Flama y brisa se imbrican en tibia caricia. Nodriza del crepúsculo, la ciudad aguarda el alba y reverencia el mar que la corteja. Simbiosis de océano y resol; génesis de sus epítetos y suntuosidad; especie de sortilegio de esta ribera caribeña... Cienfuegos, la Perla del Sur.

jueves, 5 de diciembre de 2013

“Vivir” de ti, de mí, de todos



Por Mercedes CARO NODARSE

  Lo sé, ¡muy bien que lo sé! He tenido que acudir a ellos, lo confieso, pero ¿quién no? Acá espero la respuesta de alguien. Aunque “odiados”, repudiados, catalogados como raza indeseable, los revendedores nos “resuelven” muchas veces el problema del momento. Y es que ellos comercian con productos rebajados de precios o aquellos altamente cotizados, los cuales presentan un déficit de producción, altos precios o mala calidad en el mercado estatal. 
  Estos individuos son verdaderos economistas en cuanto a la obtención de ganancias. Poseen un listado de precios ¡interno! el cual les permite alcanzar el doble y hasta el triple sobre el monto de la mercancía. Por ejemplo, las bombillas fluorescentes tienen un importe de 18 pesos en MN, ¡ahhhh!, sin embargo, ellos le colocan una “multa” de 22, al ofertarlas a ¡40! Igual ocurre con artículos tales como los cintos, vasos, jabones…, y todo aquello que puedan adquirir con el muy marcado fin de especular.

  Pero no es sólo eso. A la vista de ¡¡¡todos!!!, en las esquinas —intransitables, principalmente la de 33 y Bulevar, en Cienfuegos— proponen desde una pitusa de “marca”, medias para hombres, pulóveres, gafas de todo tipo, espejuelos graduados (¡¡¡y hasta bifocales!!!), cuchillas de afeitar, pinturas (y de alguna manera la de vinil blanco —a 85 pesos en el mercado nacional—, y no obstante inalcanzable para cualquier ciudadano, porque al parecer se agota, volatiliza, esfuma… tal y como llega), entre otros muchos artículos electrodomésticos (ollas arroceras, multipropósitos, calentadores, duchas eléctricas ¡y lo inimaginable!) cuya procedencia bien valdría una investigación ¿periodística?, ¿policial?, ¿empresarial?
 Con estos especímenes “el cliente siempre tiene la razón y encuentra lo deseado”, pues si no cuentan con el artículo o talla ansiados en ese momento, los consiguen con una breve gestión en la “cofradía”.
  A veces alguien grita una palabra clave, y se dispersan hacia un lugar seguro, pero pasada la tempestad regresan. Más de una vez han sido desplazados, incluso, por los propios trabajadores de las unidades comerciales, pero vuelven una y otra vez con inusitada fuerza.
  Aunque la especulación es tan vieja como la antigua humanidad, el término “mercado negro” surgió en Europa durante la primera guerra mundial con la introducción del racionamiento en los países beligerantes. Se dice que este mercado aparece en tiempos de crisis o en países de economía planificada, cuando se imponen controles de precios y racionamientos de bienes, con el fin de asegurar una distribución equitativa.
  En Cuba, su auge vino con mayor fuerza aparejado a la despenalización del dólar y la apertura de las Tiendas Recaudadoras de Divisas (TRD). Esta actividad ilícita cuenta con su propia organización interna, aunque existen vendedores independientes. Otros se agrupan en áreas fijas ardedor de un comercio determinado, panaderías, mercados.
  Enfrentar a tales individuos requiere “armarse” —no con palos y dientes— de una férrea voluntad de hacer cumplir lo legislado. Porque, entonces ¿para qué tantos agentes del orden público en las principales arterias de la ciudad? Eso por una parte, por la otra, debe impedirse la venta al por mayor de artículos de primera, segunda, tercera…. necesidad. Fui testigo presencial en la tienda “Juraguá”, perteneciente al CIMEX, de la rotunda negativa de la dependienta del área de Ferretería, de proveerle a uno de estos sujetos unas llaves —quien pretendía adquirir más de diez. “¡Solo dos por persona!”, dijo y no tranzó, amén de las amenazas y el elevado tono de la voz.
  En el Código Penal, la especulación y el acaparamiento están en la misma figura delictiva, la cual tiene una sanción de tres meses a un año de privación de libertad o multa de 100 a 300 cuotas, junto con la confiscación de las mercancías. Ser más enérgicos en la aplicación de las leyes, y mantener un permanente “gardeo” por parte de los compañeros de la PNR sobre estos —muy conocidos por cierto— individuos impedirá que sigan “viviendo” de ti, de mí y de todos.


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