Por Mercedes CARO NODARSE / Fotos: de la autora)
Todo visitante buscaba la muy popular Paella,
salida de las manos de María del Llano González, traída desde Asturias como
mucama por la familia de Acisclo del Valle, dueño del Palacio de igual nombre
aledaño a la playa. La asturiana, devenida cienfueguera, construyó el
bar-restaurante a mediados de los años 20 del pasado siglo, el cual adquirió
popularidad gracias al principal plato “de la casa”.
Pero el cambio de estatus de niñera a
propietaria ocurrió después de que, en 1919, la familia Del Valle regresara a
España y la dejara a cargo de sus posesiones. María Covadonga, como también le
decían, se asoció a Emeterio Rodríguez, un compatriota suyo, quien agregó la cocina
al negocio de los baños privados, ya regenteados por ella. La antigua doméstica
se consolidó como dueña absoluta de la instalación hacia la década de los años
40, cuando su socio Emeterio, cansado y enfermo, decidió venderle la parte que
a él le pertenecía.
Además de las paellas, el sitio tenía otra
especialidad: camarones acaramelados —típicos de la Perla del Sur—, salcochados
y preparados especialmente con tomate, catchup y limón, entre otros
componentes, y eran consumidos como saladitos por los visitantes.
HOY COMO AYER
El plato típico cienfueguero ha trascendido por años. Si antes María Covadonga le implantó un sello personal, actualmente un joven, moreno, natural de Placetas y residente en esta urbe marinera, la prepara con un toque particular.
En la cocina, con destreza y buen porte,
Alberto Cortez Avilés se desempeña como el chef de la “Paella”, como suelen
identificar al restaurante. “He mantenido la misma receta de María, a pesar de
la ausencia de algunos ingredientes, los cuales sustituyo con los existentes en
el mercado. Podrás imaginar la responsabilidad recaída en mis manos y paladar,
pues este plato resulta reconocido en gran parte del mundo”.
La paella cienfueguera es una copia “a lo
cubano” de la valenciana, originaria de España, y de acuerdo con el chef se
elabora utilizando ingredientes fundamentales: pollo, cerdo, jamón, langosta,
camarón y pescado. Un buen caldo nutrido con dichos productos es esencial en la
cazuela: “Agregamos las carnes, por orden del grueso, como el cerdo, pollo,
jamón, camarones y demás mariscos junto al arroz y se rehogan en medio de un
sofrito o salsa, con el caldo, el color y la sal hasta lograr el puntico
deseado. Dejarlo reposar y cocinar a fuego lento es importante para la calidad
de la paella, debe tenerse en cuenta el tipo de arroz a la hora de añadir la
cantidad de caldo hasta quedar mojadita, a la chorrera y el toque final con
cerveza o vino seco”, acota Cortez, quien se resiste a ofrecer los verdaderos “secretitos”
del exquisito manjar.
Mientras observábamos la elaboración y
cocción del alimento —y haciendo aguas en la boca— nos percatamos de la utilización
de un condimento esencial: el sentimiento. “Si no experimentas placer al
cocinar, si no le pones un poquito de pasión a lo que haces, de seguro no
quedará buena, ése es mi secreto, le pongo el alma, el corazón y la vida.
Después me paro detrás del cristal de la puerta a mirar los rostros, analizar
las expresiones, solo así conozco si les gusta o no. Entonces, me empeño más en
la próxima, y un día y otro, y otro”, comenta Alberto.
“De la capitana del salón, dependientes,
directivos, auxiliares aprendemos cada día. Están siempre al tanto de los
reclamos del cliente y nos alertan si algo no estuvo bueno; las quejas acerca
de algunos de los productos elaborados, la temperatura, el sabor. Ser el chef del
restaurante más popular de Cienfuegos te compromete cada día, y constituye un
reto en todo momento”.
Más de una vez el “Covadonga” se ha levantado sobre las ruinas dejadas por sucesivos huracanes que lo han asolado, por estar ubicado en un lugar muy vulnerable. Pero ahí sigue, perseverante a pesar de las heridas que lo lastiman, laceran, destruyen sin piedad. “Son como puñaladas profundas. Imagina, estamos tan pegaditos al mar. Desde aquí puedes apreciar a plenitud la bahía de Jagua y hasta las montañas del macizo de Guamuhaya, allá en lontananza. Es muy doloroso ver cómo queda tras el paso de un ciclón. Cuando el ‘Dennis’ (afectó a la provincia el 8 de julio del 2005), por ejemplo, perdimos hasta los calderos, el agua los arrastraba por la avenida o hacia el mar. Pero resulta admirable la entrega de los trabajadores. Entre todos tratamos de recuperar cuanto fue posible e inmediatamente emprendimos la reconstrucción, y así pasa siempre”, expone.
La fama le sobrevive en quienes han llegado a
la ciudad desde su inauguración convirtiéndolo en monumento culinario en el
país. Sin embargo, un acontecimiento lo inmortalizó: la visita del líder de la
Revolución cubana, Fidel Castro Ruz, en las primeras horas de la noche del 6 de
enero de 1959, cuando llegaba a la ciudad de Cienfuegos proveniente de Santa
Clara, rumbo a La Habana, al frente de la Caravana de la Libertad. El hecho ha
quedado grabado para la historia en una tarja ubicada a la entrada del
restaurante, así como la foto de Fidel junto a María Covadonga, la propietaria
entonces del sitio más popular de la Perla del Sur.
Nota para un recuadro: El topónimo Covadonga, es originario y geográficamente se
refiere a la cueva y valle situados en el monte Auseva, Ayuntamiento de Cangas
de Onis, Principado de Asturias. También fue un nombre emblemático en los edificios
de organizaciones de distinta índole creadas por asturianos en los países
hispanoamericanos. La palabra Covadonga constituyó sinónimo de Asturias y se
convirtió en un elemento de diferenciación entre las diversas regiones de
España que nutrieron la emigración a América.
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