Este martes 8 de noviembre tendrán lugar las
elecciones en Estados Unidos, pero antes tuvieron que recorrer un largo camino que comenzó con las
primarias que tuvieron lugar en Iowa como es ya tradicional, el pasado 1ro de
febrero, aunque la fecha varía. No obstante, Iowa no es de los estados más
importantes en cantidad de votos para la presidencia, pues sólo otorga seis,
bien distante de su vecino Illinois con 20 o de los gigantes California (55),
Texas (38) o Florida y New York (29).
A continuación, ocho
preguntas básicas para comprender cómo funcionan las elecciones primarias en
los Estados Unidos y qué puede ocurrir en este año.1.-¿Cuáles son las principales características de las elecciones primarias?
Las elecciones primarias en los Estados
Unidos son un largo proceso de votaciones y “caucus” (asambleas), término
empleado en algunos estados para elegir a los candidatos presidenciales de los
partidos Demócrata y Republicano.
En esta parte de la contienda electoral se
elige a los delegados que nombrarán, en las convenciones partidarias, a los
candidatos a la Presidencia. La cantidad de delegados que otorgan las
votaciones varía de estado a estado.
Los demócratas eligen cuatro mil 764
delegados y los republicanos dos mil 472.
Las primarias son
financiadas por cada estado y para votar hay que registrarse previamente, lo
que dificulta el proceso y atenta contra la cantidad de votantes. Además, no
todas las votaciones son abiertas, en algunos casos solo pueden votar los
afiliados a cada partido.
En el caso de los republicanos, el modelo
varia dependiendo del estado,
en algunos se emplea el método proporcional (como los demócratas) y en otros el
sistema de “el que gana, se lo lleva todo”.
Como en las elecciones no se vota
directamente por el candidato, se eligen una cantidad de delegados, quienes
cuando celebra la convención (ver abajo) deben elegir al político afiliado a
ellos. Por ejemplo, si Hillary gana en el 70 por ciento de los votos en New
York, esto debe garantizarle que el 70 por ciento de los delegados de ese
estado la elegirán a ella como candidata a la Casa Blanca.
2.-¿Qué es un un ‘caucus’ y en dónde se realizan?
Los “caucus” son reuniones o asambleas
partidarias que se realizan en algunos estados para decidir a qué candidato
respaldarán los delegados.
En estas
asambleas, los ciudadanos debaten por varias horas y luego escriben en un papel
su voto (en algunos lugares se
vota a mano alzada). Luego, se realiza el recuento de los votos obtenidos por
cada candidato en cada uno de los “caucus” y de esa manera se elige al
candidato del partido por ese estado.
3.-¿En qué consiste una convención?
Luego del proceso de las primarias, los
demócratas y republicanos realizan sus convenciones, en las que formalmente
definen a sus candidatos presidenciales.
Los republicanos realizaron su convención en
Cleveland (Ohio), el 18 de julio, mientras que los demócratas celebraron la suya en Filadelfia
(Pensilvania) una semana más tarde.
Estas reuniones son básicamente cuatro días
de espectáculos que destacan las virtudes de un candidato, quien es finalmente
aclamado por los delegados en la jornada final.
El fin de las convenciones marca el inicio de
la fase de la elección general, cuando los candidatos pasan a disponer de los
recursos financieros recaudados específicamente para esta etapa.
4.-¿Cuántos delegados se ocupan para ganar una convención?
El
candidato republicano necesita mil 237 delegados y el aspirante demócrata dos
mil 382.
Además, los partidos cuentan con
“superdelegados”, que son delegados que votarán en la convención nacional pero
que no fueron electos en una primaria. Estos delegados apoyan a los candidatos
más por ideología o afinidad y pueden anunciar su apoyo a lo largo de la
campaña, incluso antes de que empiecen las primarias.
5.-¿Por qué se la da tanta importancia a la elección de Iowa?
Es la primera cita electoral y funciona como
un filtro de candidatos, ya que al ser el punto de partido los candidatos con
más tiempo en el estado y tienen la posibilidad de moverse con facilidad y
tener eventos “íntimos” con los votantes.
Los habitantes se precian
de que son los que estudian mejor a los candidatos y un triunfo en Iowa puede
convertirse en un trampolín importante para las siguientes votaciones, como le pasó a Obama en 2008, Carter, en
1976; Gore, en 2000 y Kerry en 2004.
Durante el largo proceso de las primarias, el
candidato que obtenga la mayoría absoluta de los delegados partidarios a nivel
nacional tiene garantizada su nominación.
La
importancia del estado norteño se manifiesta también en el manejo de las redes
sociales, los candidatos suelen destacar su presencia en el estado
6.-¿Quiénes pueden ser candidatos en una primaria?
