Por Mercedes CARO NODARSE
Tan solo unas pocas horas nos separan del
Nuevo Año. Atrás dejo mis angustias, los temores, las pérdidas, las
preocupaciones. Quizás asuma otros, otras, pero esas ya las entierro con el
viejo año.
Por eso saldré a mirar un atardecer, pasaré
por el malecón de mi Cienfuegos, buscaré a quien me quiera y hasta a quien
querer, e incluso, conoceré amores palestinos, esos que sobreviven al naufragio
y se agarran apasionadamente a la tabla sacudida por un mar violento.
Y es que nadie alcanza la meta en un solo
intento, ni perfecciona la vida con una sola rectificación, ni alcanza altura
con un solo vuelo. Nadie camina la vida sin haber pisado en falso muchas veces;
ni recoge la cosecha sin probar muchos sabores, enterrar semillas y abonar la
tierra. Nadie siente el amor sin probar sus lágrimas, ni recoge rosas sin
sentir espinas. Nadie deja el alma lustrosa sin el pulimento diario de lo
vivido.
Dicen que los sueños que se alcanzan son
aquellos que se intentan. Allá voy, entonces, tras ellos. ¡Espérenme! Quiero
hacer cantar el vino en las tinajas e irme de novia de la vida, desterrando a
la muerte.
A todos mis amigos, los presentes en mi día a
día, los allende los mares. A quienes encontré después de tantos años en las
redes sociales y me hicieron recordar nuestra infancia, los años de estudio o
de trabajo. A aquellos que hace tan solo muy poquito no están aquí, pero se les
quiere. A aquellos que olvido por mis años (jajajajajajaja) o el alemán
(alzheimer) que llega a complicarme la vida, Los quiero mucho y les deseo paz,
amor, salud y prosperidad.
Les comparto estas palabras del profesor
Guillermo Cabrera Álvarez: “La verdadera celebración es el gozo que se
experimenta, primero en lo interior, y brota afuera en forma de canción, danza
y risas, y sí, incluso, lágrimas de gratitud”. Gracias a todos por existir.
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