El rodaje de una
película es siempre una noticia bienvenida para los cinéfilos de nuestra
ciudad. Cuando la gente se enteró de que Miravalles estaba en Cuba, filmando
precisamente una nueva historia, entonces la información se tornó todo un
acontecimiento.
Saber que a ese gran actor cubano- que
desde hace años vive fuera de la
Isla- era acompañado en el filme por otros estelarísimos como
Enrique Molina, Daisy Granados, Luis Alberto García, Eslinda Núñez, Laura de la Uz… ha sido otro valor agregado
a la cinta.
El responsable de este fenómeno es el
cineasta cubano Gerardo Chijona, quien se inspiró en la obra homónima de su
amigo Eliseo Alberto Diego (Lichi), “Esther en alguna parte”.
En este momento la película está en
proceso de edición, en el cual, según el propio director, se hace la última
versión del guión; pero por las imágenes que ya hemos tenido oportunidad de ver
y las declaraciones de algunos de sus intérpretes, estoy casi segura de que
estaremos frente a una auténtica historia de amor y de amistad.
Con su
realizador conversamos.
Usted ha dicho que esta es su película más personal,
¿por qué? ¿Qué significa el hecho de que la obra en la que se inspira el filme
haya sido escrita por alguien tan cercano a usted?
Yo diría que es mi película más personal
porque el tema de “Esther…” es la amistad, y en el caso que nos ocupa, la
amistad a primera vista. Ese sentimiento que une las vidas de Lino y Larry, los
dos protagonistas del filme, tiene mucho que ver con el que nos unió a mí y a
Eliseo Alberto Diego (Lichi), Constante Diego (Rapi) y Josefina Diego (Fefé),
cuando nos conocimos, hace más de cuarenta años, en las aulas de la Escuela de Letras de la Universidad de La Habana. Un sentimiento
que ni el transcurso del tiempo, ni la distancia, ni la misma muerte ha podido
interrumpir.
Y también
porque siempre soñamos en convertir la novela en película desde la amistad.
Desde que Lichi comenzó a enseñarnos los primeros borradores de “Esther…”,
por allá por el 2003 o 2004, nos dijimos todos: esta sí la vamos a
convertir en película, algo que habíamos querido hacer con CARACOL BEACH
(Premio Alfaguara de Novela en 1998) y que, por razones de producción, no
pudimos sacar adelante.
Rapi fue por
entonces la bujía inspiradora del proyecto, quien siempre insistió en que había
que filmar ESTHER de todas, todas. Y cuando se publicó la novela en España en
el 2005, ya empezamos a pensarla en términos cinematográficos.
Guardo con mucho cariño los correos que
empezamos a escribirnos entre La
Habana y México con las primeras propuestas de adaptación de
la novela, que, por cierto, era la más literaria y la menos cinematográfica de
las todas las de Lichi. La dolorosa y temprana muerte de Rapi, en enero del
2006, nos comprometió aún más a convertir el sueño en realidad. Había que
filmar ESTHER y dedicársela a él. Desde entonces comenzamos a trabajar en un
posible tratamiento, a partir del cual, comenzar a buscar una estructura para
la película. Ese proceso llevó años.
Ya en el 2009,
con la posibilidad real de poder hacer la película, nos metimos de lleno en el
proceso de escritura del guión. Lichi no quería ser el guionista de su propia
novela, por lo que le propuse compartir la aventura a Eduardo Eimil, a quien
conocía desde su época de estudiante en la escuela de cine. Eduardo leyó la
novela, se entusiasmó con el proyecto y se volcó de lleno en él. Lichi y él se
conocieron en un viaje que él hizo a La Habana.
Nosotros le
habíamos guardado la sorpresa de darle una primera versión del guión para que
la leyera aquí, en su casa del Vedado, y nos diera sus sugerencias, como buen
asesor que era. Cuando lo leyó y se le pasó el susto inicial, dados los cambios
estructurales que habíamos hecho para trasladar el material literario al
lenguaje del cine, empezamos a trabajar ininterrumpidamente.
Reynaldo Miravalles y Eslinda Núñez. |
A partir de ahí hasta el guion final,
cada vez que teníamos nueva versión se la enviábamos a México, Lichi respondía
con sus sugerencias y las incorporábamos en la siguiente. La última versión, la
que se filmó, la pude discutir personalmente con él en el DF mexicano en enero
del 2011. Era imposible imaginar que ese sería nuestro último encuentro y que
él iba a morir en julio de un trasplante fallido de riñón, pero puedo decir,
para mi tranquilidad, que revisamos el guión página a página, incorporamos sus
últimas sugerencias, y sé que filmé la película que él quería: una comedia
triste, donde se mezclara el humor con la melancolía.
Su película anterior también estaba basada en un libro (Confesiones a
un médico). ¿Qué le atrae de llevar al cine historias que vienen de la
literatura?
Mis tres películas
anteriores a “Boleto al paraíso” habían sido historias originales. Aunque, como
ya te dije, soñábamos siempre con llevar “Esther…” al cine, mi primer proyecto
concreto de adaptación comenzó a hacerse realidad cuando Jorge Pérez, otro gran
amigo mío, se apareció una noche con el manuscrito de lo que después sería el
libro de testimonio “Confesiones a un médico”.
Yo enseguida vi en las múltiples
historias del libro de Jorge la posible semilla para una posible película. El
lío era por cual de ellas nos decidíamos, pues había varias muy tentadoras.
Cuando finalmente nos decidimos por dos (la muchacha que es violada e infectada
de SIDA por el padre y la historia de un grupo de freakies que deciden
autoinfectarse con el virus para entrar al sanatorio de Los Cocos), tuvimos
también la suerte de tener al autor del texto literario de asesor nuestro.