Un candidato a presidente de Estados Unidos
debe ser ciudadano natural nacido en Estados Unidos, tener por lo menos 35 años
de edad y haber residido en Estados Unidos durante por lo menos 14 años. Un candidato a vicepresidente debe cumplir con
los mismos requisitos. Según la 12ª enmienda a la Constitución, el
vicepresidente no puede ser del mismo estado que el presidente.
Debido a tales condiciones se ha debatido
profundamente acerca de si el cubano-canadiense-americano, Ted Cruz, puede ser
candidato a la presidencia. El senador, de padre cubano y madre estadounidense,
nació en Canadá y adquirió la nacionalidad al momento, pero
es considerado como no
nato.
7.-¿Quiénes llegan como favoritos a esta elección?
La favorita por los
demócratas fue Hillary Clinton,
aunque vio por el retrovisor cómo su rival más directo, Bernie Sanders, se le
acercó peligrosamente en los sondeos. Por su parte, la lucha
republicana se centró entre Donald Trump y Ted Cruz.
8.-¿Qué temas están marcando la campaña?
El control de armas,
medidas de seguridad nacional, los desafíos de la migración y la situación de
la economía son las
preocupaciones fundamentales entre los aspirantes a la Casa Blanca en las
elecciones.
En
los comicios de 2012 la discusión se centró solo en la economía, después de la
crisis financiera de 2007 a 2009.
HILLARY CLINTON VS DONAL TRUMP
La elección presidencial en Estados Unidos se
presenta como un duelo en blanco y negro: una mujer frente a un hombre, una demócrata
versus un republicano, una política experimentada de discurso elaborado contra
un outsider magnate de lengua afilada.
Las diferencias entre Hillary Clinton y
Donald Trump parecen bastante claras, incluso desde antes que surgieran contra
él las acusaciones de abusos sexuales que comprometen sus posibilidades de
ganar el mes próximo.
Un abismo parece separar a los candidatos en
temas como inmigración, aborto, beneficios sociales, regulación financiera o
alianzas con otros países.
Además, ambos se han encargado de oponerse
uno al otro para definirse a sí mismos. Los expertos coinciden en que el
contraste es fuerte, al menos en términos personales.
“No es necesariamente la
(elección) más polarizada en ideología, pero es personalmente
más polarizada", comentó Bruce Oppenheimer, profesor de ciencia política
en la Universidad de Vanderbilt, a BBC Mundo.
Sin embargo, esta confrontación ha relegado a
un segundo plano las coincidencias que tienen los candidatos en asuntos
importantes.
Vean los cuatro temas en los que el blanco y
negro de las elecciones estadounidenses tienden a transformarse en gris:
Comercio exterior
Tanto Clinton como Trump han indicado que
promoverían políticas comerciales más restrictivas
o menos abiertas que durante los ocho años de presidencia de Barack Obama.
El punto donde eso se nota más claramente es
en la oposición de ambos candidatos al Acuerdo Transpacífico
(TPP por sus siglas en inglés) negociado por el gobierno de Obama con otros 11
países, incluidos México, Perú y Chile.
Además, ambos candidatos se manifestaron
dispuestos a imponer aranceles a competidores desleales del
exterior, aludiendo de forma más o menos directa a China: Trump
llegó a decir que esos aranceles alcanzarían hasta 45% para los bienes
provenientes de ese país, algo que Clinton ha evitado prometer.
Todo esto ocurre cuando aumenta la
preocupación en algunos sectores de la sociedad estadounidense sobre el efecto
de la apertura comercial en el mercado laboral doméstico.
De hecho, Trump ha acusado a Clinton
de cambiar su opinión sobre el TPP para asemejarse a él,
recordando que, como secretaria de Estado de Obama, lo definió como el
"patrón oro" de los acuerdos comerciales.
Oppenheimer cree que el cambio de Clinton
responde a las "circunstancias electorales, y es una pregunta aparte si
esa será su posición siendo presidenta: es más probable verla renegociar
ese acuerdo comercial antes que declararlo muerto".
Pero
recuerda que lo que Trump plantea tampoco era la "posición
predominante" en su partido Republicano, tradicionalmente más proclive al
libre comercio.
Armas y listas de terror
La
cuestión de la tenencia de armas de fuego y la posibilidad de establecer
restricciones es otro de los temas calientes en Estados Unidos que enfrentan a
Clinton y Trump.
Clinton
se ha manifestado dispuesta a aumentar los controles
para la venta de armas que se hacen, por ejemplo, por internet, sin una
verificación de los antecedentes del comprador.
Trump,
en cambio, rechaza la mayoría de las restricciones propuestas para la adquisición de
armas, señalando que este es un derecho consagrado en la Segunda Enmienda de la
Constitución que hay que defender en las urnas.
