Sobre el alcoholismo femenino
Comenzó a
ingerir bebidas alcohólicas por acompañar al esposo, un hombre bueno, quien
traía a casa todo cuanto necesitaba la familia; trabajaba duro, muy duro y ese
era el modo de “pasarla bien”, botella de por medio. Pero tras haber consumido
medio litro, aquello ya no era un hogar, sino un campo de batalla. Así, para
evadir el caos, ella se acostumbró a beber junto a él, hasta tornarse en hábito.
En todos los tiempos y épocas las mujeres han
consumido alcohol, y Cuba no está exenta
de ello. Aunque acá el alcoholismo femenino no se revela como una contingencia
de sanitaria, quizá por la manera como se manifiesta. No obstante, es importante prevenir tal enfermedad
crónica.
En este tipo de adicción, ellas también se convierten en diana de prejuicios que no suelen rozar jamás a los varones. Estos son únicamente enfermos, mientras las del sexo opuesto se someten a un examen social de comportamiento y moralidad, situación que las torna doblemente en víctimas.
El intercambio
con especialistas de Salud se produjo tarde, muy tarde, en medio de una
consulta forense, luego de asesinar al esposo en una de las borracheras
vespertinas del cada día en las cuales se involucró la familia. Apenas si lo
había amenazado con un cuchillo de cocina mientras preparaba una ensalada, y un
rato después ya no había remedio. Dos hijos, uno pequeño y otro adolescente,
quedaron a merced de los parientes. Ese fue el saldo de esta historia,
dolorosamente real.
TRAGO A TRAGO
Panorama del consumo de alcohol en Cienfuegos. |
Un signo preocupante lo constituye el incremento
de las bebedoras en las últimas décadas. No falta por ahí quien vea la génesis
de tal espiral en el espacio ganado por las féminas desde mediados del siglo
XX, cuando dejó de ser pecaminoso e inmoral que apuraran un trago. Llega la euforia con
los primeros sorbos, y junto a ella, el brindis inicial de un suicidio que no
destruye de inmediato la vida, sino la va anulando de a poco hasta hacer de su
existencia un mundo infernal.
Los especialistas hacen notar que el organismo femenino contiene entre
el 5 y el 10 por ciento menos de agua que el masculino. Por ello, igual dosis
surte en las mujeres un efecto tóxico mayor y con mayor rapidez que en los
hombres. Asimismo, le acorta el período comprendido entre los primeros signos
de la enfermedad y la total dependencia.
Para conocer
sobre el tema y cómo funciona en la provincia de Cienfuegos la ayuda
profesional a estas personas, 5 de Septiembre conversó con el Dr. Sergio García
Cordero, especialista de Primer Grado en Psiquiatría y coordinador del grupo de
Salud Mental y Adicciones de la Dirección Provincial de Salud.
“Se trata de un trabajo
que parte de la comunidad, desde la Atención Primaria,
porque es en el consultorio del médico de la familia, donde de inicio debe
acercarse el enfermo. El alcoholismo es una enfermedad crónica, que no solo
produce daños en lo biológico, sino también en lo social, y así debe reconocerlo
quien busca ayuda profesional.
“Todos los
policlínicos tienen un Centro de Salud Mental; allí con el psiquiatra del área,
se establece el grupo de ayuda. La única condición exigida es la voluntad para
enfrentar el tratamiento de deshabituación”.
En los últimos
tiempos el alcoholismo femenino aumenta, mientras en 2010 la proporción
hombre-mujer era de 10 por una, para 2015 ya es alarmante: de 10-4. Quizá las
estadísticas así lo recogen por la mayor accesibilidad a los servicios
especializados de Salud, o son entre otras las frustraciones ante la situación
económica actual las que engrosan los números.
Sobre el particular conversamos
con la Dra. María
Magdalena Caro Mantilla, especialista en Primer y Segundo grados en
Psiquiatría, profesora de la
Universidad de las Ciencias Médicas y profesional con
experiencia en el tema.
“La mujer
alcohólica es más estigmatizada que el hombre por su función en la sociedad. Se
trata de un fenómeno a escondidas, de puertas adentro. Por lo general se inicia
con la ingestión de bebidas alcohólicas acompañando al esposo. Las he visto en
consulta provenientes de todos los ámbitos: desde amas de casa hasta
profesionales, de modo que el nivel de escolaridad no es un factor
preponderante.
“Las féminas
absorben más rápido la bebida y se vuelven alcohólicas y dependientes con mayor
facilidad si las comparamos con el género masculino. Pero el daño social es
superior cuando se trata de la mujer, madre, organizadora del hogar, conductora
de familia… Por ello insistimos en la necesidad de buscar ayuda en nuestros especialistas,
preparados para orientar según corresponda en cada caso”.
En este tipo de adicción, ellas también se convierten en diana de prejuicios que no suelen rozar jamás a los varones. Estos son únicamente enfermos, mientras las del sexo opuesto se someten a un examen social de comportamiento y moralidad, situación que las torna doblemente en víctimas.
Mientras un borracho puede resultar de algún modo
gracioso —en determinadas circunstancias—, una mujer en similar estado solo
provoca rechazo y epítetos sumamente negativos. De ahí que se oculten
para beber y no reconozcan que están realmente enfermas.
IMPACTO DE UNA
REALIDAD
La calle no termina. Es como si el trazado hubiese cambiado su
estructura. No está recta, zigzaguea. Las fachadas de las casas se alejan cada
vez más y sus manos no alcanzan a tocarlas. Por momentos parece que va a caer.
Su cuerpo se balancea ora hacia delante, ora hacia atrás. Un grupo de niños se
burla, la empujan. Los más grandes le levantan el vestido. Tropieza y cae sobre
el pavimento. Un líquido convulsivo sale de su boca y se entremezcla con la
sangre que ha comenzado a brotar de la cabeza. Ya no se levanta…
Estadísticas hasta septiembre de 2015. |
Hace unos diez años atrás Gumersinda era
diferente. Limpia, ordenada, responsable. Alistaba bien temprano a sus pequeños
hijos, y a Rafael, su esposo, le despertaba con el café recién colado. Pero un
día él se marchó. Entonces comenzó a beber; primero probó vinos caseros;
después las dosis, pocas al inicio, aumentaron. Ya necesitaba otras bebidas,
todos los días y a cualquier hora. Uno a uno le fueron abandonando. Ariel, su
hijo, hacia rumbos equivocados, hasta que las rejas le pusieron fin a sus
tropelías. Después, Maité, la hija, sorprendida por una maternidad a sus
escasos 14 años, y por una temprana muerte, debido al propio descuido de la
madre.
Gumersinda nunca pudo levantarse del piso. El
fuerte impacto provocó su deceso. Solo unos instantes duró aquella agonía,
prolongada en años, meses, días. Unos pocos fueron a despedirla; pero nadie
lloró sobre el ataúd.
Al final, no importa si el mal anda oculto o de juerga; si velado o a la
luz pública. Lo lamentable es que Baco decidió vestirse de mujer.
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