música post conciliar, y una de las pioneras en la creación del nuevo repertorio surgido en los años 60 y 70 del siglo XX.


Es preciso decir que en 1962 se produjo un notable suceso conocido universalmente como Concilio VaticanoII en el cual las altas autoridades de esa entidad religiosa realizaron importantes cambios en las concepciones hasta entonces dominantes en las maneras de realizar la liturgia durante las misas. Entre esos cambios estuvo la utilización de los idiomas nativos en las celebraciones eucarísticas y la utilización de músicas más adecuadas a cada contexto. Es precisamente en ese entorno en el que Perla Moré compuso, para ser utilizados en las misas, los cantos a partir de géneros cubanos como el bolero, la guaracha, la guajira, la criolla, el mambo, el guaguancó, la columbia, la rumba, el lamento afro, el son, el montuno, incluyendo algunas variantes muy de moda en aquel momento como el son-montuno, el montuno-cha, el shake, la cuenca chilena y la guaracha-swing, entre otras. Utilizar música vernácula para tales propósitos es un acierto, porque se afinca en lo cubano y en nuestras raíces culturales más profundas.

El extenso catálogo de Perla Moré abarca tanto la música de inspiración religiosa como la música sacra popular. Durante la visita de Juan Pablo II a Cuba en 1998, varias de sus composiciones fueron escuchadas en la celebración de las misas realizadas en La Habana y otras ciudades del país.


Entre las piezas más cantadas de la compositora Perla Moré se encuentran Alabanzas, Cordero de Dios, Venimos alegres, Salmo 41, Salve Santa Madre, El pueblo jubiloso, Yo soy la oveja perdida y otras que cada domingo son masivamente cantadas por los feligreses. Hermoso destino para una música que, aunque dirigida a un sector específico, es cantada y cumple la misión para la cual fue creada.

Aunque el contenido de esta es religioso, como piezas musicales pueden ser escuchadas por la belleza y espiritualidad de las melodías y la profundidad y delicadeza de los textos. Valdría la pena dar a conocer al gran público estas composiciones que forman parte del patrimonio cultural de Cuba y muy especialmente de nuestra región.

No solo es escuchada y cantada en la Isla, sino en otros países de centro y sur América, el Caribe, España y los Estados Unidos, donde la han incorporado al repertorio de los coros de manera habitual.

Perla Moré merece nuestro respeto, y ser identificada y valorada es imprescindible para ese reconocimiento. Musicólogos de tanto prestigio como Alicia Valdés, Radamés Giro y Miriam Escudero, la última con una importante obra vinculada a la música sacra en Cuba, han dedicado espacio a promocionar a Perla Moré  —fallecida en Matanzas el 17 de julio de 1985— y a su impronta en esta vertiente de la música popular cubana.

*Escritor

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