Flama y brisa se imbrican en tibia caricia. Nodriza del crepúsculo, la ciudad aguarda el alba y reverencia el mar que la corteja. Simbiosis de océano y resol; génesis de sus epítetos y suntuosidad; especie de sortilegio de esta ribera caribeña... Cienfuegos, la Perla del Sur.

viernes, 24 de diciembre de 2010

Laguna Guanaroca: Nimbo de sueños

Flamenco rosado, visitante de la Laguna.
  LAS CARABELAS del almirante Colón habían dejado atrás los cayos del Laberinto de las Doce Leguas en los Jardines de la Reina y toparon con la Ensenada de Jagua. Allí cohabitaban infinitas poblaciones de frutas, algodón hilado, palomas y conejos. Entonces los tripulantes creyeron que aquella gente venía del cielo.
  Alude la historia a una primera visita de Colón por estos lares en su segundo viaje a la Isla en 1494, pero los apuntes iniciales del descubrimiento de los peninsulares se remontan al primer bojeo a Cuba por Sebastián de Ocampo, en 1508.
  Encontró aquí el conquistador una inmensa bahía capaz de posibilitar riquezas a la vida primitiva. Prendas naturales como abundante fauna y exuberante vegetación devinieron encantos de la cultura aborigen, una cosmogonía que rendía culto al sol, Huión, y a Maroya, la luna, productora del rocío y protectora del amor. Ambos eran padres de sus principales deidades Hamao y Guanaroca.

  Las lágrimas de Guanaroca por el secuestro del primero de sus hijos, Himao, constituye la génesis mitológica de este estuario, abrigo de leyendas y tradiciones, donde parecen irrumpir sirenas, al compás de areítos y huir despavoridas por ruidos de piraguas con guerreros armados de flechas y macanas.
  La explotación del oro de aluvión y la demanda de mano de obra para extraerlo fueron la base del primer asentamiento blanco en la zona, también el comercio marítimo. Durante tres siglos se fomentaron hatos agrícolas y ganaderos, luego se incrementó la producción azucarera y cafetalera hasta que Don Luis De Clouet fundó aquí a Fernandina de Jagua en 1819 con 40 colonos franceses.
  Poco después de establecida la comarca, ya era punto de entrada de cuanto abastecía a casi todo el territorio central, y a lo largo del tiempo se ha considerado la existencia de su Puerto, como la base del desarrollo alcanzado en épocas sucesivas.
  Desde entonces, la vida ciudadana ha estado profundamente vinculada a los barcos y al mar, y es la Bahía uno de los más conspicuos ecosistemas del territorio.

PARAÍSO VOLÁTIL

  Nuevos tipos de aves terrestres habitan hoy en la Laguna de Guanaroca, única Área Protegida de la provincia de Cienfuegos. Son ellas: la Torcaza de Cuello Morado, el Solivio y Pendón de pecho amarillo, entre otras, según informa Roberto Cancio Reyes, especialista del Establecimiento Provincial de Flora y  Fauna.
  Las aves son buenas indicadoras del estado de conservación de un sitio. Mediante su estudio, podemos entender mejor los cambios incidentes en nuestro entorno.
  Además, ayudan en la dispersión de semillas y a la polinización de las plantas; controlan plagas y cumplen una importante función sanitaria, pues limpian los desechos orgánicos, ayudándonos así al cuidado de la salud ambiental.
  En el reservorio natural Guanaroca existen 170 variedades de aves, de las cuales 63 son terrestres. Entre estas las hay residentes de verano, invernales, permanentes y endémicas.
  La colonia de flamencos rosados es migratoria y para facilitar sus condiciones un proyecto de reforestación mejora el hábitat en este patrimonio de más de 3 000 hectáreas. Allí han plantado árboles frutales, mangles, soplillo, caoba y baría.
  Recientemente se desarrolló el taller "SOS Guanaroca", según dio a conocer el especialista Ángel Moreira González, del Centro de Estudios Ambientales Cienfuegos (CEAC). El evento acogió a especialistas y pobladores interesados, con el objetivo de rescatar sus valores ecológicos y culturales. Participaron especialistas del Centro Nacional de Áreas Protegidas, de la Empresa Provincial de Flora y Fauna, investigadores del Centro de Estudios Ambientales de Cienfuegos y habitantes de la comunidad aledaña.
  Cinco comisiones definieron la estrategia para su conservación y uso sostenible. La tarea forma parte del proyecto "Aplicación de un enfoque regional al manejo de Áreas Protegidas Marinas y Costeras en los archipiélagos del sur de Cuba",  apoyado por el Fondo Global para el Medio Ambiente.   
   Leyenda e historia confluyen en  Guanaroca, devenida lecho donde nimban los sueños de conservar nuestro planeta.

