Por Mercedes Caro Nodarse
¿Qué cienfueguero no ha
permanecido durante horas frente al mar, presenciando uno de los espectáculos
más hermosos que nos regala esta bahía? Su luna, esa que brilla sobre el litoral de Cienfuegos
mientras sus reflejos, cual velo de bella novia, esconden para la eternidad las
notas y versos de una canción poema, que es orgullo y distintivo nuestro.
La increíble sensación que experimentamos
todos inspiró también a José Ramón Muñiz Carballo (1910-2001), el autor de "Luna Cienfueguera", canción
emblemática de esta urbe que hoy, 22 de abril, cumple 195 años de fundada. Más allá del acontecimiento discográfico,
"Luna Cienfueguera" constituye una composición representativa de
nuestra ciudad la Perla del Sur. Razones las tiene desde el punto de vista de
su belleza musical, así como por el contenido poético de su letra.
En su Autobiografía, Muñiz cuenta que esa
pieza, calificada por él como su “novia blanca”, se cantó por primera vez el
domingo 7 de diciembre de 1947, durante una velada patriótica dedicada por el
Ateneo de Cienfuegos a honrar la memoria de los caídos en las guerras por la
independencia. En aquella ocasión la pieza fue interpretada por Idalmi García,
artista de CMQ Radio, acompañada al piano por una sobrina del célebre Antonio
María Romeu.
Desde entonces, como una semillita que
germina donde nadie la ve, el bolero fue adueñándose primero del gusto de los
habitantes de la localidad, y muy pronto llegó a convertirse en un éxito en
toda Cuba.
Su versión más popular fue grabada por el
Conjunto Casino con el intérprete Roberto Espí, y apareció en el acetato
facturada por la firma disquera Panart. Desde entonces a la fecha, muchos han
sido quienes la han incluido en su repertorio, entre ellos el Conjunto de Sones
Tradicionales Los Naranjos, quienes en 1980 grabaron un disco de Larga Duración
con dicha pieza, de la cual hicieron un excelente arreglo.
En opinión de Muñiz, el arreglo que más se ha
identificado con el espíritu de la canción fue hecho por el maestro Gonzalo
Roig, teniendo como solista a Martha Pineda.
José Ramón Muñiz contó cómo nació tal melodía.
Recién llegado a Cienfuegos comenzó a trabajar en la Aduana como inspector y
muchas veces tuvo que pasarse interminables horas sentado o a pie frente a los
muelles.
De aquellas faenas, buena parte le ocuparon
el horario de la madrugada y la noche, y desde allí contemplaba a lo lejos
numerosos puntitos que iluminaban la bahía, como salpicándola de luces: ¡Los
humildes barcos de los camaroneros! Gente humilde, en su mayoría del barrio de
Reina, que se ganaban malamente la vida con largas noches en pro de la captura
del delicioso crustáceo. Como diría luego el mismo poeta en una de sus obras:
"Ballet de eternos mal ratos, que bailan los pescadores casi siempre sin
zapatos".
Junto a los barquitos camaroneros, como
permanente centinela, aparecía la Luna, blanca y helada como si destilara miel
y fiel acompañante de aquellos hombres sencillos que constituían un elemento
irrevocable del paisaje marinero en nuestra ciudad.
Desde su niñez traía Muñiz el alma de poeta,
lo mismo que la sensibilidad hacia los más pobres; siendo pequeño padeció las
carencias de una vida en el campo, junto a la hostilidad de la Ciénaga de
Zapata, y a cuyo enclave del Sur de Cuba dedicara su libro "Ciénaga",
considerada por él su obra poética más acariciada, por constituir una poesía de
un paisaje natal y contener elementos autobiográficos mezclados con reflexiones
cargadas de misticismo.
Frente al Muelle Real, entre sogas, barcos,
pescadores, anzuelos y muy frente al mar, nació "Luna Cienfueguera",
exactamente en la caseta del ferrocarril. Su letra comenzó a escribirla de
madrugada y, como no tenía un lápiz a mano, tuvo que hacerlo sobre una tabla
con un pedazo de carbón vegetal.
Confesó Muñiz que esa canción es y será
siempre un reconocimiento muy merecido a los trabajadores del mar. Quien
primero la escuchó fue un compañero suyo de trabajo, de apellido Grau, quien,
aunque profundamente dormido, se despertó al oír a Muñiz cantarla a todo pecho.
A Grau le brotaron lágrimas, al tiempo que le decía: "Ay, Muñiz, yo nací y
me crié en estos muelles".
Hoy pertenece a todos los cienfuegueros como un Patrimonio de lo mejor de nuestra cultura de todos los tiempos. Lejos de su adorada Luna murió Muñiz; partió de la tierra natal para reunirse con su hijo y nietos, pero su corazón se quedó para siempre frente al Muelle, lo mismo que merodeando por el ancho Malecón de la ciudad a la cual le cantó como nadie antes ni después, con música y poesía, como más tarde, nostalgia.
Hoy pertenece a todos los cienfuegueros como un Patrimonio de lo mejor de nuestra cultura de todos los tiempos. Lejos de su adorada Luna murió Muñiz; partió de la tierra natal para reunirse con su hijo y nietos, pero su corazón se quedó para siempre frente al Muelle, lo mismo que merodeando por el ancho Malecón de la ciudad a la cual le cantó como nadie antes ni después, con música y poesía, como más tarde, nostalgia.
Luna, lejana novia helada
No nos dejes tan solos
Que nos haces llorar.
Luna, cienfueguera luna,
Arpa eres sobre el mar.
Tienes inquietud de estrella,
De marino y mujer.
Eres novia blanca
De nuestros amores
Luna cienfueguera,
Luna de cristal.
Cuando tú te alejas
Huyen tus reflejos
Mira cómo viajan
Los camaroneros
A encender luceros
En el litoral.
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