Ángel Lleo Alberto, barman del bar-restaurante El Mandarín |
A través de la historia, desde los tiempos de Pompeya hasta bien entrada la Edad Media, tomaron auge las famosas tabernas o cantinas, tiendas, casas o establecimientos públicos donde expendían vino, entre otras bebidas espiritosas.
La profesión de “barman” (hombre de barra en inglés) como medio de vida, no ha experimentado cambios sustanciales. Su filosofía de cómo atender al cliente sigue siendo la misma, aunque la actividad puede ser muy sofisticada, hecho que requiere conocimientos de hotelería y gestión empresarial.
¡Pero la palabrita para designarlos parece tener controversia en distintos lugares! En algunas zonas del Reino Unido han comenzado a sustituirla por barstaff (personal de la barra), mientras en España, es un camarero. Al personaje de marras lo consideran un "camarero experto" en barras de establecimientos de lujo, como hoteles de cinco estrellas, clubes nocturnos y lounges especializados en coctelería fina.
Mi entrevistado, puede, entonces, ser considerado un barman. Angel Lleo Alberto, transitó por varios lugares en Cienfuegos. ArTex, Rumbos, bar de la sede de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, y el del restaurante El Mandarín, donde hoy labora, han sido testigos de su constante superación.
“El barman es un artista y la coctelería un arte que se nutre del espíritu. El legítimo, ése enamorado de su profesión y dedicado exclusivamente a ella, no debe ser considerado un simple mezclador de bebidas, ni tampoco un empleado común”, dice.
Lleo opina que la humildad y profesionalismo deben estar siempre conjugados en el hombre ubicado detrás de la barra. “Me atrevería a compararnos con un director de orquesta: la batería son las botellas, implementos y accesorios comunes en la faena, los cuales cobran vida gracias a la experiencia e inspiración de cada uno de nosotros.
“Estamos frente a un público desconocido, por lo tanto requerimos ‘interpretar’ de acuerdo con el momento, el carácter y la sicología de cada individuo. No basta sólo con la práctica de años, el conocimiento del elemento humano y la sensibilidad son muy necesarios. ¿Cuántas veces no somos los confidentes de alguien que en la cuarta o quinta copa nos abren su corazón?”, acota.
Ángel Lleo ha participado en eventos nacionales, donde ha alcanzado lugares destacados en la categoría Freestyle o barman acrobático (estilo libre), entre ellos el segundo lugar logrado en el Grand Prix de Coctelería, en el año 2007.
“Quienes practicamos esta profesión estamos en contacto directo y permanente con el público, por eso es aconsejable cuidar el aspecto personal, así como el trato al cliente. Tenemos que ser amables, comprensivos, atentos, respetuosos, medidos, correctos. Ni demasiado efusivos, ni demasiado serios”, manifiesta.
Para nuestro barman, quien ha realizado cursos de Sol Melier (especialidad de vinos), tres de máster Havana Club y de Ron, tabaco y café, “con el objetivo de brindar una correcta orientación al cliente, a la hora de elegir un tabaco o solicitar el delicioso néctar”, hacer cocteles no es solamente seguir al pie de la letra las indicaciones de una fórmula. “Es también unir a ello la experiencia de toda una vida, dedicada a la carrera y en la que ha sido factor principal, esa relación con millares de personas distintas.
“No creo pretencioso afirmar que el conocimiento del usuario, sus gustos, paladar individual, la creación personal de cada coctel, forman un rico tesoro y muestran cómo no es ésta una mera bebida preparada y dosificada al azar, sino la resultante lógica de una serie de factores, en lo cual el aspecto sicológico es de mucha importancia”.
Miembro de la Asociación de Cantineros de Cuba desde 1998, Lleo ha formado parte de los jurados en los distintos encuentros de técnicas gastronómicas y comerciales, desarrolladas en la provincia. Y sin temor, orgulloso y pleno, cree merecer el título de barman, ése mismo que hoy es tan controversial en el mundo.
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