LEYENDA DE HAMAO Y GUANAROCA

 LOS ABORÍGENES rendían culto a Huión, el sol y a Maroya, la luna, como padres que son de sus dos principales deidades. Desde el principio de los tiempos, Huión, el sol, abandonaba periódicamente la cueva donde dormía para elevarse en el cielo y alumbrar a Ocón, la tierra, huérfana del ser humano.
  Huión tuvo un deseo: crear al hombre, para que hubiera quien le admirara y adorase, esperando todos los días su salida, y viese en Él al poderoso señor del calor, la luz y la vida. A su mágico conjuro surgió Hamao, el primer hombre. Ya tenía el astro rey quien le adorara y le saludara todas las mañanas con respetuosa alegría desde los alegres valles y altas montañas.
  Esto le bastaba a Huión y no se preocupó más de Hamao, a quien el gran amor que por su creador sentía no bastaba a llenarle el corazón, veíase solo, en medio de una naturaleza espléndida, dotada de una vegetación exuberante, en medio de la universal manifestación de vida y amor, sentía Hamao languidecer su espíritu y le afligía la inutilidad de su vida solitaria.
  Siendo imitado Huión por la sensible y dulce Maroya, la luna, quien se compadeció de Hamao, y para dulcificar su existencia, le dio una compañera, creando a Guanaroca, o sea, la primera mujer, grande fue la alegría del primer hombre, al fin tenia un ser con quien compartir goces y penas, alegrías y tristezas, diversiones y trabajos.
  Los dos se amaron con frenesí y con inacabable pasión, sin saber todavía lo que era el hastío. Ambos vivieron idílicamente hasta que les nació Imao, captor de los mimos de su madre, al punto de provocar los celos del padre.
  Un día, no creyendo resistir mas, Hamao llevó el crío al bosque, dejándolo morir de hambre y frío oculto en un güiro colgado en lo alto de un árbol. Guanaroca notó su ausencia y corrió a buscarlo infructuosa y desesperadamente, iba a caer rendida por la fatiga cuando el trino de un pájaro de hermoso plumaje la hizo levantar la cabeza y descubrirlo todo; el güiro se le deshizo en las manos, y fue tanto su llanto que inundó el valle, formando la laguna Guanaroca y la bahía Jagua.
  Del güiro brotaron majaes, (serpiente cubana), que formaron los ríos Damují, Salado, Inglés, Caonao y Arimao. Y tortugas, la mayor no pudo arrastrarse mucho y se quedó sobre la playa, formando la península Majagua, donde milenios después se fundara la villa; otras pequeñas también se cansaron y se vararon, formando los cayos Carenas, Alcatraz, Ocampo y Guano, (actual cayo Loco), que se formó con los restos de una pata de la tortuga mayor, que en lucha con un gran pez hubo de perderla, que ya desprendida flotó en el agua.
  Y brotaron también variedades de peces y animales marinos poblando la laguna, los ríos y la bahía. Hamao comprendió tardíamente el horrible pecado que había cometido y arrepentido pidió perdón a Guanaroca, quien se lo concedió. Tras el perdón vino el segundo hijo Caonao.

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