Eduardo Chinea, presidente de la Culinaria. |
NO SOLO LOS poetas tienen el don de la inspiración; ésa puede llegarnos de cualquier parte, ante un acto hermoso y noble de la vida; el amor, como lenguaje universal; la justicia al alcance de los ojos; el recuerdo hurgado allá en las honduras del pecho. Quizás no todos tengamos la gracia de desdoblarla en coplas cinceladas desde el alma o explayarla con entregues de artista, en cualesquiera que sean los medios expresivos con que la Madre Natura nos singulariza y hace únicos e irrepetibles.
El protagonista de hoy lleva su musa en el corazón y las manos, y es que no consigue la vida sin ese espacio para él ganado desde hace ya 27 años: la cocina. Eduardo Chinea Díaz, confiesa que le resulta imposible vivir sin el gorro, pañoleta, delantal y felipina los atributos del chef.
Símbolo de la comunidad social en el devenir de la historia humana, comer ha sido un acto sagrado, relacionado con el arte desde tiempos inmemoriales a través de pintores como Leonardo Da Vinci y Salvador Dalí, resulta también fuente inspiradora de creatividad, incluso hay quines afirman que la única diferencia entre el pasto y la ensalada es el aderezo, de ahí la envergadura de la cocina cubana, manifestación en la cual sobresalimos y dedicamos un día para celebrarla: el 18 de octubre.
Chinea Díaz, quien se desempeña como presidente de la Asociación Culinaria de Cienfuegos, posee una larga trayectoria entre calderos, cucharones, espumaderas, salsas criollas o catalanas… “la alegría de nuestro pueblo puede apreciarse como un reflejo fiel de su cocina, eso es un ingrediente de amor, energía aportada, de ahí el éxito irrepetible”.
Cuando en 1979 y ser desmovilizado del Servicio Militar, mi interlocutor tenía decidido estudiar para cocinero. Como antecedente familiar había un tío. Ingresa en la Escuela de Hotelería y Turismo y enrumba sus pasos, al graduarse, hacia distintos hoteles de la provincia como el “Jagua”, “Rancho Luna”, “Pasacaballo”, red extrahotelera de la cadena Islazul, hasta su elección como presidente de la Asociación Culinaria, en 1996.
“Conocer cómo es una cocina por dentro y el sacrifico y abnegación que ello acarrea, ha sido el mayor premio, desde afuera se aprecia muy bonito, pero constituye una gran responsabilidad, porque se trata de elaborar alimentos, para satisfacer el paladar de otros, eso resulta una de las tareas más complejas, pues los gustos son diversos.
Sin dudas, azuzado por la celebración en Santiago de Cuba del primer Festival Culinario Internacional del Caribe, evento que acogió a importantes figuras, entre ellas a Gissur Gudmundss, presidente de la Asociación Mundial de Chef (WACS) y Gerard Dupont, máximo representante de la asociación francesa, Chinea pudo medir la calidad de la cocina cubana.
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