Jorge había sido director del sanatorio
durante doce años y conocía el tema como nadie, sobre todo en términos
humanos, como puede comprobar cualquier persona que lea las historias trágicas
y desgarradoras que están en su libro.
Lo que diferencia, en mi opinión, la
adaptación de “Confesiones…” y la de “Esther…”, es que el material del primer
libro fue más bien la inspiración del guión, puesto que tomamos los hechos
reales y dejamos volar la imaginación para inventar ese pequeño grupo de
adolescentes que fueron después los personajes de “Boleto…”. Y siempre, por
fortuna, con la complicidad y asesoría de Jorge. En el caso de “Esther…” fuimos
lo más fieles que pudimos a la historia, los personajes y el tono en que estaba
escrita la novela.
Sus actores principales, Miravalles y
Enrique Molina han confesado que están muy satisfechos con el guión. ¿Dónde
cree que radica el éxito, hasta ahora? Cuando decidió escribirlo, ¿qué
elementos supo que no podían faltarle a la historia?
Realmente nos hemos
sentido muy estimulados por el entusiasmo que tanto Miravalles (que interpreta
a Lino) como Molina (que interpreta a Larry) han expresado por el guión.
Yo recuerdo que la primera vez que
visité a Reinaldo en Miami, hace ya por lo menos un par de años, con la
propuesta de que hiciera la película, él se asustó un poco, pues era un
manuscrito bastante voluminoso, con mucho texto, y él pensaba que a su edad (89
años) su memoria pudiera fallarle. Pero ya después, a medida que el guión se
fue cerrando y los diálogos a sintetizarse, sí se sintió seguro de que podía
venir a Cuba y filmar la película.
Él siempre ha expresado que lo que más
le impresionó del guión fue su tono y su economía de medios, de decir no sólo
con los textos sino también con los silencios. Molina, que entró después a la
película, también se contagió de ese entusiasmo, ya que Larry le daba la
posibilidad de desdoblarse en un hombre excéntrico, con muchas personalidades y
facetas.
Creo que lo que siempre estuvo claro fue
el tono en que teníamos que narrar la película: una comedia triste, como ya te
dije. Y que la única forma de adaptar la novela al cine era a través de una
estructura episódica, en que el personaje de Lino, a través de Larry, fuera
conociendo la doble personalidad de Maruja, su mujer ya difunta. De manera que
el público fuera descubriendo quién era realmente esta mujer, junto con el
protagonista.
Trabajar con grandes actores tiene muchas ventajas,
de hecho ya asegura gran parte del público, pero también es un reto. ¿Cómo fue
esta vez la experiencia?
Los directores de
cine que se han destacado por lograr buenas interpretaciones de los actores
siempre han dicho que el casting es el 70% del trabajo de un director. Y para
mí fue una fiesta tener este elenco. No sólo por los dos protagónicos de la
talla de Miravalles y Molina, sino también por el lujo de poder contar con
grandes actrices como Daisy Granados, Eslinda Núñez, Paula Alí, Alicia
Bustamante, Verónica Lynn, Elsa Camp, Laura de la Uz y actores como Luis Alberto García, qua ya es
casi mi actor fetiche, pues ha trabajado en mis cinco películas.
Era como filmar una película con un
dream team, en la que el rodaje se convertía en una fiesta. Todos son actores
de mucha experiencia, de muchas horas de vuelo y lo que necesitaban era una
buena guía para hacer su trabajo.
¿Cuánto implica en esta historia la música
de José María Vitier?
Para José María este
es también un proyecto personal, pues él es primo hermano de Lichi y de Rapi.
Ya él compuso un bolero llamado “Cara o cruz”, que canta Beatriz Márquez y que
se oye como playback en una de las escenas de la película. Y también hizo un
arreglo de “Perdóname conciencia”, que canta Daisy Granados, y que abre la
película.
Ahora estamos,
precisamente, con la imagen editada, en el proceso de discusión de la música
incidental, discutiendo el tono que debe tener, la cantidad de instrumentos
(que no deben ser muchos) y los momentos en que entraría la música.
Esta es una película sobre la amistad y sobre
personas mayores de edad, ¿puede darme más detalles sobre esto?
Sí, es mi primer
proyecto que aborda casi en su totalidad personajes que estarían en lo que se
llama la “tercera edad”. Como la novela, está basada en la amistad que nace
entre Lino y Larry, dos hombres que son inicialmente como aceite y vinagre y
que, a través de las distintas peripecias por las que pasan- tratando de
investigar la doble personalidad de Maruja, la mujer de Lino-, comienzan a
encontrar un territorio común que los acerca y los convierte en amigos. Esa amistad
alcanza a llegar tan lejos que uno, ante la muerte del otro, decide abotonarse
su piel, y darse una oportunidad de arriesgarse y cambiar en el ocaso de
su vida, cuando parece que ya no hay tiempo para ser feliz.
Una película es una obra sujeta a múltiples
interpretaciones, pero los realizadores siempre tienen un “lector o espectador
ideal”. ¿Qué espera de “Esther en alguna parte”?
Espero que el público
cubano disfrute esta mezcla de humor y tristeza que creo tiene la historia. Y
también que se reencuentre con Reynaldo Miravalles, una presencia añorada por
muchos en el cine cubano; con Molina, un actor también muy querido en Cuba, en
un papel que no tiene nada que ver con lo que anteriormente ha hecho en cine o
la televisión, y también con ese elenco estelar de actrices que han escrito
entre todas la historia del cine cubano.
Y que la película pueda ser disfrutada
fuera de Cuba por cualquier público, pues se trata de una historia que puede
tener lugar en cualquier parte. (Tomado de CubaSí)
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