Más de 100 piezas -algunas auténticas- con alto valor patrimonial serán
exhibidas en el primer museo de títeres en Cuba que acogerá la Casa Pedroso, ubicada
en el centro histórico de la
Habana Vieja.
La directora de la sala teatro El Arca,
Liliana Pérez Recio, dijo que la valía de estas figuras, varias de ellas
réplicas de originales con valor didáctico, radica en la información que
ofrecen sobre el espectáculo, época, autor, diseñador y actor que las animó.
Junto a la idea de abrir una sala de teatro para títeres, el Historiador
de la Ciudad,
Eusebio Leal, propuso hacer un museo que acogiera una colección, dijo.
Es por ello, añadió, que en 2009 recorrimos el país y convocamos a todos
los grupos titiriteros a que se sumaran a esta empresa, y a partir de entonces
también comenzamos a recibir donaciones de muchos amigos del mundo.
Entre los retos actuales de la institución sobresalen concluir la
construcción del mobiliario y concretar la curaduría de la muestra, cuyos
trabajos se realizan desde hace cuatro años.
"Realmente lo más difícil ha sido terminar el mobiliario por la
complejidad del mismo, en tanto queremos que las personas interactúen con cada
pieza que se muestre en el museo, que por demás se caracterizará por su
atmósfera teatral.
"Cada sala recreará la historia y los lugares del teatro como
pueden ser los camerinos, las áreas tras bambalinas o los talleres para
confeccionar los muñecos. Por tanto, cada mueble será una joya y una obra de
arte en sí", precisó la directora de esta institución.
En el museo la presencia del titiritero y su técnica para animar a las
marionetas podrá ser percibida por el público aunque no esté físicamente ni en
las vitrinas, y también contará con una colección del Teatro Nacional de Guiñol
y otra universal, a través de sus personajes más típicos.
Entre los objetos que las personas podrán apreciar destacan
fundamentalmente los procedentes de varios países latinoamericanos y de
instituciones cubanas como la
Casa de Asia, África, Obrapía y Cervando Cabreras, los cuales
no aparecen en sus colecciones, indicó Pérez Recio.
Promover un arte
relativamente joven en Cuba, con poco más de 60 años de rica historia y extenso
quehacer profesional, constituye la razón de ser del primer museo de títeres,
que para el próximo año puede exhibir la Casa Pedroso como
parte del proyecto El Arca.
Muy interesante y que se mantenga, ya que en Cuba existe una cultura muy alta, con mucha calidad humana, artística muy ptofesional. Un abrazo a todos - El Rolo
ResponderEliminarGracias Rolando por tu comentario y te agrego esta información que tenía por ahí guardada acerca de la fundación del Teatro Nacional de Guiñol. Para ti y todos aquellos interesados:
ResponderEliminarCon el triunfo revolucionario del primero de enero de 1959, el Consejo Nacional de Cultura (CNC) crea el Teatro Nacional de Guiñol (TNG), “con el objetivo de agrupar un conjunto titiritero de calidad, alto nivel artístico y con carácter nacional”. El Teatro Nacional de Guiñol fundado el 14 de marzo de 1963, cristalizaba etapas precedentes de búsquedas y aproximaciones; de tientos y diferencias; del trabajo de creadores que, como los hermanos Camejo, habían aunado esfuerzos y sueños por un teatro de títeres nacional. La década de los sesenta marcaron los días fundacionales de la expresión titiritera cubana. El personaje creado por la escritora Dora Alonso, Pelusín del Monte, el títere que identifica lo cubano, en la poesía del teatro, se asienta en el retablo de maravillas del TNG. Los cuentos tradicionales como La Caperucita Roja, en la versión de Modesto Centeno, así como La Cenicienta; El gato con botas y Pinocho, entre otros, deslumbran al auditorio que aplaudía igualmente las versiones de El pequeño príncipe, de Antoine de Saint-Exupery y La Cucarachita Martina y el Ratoncito Pérez del dramaturgo Abelardo Estorino.
No sólo los niños colmaron la platea de la sede del TNG. Títulos dirigidos al público adulto como Ubú Rey, de Alfred Jarry; La Celestina, de Fernando de Rojas; Don Juan Tenorio, de Zorrilla; Asamblea de mujeres, de Aristófanes; La loca de Chaillot, de Jean Giradoux y las lorquianas El maleficio de la mariposa, El amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín y El retablillo de Don Cristóbal convencieron a público y crítica. Mención aparte para los títulos Chicherekú, La loma de Mambiala, Shangó de Imá y Los Ibeyis, basados en la mayoritaria cultura popular cubana de origen africano, pues como apuntara Rine Leal, "...cuando un texto dramático es servido con eficacia teatral, poco importa si los actores son de carne y hueso, o de maderas cubanas, o de las dos cosas". Una labor que ha llenado de orgullo a los miembros fundadores del Teatro Nacional de Guiñol lo constituye la creación de los grupos profesionales de provincia mediante cursos, seminarios, talleres y asesoría directa sobre la especialidad escénica. Reconocimientos de carácter nacional e internacional al trabajo desarrollado por la agrupación los impulsan a nuevas metas. En 1982, el Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral (CELCIT), con sede en Caracas, Venezuela, le otorga el prestigioso Premio OLLANTAY. Giras, Festivales y Encuentros en España, Eslovaquia, Italia, Polonia, República Checa, Reino Unido, Rumania, Suiza, Ghana, Vietnam, Argentina, Colombia, Ecuador, México, Perú, República Dominicana, Venezuela y otros, conocen y orientan el oficio titiritero trashumante.
Entre los títulos más representados en los escenarios del mundo están El Panadero y el Diablo, junto a El pícaro burlado, como homenaje al maestro argentino Javier Villafañe, dirigidas e interpretadas por Armando Morales. Historia del muy Noble Caballero Don Chicote Mula manca y de su fiel compañero Ze Chupanza del brasilero Oscar Von Phul, dirigida por Roberto Fernández; La República del caballo muerto, del argentino Roberto Espina y La lechuza ambiciosa, del cubano Onelio Jorge Cardoso, ambas dirigidas por Morales, también han sido apreciadas por el respetable.
Repertorio:
El panadero y el diablo
SOS Pelusin
Historia de burros
El perrito travieso
Quico Quirico
El Quijote anda
Chímpete Chámpata