De
hecho, el republicano ha logrado el apoyo de la influyente Asociación Nacional
del Rifle (NRA por sus siglas en inglés).
Sin
embargo, Trump y Clinton han coincidido en la idea de prohibir
la venta de armas a personas que figuren en la lista del gobierno como
impedidas de volar en avión por presuntos vínculos con el terrorismo.
"Si
eres demasiado peligroso para volar eres demasiado peligroso para comprar un
arma", dijo Clinton en su primer debate con Trump el 26 de septiembre.
"Estoy de acuerdo
contigo", indicó poco después Trump, en una llamativa sincronía. "Hay que mirar muy firmemente las
listas de no-vuelo y de vigilancia".
Esto
le valió al magnate críticas de algunos que cuestionan su defensa de la Segunda
Enmienda y recuerdan que esas listas son consideradas imprecisas incluso por
organizaciones de derechos civiles.
Guerra de Irak
La
polémica guerra de Irak iniciada en 2003 por el entonces presidente
estadounidense George W. Bush sigue siendo un tema de discusión electoral en
este país.
Trump
recuerda cada vez que puede que Clinton, siendo senadora, votó a favor de la
resolución del Congreso que en 2002 autorizó a Bush a usar la fuerza contra
Irak.
La
candidata niega que eso haya dado un "cheque en blanco" a Bush para
ir a la guerra o respaldar su política de ataques preventivos (algo que dijo
expresamente en el Senado) y admite que poco después se
arrepintió de haber dado ese voto.
Pero
que Trump se haya opuesto a la guerra de Irak, como él mismo repite en esta
campaña, está lejos de ser algo comprobado.
La
evidencia sugiere más bien lo contrario.
En
ese mismo año de 2002, el conductor radial Howard Stern le preguntó si apoyaba
la eventual invasión de Irak y Trump respondió: "Sí, supongo que sí".
Clinton le recordó esto durante el primer debate.
Trump
respondió que ese había sido un comentario "a la ligera" y que en
privado le había dicho a un presentador de Fox News que la guerra iba a
desestabilizar Medio Oriente, pero no hay pruebas claras de eso.
Sí
es un hecho que, después del comienzo de la guerra, Trump comenzó a
expresar dudas, del mismo modo que lo hizo Clinton.
Gasto en infraestructura
Este
es otro de los raros puntos de acuerdo entre Clinton y Trump: la idea
de que el gobierno federal aumente sus inversiones en infraestructura,
desde carreteras hasta aeropuertos, pasando por escuelas.
Ambos
ven esto como una forma de impulsar un crecimiento económico mayor al que
Estados Unidos ha tenido desde la crisis de 2008.
Clinton
ha prometido enviar al Congreso un plan de infraestructura por US$275.000
millones, financiados en buena medida con una revisión de los impuestos
comerciales.
Y
Trump ha dicho que al menos duplicaría esa inversión, impulsando un plan de
reconstrucción de hasta un billón de dólares. El dinero provendría de impuestos
a una nueva producción energética actualmente restringida.
La
idea de aumentar el gasto gubernamental en infraestructura cuenta con el apoyo de
sectores industriales y de expertos.
Pero
esto tampoco genera unanimidad: Edward Glaeser, un profesor de economía de
Harvard, ha advertido que el dinero podría acabar en proyectos y lugares donde
menos se necesita, por decisiones equivocadas tomadas por políticos.
Con esas palabras definió la revista The Economist las elecciones presidenciales en Estados Unidos en un editorial publicado en diciembre de 2015.
Once
meses más tarde, cuando los votantes están a punto de escoger al sucesor de
Barack Obama al frente de la Casa Blanca, muchos pueden tener dudas sobre la
calidad o el buen gusto de la función a la que han asistido, pero de lo que no
hay duda es de que se trata de la más costosa del mundo. De acuerdo con
estimaciones del Centro para Políticas Responsables (CRP, por sus siglas en
inglés), una ONG que hace seguimiento al financiamiento de la política en
Estados Unidos, la actual campaña presidencial estadounidense ha
costado unos US$ 2.651 millones.
El
cálculo se basa en la información recopilada por la Comisión Federal Electoral
y equivale a un gasto promedio de US$ 11,67 por cada uno de los 227
millones de estadounidenses que, según la Oficina del Censo, tienen edad de
votar.
De
acuerdo con las cifras del CRP, la campaña de la candidata presidencial
demócrata, Hillary Clinton, había recibido hasta el 31 de octubre unos US$ 687
millones, lo que la ubica unos 34 millones por detrás de los US$ 721 millones
recaudados en 2012 por Obama.
En
el caso del aspirante presidencial republicano, Donald Trump, su campaña ha
recaudado unos US$ 307 millones, casi US$ 150 millones menos que los
conseguidos en 2012 por el equipo de Romney.
