Dominada ya por
las civilizaciones antiguas —en cuyo fundamento asentaron parte de sus logros
constructivos, científicos y civiles—, la agrimensura es el arte de saber medir
las tierras, según el Diccionario Aristos, de 1976.
Por
consiguiente, la persona dedicada a la tarea establece cálculos espaciales, atisba
la longitud de las áreas, rectifica límites. El agrimensor, suerte de topógrafo
nutrido de diferentes disciplinas (geometría, trigonometría, ingeniería, arquitectura,
historia, física, geomorfología…) y abocado por naturaleza a la delimitación de
superficies, produce documentos cartográficos y, de tal, se integra a la
memoria visual más práctica de los sitios donde sirvió.
Tuvo el cementerio
Tomás Acea, de Cienfuegos, a un connotado agrimensor, nacido y muerto en esta
propia ciudad, del cual sin embargo no se han difundido elementos factuales.
Virtualmente desconocido para el lector, en tanto su figura no ha sido
reflejada por los medios, al socaire del aniversario 90 del camposanto sea oportuno
poner en perspectiva pública a un hombre como José Federico Porrúa Taillacq (1901-1982).
Hizo el
estudiante de Ingeniería de su asistencia técnica al camposanto una razón
laboral y causa que por su devoción y calidad, extravasaría el mero hecho del
trabajo en procura de una remuneración para convertirse en objeto de vida,
instancia de crecimiento, blanco de su tesón e inteligencia.
El trazado del
recinto no se comprende sin pasar por el quehacer de Porrúa Taillacq, quien no
solo parceló o silueteó; sino que además tuvo a su cargo el proyecto de varios
de los panteones más significativos del lugar.
Él configuró
los proyectos, anteproyectos y/o croquis del alzado de dichos iconos de la
necrópolis Monumento Nacional. Se investigó y constató que a José pertenecen
sus bocetos, planos…, todo lo cual resultó debidamente identificado con su firma
por parte de los especialistas del Grupo Cementerio de la Oficina del Conservador de
la Ciudad,
quienes hace menos de dos meses recibieron auspiciosa donación al respecto, que
ha pasado a formar parte del denominado Fondo Porrúa Taillacq . De igual manera,
a la autoría de José corresponden los proyectos de la infraestructura de
hormigón armado para el panteón del señor Pedro Monasterio, el del mausoleo de
la actriz Luisa Martínez Casado (ambos de 1942) y el del Colegio Médico de
Cienfuegos (de 1929). También elaboró el del cementerio del Castillo de Jagua.
José diseñó su
propio nicho mortuorio. Allí reposan sus restos, junto a los de su esposa. Se
encuentra dicho panteón en el ala izquierda del camposanto, próximo al edificio
administrativo. Él dejó señalado lo siguiente: “…es voluntad expresa del
propietario de esta bóveda, José Porrúa Taillacq, que los restos de su esposa,
Delia Margarita de la Torre
y Valdés (…) permanezcan eternamente en ese lugar, sin que nadie pueda moverlos
ni alterar esta disposición y cuando muera sea enterrado en esa bóveda y quede
clausurada definitivamente”.
El hijo de
Antonio e Isabel, quien vivía en la avenida 50, entre 39 y 41, falleció el 10
de marzo de 1982 a
las diez y treinta de la mañana, en el Hospital Provincial Dr. Gustavo
Aldereguía Lima, como consecuencia de un paro cardiorrespiratorio por infarto
cerebral, según reza en su licencia de enterramiento. Hoy, a los 90 noviembres del
cementerio Tomás Acea, es justo recordar a alguien cuyo legado se delineó para
siempre en la propia imagen del lugar. (Por Julio Martínez Molina, tomado de 5 de Septiembre)
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