Flama y brisa se imbrican en tibia caricia. Nodriza del crepúsculo, la ciudad aguarda el alba y reverencia el mar que la corteja. Simbiosis de océano y resol; génesis de sus epítetos y suntuosidad; especie de sortilegio de esta ribera caribeña... Cienfuegos, la Perla del Sur.

martes, 22 de abril de 2014

Curiosidades de Cienfuegos: los recatados balnearios de antaño (+video)



  Por Mercedes Caro Nodarse
Baño público ubicado donde está el "Covadonga".
Una peculiar edificación denominada “caseta” comenzó a proliferar en determinadas franjas del litoral de la bahía de Cienfuegos a inicios de la pasada centuria. Muelle mediante, esta suerte de garitas acuáticas se adentraba en el mar, sobre todo en un área citadina que todavía hoy se conoce como La Punta.
  La estructura de estas obras respondía a regulaciones urbanísticas vigentes en los primeros años del pasado siglo. Estaban construidas con cercas de tablas o de estacas para defender el perímetro de peces nocivos y miradas indiscretas, según estipulaba la Ley.
  Las normas de la época tampoco permitían que se bañaran juntas en público personas adultas de sexos diferentes. De manera que estas casillas permitían compaginar el legítimo derecho a la recreación con lo que se consideraba por entonces como una conducta social adecuada.


Baño privado ubicado en el litoral de La Punta.
  También se exigía a los dueños o encargados de estos establecimientos que los menores de catorce años entraran al baño acompañados de una persona mayor. Les obligaba además a disponer de un botiquín con los medios necesarios para enfrentar cualquier accidente. 
  Incluso, disposiciones hoy lamentablemente no tan respetadas estipulaban que caballos y perros sólo podían bañarse en los sitios designados por la autoridad municipal, por supuesto lejos de las áreas destinadas a las personas.
  Muchas residencias de veraneo en la zona de Revienta Cordeles, Punta Gorda o La Punta disponían de casetas privadas, que coexistieron con las construidas para uso público en una extensa franja de litoral cienfueguero

La Punta hoy, sin casetas para el baño.
  La distensión de las costumbres, el corrosivo ambiente marino y la urbanización de esta prolongación citadina, hicieron desaparecer estas casetas de baño. Pero en su lugar se levantaron estructuras mucho más sólidas, que reservaron las mejores playas de Punta Gorda para sociedades exclusivas y propietarios más solventes.
  De estas últimas todavía quedan huellas. Pero nada recuerda ya a las pintorescas y recatadas casetas, en la que nuestros bisabuelos osaban aligerarse de ropas para disfrutar de un baño de mar.

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