Por Mercedes CARO NODARSE
Las gorgonas eran tres monstruos, cuyas
cabezas estaban rodeadas de serpientes, poseían grandes colmillos, manos de
bronce y alas de oro, las cuales eran conocidas por sus atrocidades y maldades,
capaces de convertir en piedra al que osaba mirarlas a los ojos. Hoy han
reencarnado en modernas bestias que, como salidas de la caja de Pandora, deambulan,
solapadas, por el interior de las entidades estatales.
Son tales los desaguisados cometidos
por la malversación, el robo y la corrupción, que no pocos ven cómo la piel se
les pone de gallina o se les erizan los pelos ante su presencia; quizá habrá
algunos que sufran de estrabismo o de una distonía en los músculos del cuello que
les impide voltearse para enfrentarlas.
Ahora recuerdo que en cierta
ocasión creí estar delirando, cuando escuché la intervención -en una de las
tantas reuniones a las cuales somos obligados a ir y darles cobertura- de un
participante: “Estamos señalados en el informe por la comisión de 18 delitos de
hurto en nuestra entidad, pero eso resulta INSIGNIFICANTE, si lo comparamos con
los 365 días que tiene el año”.
¿Qué es lo significativo, entonces?
¿La justificación de los hechos o la actitud tolerante? ¿Cómo puede representante
de un colectivo laboral pensar de esa manera, realizar un cálculo tan frío e
inexacto? Lejos está de comprender que un solo delito, desvío de recursos o
acción similar daña en lo más profundo a la economía nacional, lacera la imagen
de su entidad e interfiere en la emulación socialista.
Entre las causas que propician estas
transgresiones económicas, robos, hurtos, o como prefieran llamarle, están las
indisciplinas, el ineficiente control interno, las irregularidades en la aplicación
de la política de cuadros, inadecuados métodos y estilo de dirección con
marcados y negativos problemas organizativos, falta de sistematicidad,
burocratismo, ausencia de un efectivo quehacer de equipo y deficiente control y
supervisión por los organismos superiores a entidades, y de éstas a unidades y
áreas.
En las reflexiones del compañero
Fidel Castro, titulada Los vicios y las
virtudes, publicada el 19 de septiembre de 2009, refería que toda
manifestación de privilegio, corrupción o robo tiene que ser combatida, “no hay
excusa posible en esto para un verdadero comunista. Cualquier tipo de debilidad
en tal sentido es absolutamente inadmisible”, escribió.
Más adelante alertaba acerca de que
el robo en fábricas, almacenes, servicios automotrices, hoteles, restaurantes y
otras actividades donde se manejen recursos o dinero, tiene que ser lidiado sin
tregua, sancionar a los responsables de forma madura y eficaz, aparte de
las medidas legales correspondientes.
La palabra delito deriva del verbo
latino delinquere, que significa abandonar, apartarse del buen camino,
alejarse del sendero señalado por la ley, por lo tanto, el robo es un delito contra el patrimonio, consistente en el apoderamiento de bienes ajenos, con
intención de lucrar.
Según muestran estadísticas
jurídicas las personas desvinculadas del trabajo y el estudio son las más
propensas a la indisciplina social en su utilización del tiempo libre y a
obtener ganancias individuales de forma fácil e ilícita. Son estos individuos
el caldo de cultivo de la ilegalidad, el trampolín para el enriquecimiento de
unos pocos que especulan con lo sustraído de los almacenes y lo circulan por
los vericuetos del mercado negro.
Evaluar la actividad de prevención
y la necesidad de multiplicar los esfuerzos en el cultivo de valores éticos y
morales, desarrollo del conocimiento y la conciencia para erradicar los daños
provocados como consecuencia del voluntarismo, inercia, mecanicismo y
acomodamiento de quienes tienen la responsabilidad de dirigir y administrar los
recursos materiales y humanos, debe ser una tarea constante, alejada de
paternalismos o falsos conceptos de amistad.
No por gusto en los Lineamientos de la Política Económica y
Social, aprobados en el reciente VI Congreso del Partido, se recogen desde
principio a fin, la voluntad de velar por los recursos del Estado y combatir,
desde cualquier sitio, aptitudes como las narradas en este comentario.
Entonces, la lección para el
interlocutor de marras será bien clara. Ganar en esta batalla de males,
desatados de la famosa “cajita”, abierta por la curiosidad de la joven Pandora,
es posible si quienes deben cuidar por el patrimonio ajeno profundizan en las
vías de detección de las causas y condiciones propiciadoras del delito y la
ilegalidad; por supuesto, sin excluir el rigor al procesar las conductas
delictivas e indisciplinas sociales, pues son éstas las que más afectan al país
y a la población.
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