Sin
embargo, los montos recolectados por los equipos de campaña de cada candidato muestran
solo una vista parcial del costo real de la carrera para llegar a la Casa
Blanca.
Hay
una parte sustancial de recursos que entran en juego a través de los llamados
Comités de Acción Política (PAC), que son organizaciones creadas para
recolectar fondos que luego son usados para hacer campaña a favor o en contra
de algún candidato o iniciativa.
Más
importantes aún son los llamados SuperPACs, surgidos a partir de una decisión
de la Corte Suprema de Justicia del año 2010. Se diferencian de los PACs en que
deben ser "independientes" y no pueden donar sus fondos a una campaña
o a un partido en concreto, pero a cambio no tienen límite en la
cantidad de fondos que pueden recaudar y utilizar para influenciar en el
resultado electoral.
La
sentencia de la Corte Suprema estableció que empresas y sindicatos pueden
invertir en la campaña sus propios recursos de forma directa y a través de
otras organizaciones, siempre y cuando el gasto se haga sin coordinarlo con
ninguna campaña o candidato.
Gran
parte de estos recursos terminan siendo gastados en anuncios de televisión que
atacan o defienden un candidato o una causa, pero sin que muchas veces los
ciudadanos sepan de donde proceden los fondos.
De
acuerdo con el CPR, en la actual carrera presidencial hay 2.368 SuperPACs
registrados ante la Comisión Federal Electoral (FEC, por sus siglas en inglés).
Hasta el 2 de noviembre, estos grupos han gastado al menos US$ 980
millones en el actual ciclo electoral. Esta cifra puede ser
mayor dado que hay algunos tipos de anuncios que no tienen que ser notificados
a la CFE.
La
estimación general de los costos de las elecciones estadounidenses se dispara
cuando se incluyen los gastos relacionados con las campañas para la escogencia
de miembros de la Cámara de Representantes y del Senado.
La carrera por llegar al
Capitolio costará unos US$ 4.267 millones, por lo que entonces el gasto total del actual
proceso electoral se elevaría hasta US$ 6.918 millones, según el CPR. Esto
significaría unos US$ 30 por cada potencial votante.
Elecciones de bajo coste
El
sistema político de Francia destaca en Europa por ser fuertemente
presidencialista, lo que le acerca a Estados Unidos y le diferencia de muchos
países de su entorno en los que el peso real del poder Ejecutivo recae sobre
primeros ministros escogidos por el Parlamento.
Sin
embargo, el gasto en las campañas electorales galas es muy inferior a la de las
estadounidenses.
Los
comicios de 2012, en los que llegó al Palacio del Elíseo el actual presidente
François Hollande apenas costaron unos US$ 97 millones de dólares, lo que
equivale a US$ 1,88 por cada potencial votante.
Más
allá de la evidente diferencia en el tamaño de la población en edad de votar
(52 millones en Francia y 227 millones en Estados Unidos), la causa del bajo
coste de las campañas francesas reside en la normativa legal que impone
estrictos límites al gasto.
El costo máximo de una
campaña presidencial está fijado en unos US$ 22 millones por candidato y sólo puede ampliarse hasta un máximo de unos US$
30 millones para aquellos que pasen a la segunda vuelta.
De
igual modo, ningún ciudadano puede contribuir con más de US$ 10.000 al año a un
partido y US$ 6.000 a un candidato, mientras que las empresas tienen totalmente
prohibido hacer aportaciones para las campañas.
Las
limitaciones legales son también el secreto del bajo coste de los comicios en
Rusia.
Allí,
el costo de la última campaña presidencial en la que resultó vencedor Vladimir
Putin se ubicó en unos US$ 49 millones de dólares (unos 1.552 millones de
rublos), según datos de la Comisión Electoral Central.
¿El
secreto? La fijación de un límite máximo de gasto de 400 millones de rublos
(unos US$ 12,8 millones) por cada candidato, quienes además sólo pueden usar
sus propios recursos y recibir contribuciones de sus propios partidos, así como
donaciones voluntarias de individuos y entes legales.
Con
poco más de 113 millones de personas en edad de votar, el costo por cada
potencial elector en Rusia se ubicó en US$ 0,44.
Ahora
bien si los US$ 2.651 millones gastados en la campaña presidencial que concluye
este 8 de noviembre parecen mucho dinero, comparados con los gastos de campaña
en Francia y Rusia, a los estadounidenses les queda un consuelo: pensar en los US$
8.400 millones que acaban de gastarse esta semana en dulces y disfraces
para celebrar la fiesta de Halloween. (Con notas de la BBC Mundo y Cubadebate)
Presidentes de los Estados Unidos
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