Si alguien quisiera la luna y estuviera dispuesto a pagar un
buen dinero, de seguro Teresa* se la habría conseguido. Para ella, su trabajo
era "luchar": desde orbitar en torno a los extranjeros —como parte de
esa desagradable fauna que muchas veces los acompaña— hasta vender todo lo que
resultara en un mínimo de ganancias.
Por eso, cuando más escaseaban los medicamentos en las
farmacias, durante el último año y medio, aproximadamente, su bolso funcionó
como una sucursal ambulante de tales establecimientos. Si una persona buscaba
íntimas, podía comprárselas a Teresa; si algodón, a Teresa; si Triamcinolona, a
Teresa; si Kogrip, igual.
Ahora,
si la intención era drogarse, también ella proveía "ayuda" desde
sitios tan públicos como el parque José Martí. Su oferta incluía Tramadol y
otros medicamentos utilizados con esos fi nes, pues solos, o mezclados,
producen efectos sicoactivos.
"Pero no solo es el medicamento, sino las cantidades,
que son altas, y que los ligan con alcohol", explica Vladimir Santos Gil,
especialista de la
Policía Técnica Investigativa en Cienfuegos.
Sin embargo, a Teresa solo le importaba el mercado, la
demanda. Y esa existía. "En Cuba hay quien es alcohólico con whisky; otros
lo son con ron, otros con 'chispetrén' y otros con alcohol, del que venden en
las farmacias, todo depende del nivel adquisitivo. Los adictos a la droga
pueden ser de cocaína, de marihuana, pero hay quien está con pastillas, que es
la forma más barata (…), de más fácil acceso, pues puedo tener un familiar que
tenga por prescripción médica (lícita), o puedo obtener una receta por
complacencia", dice Santos Gil.
Kirenia Vizcay, Fiscal de Cienfuegos. |
¿Quiénes son los consumidores? Según Kirenia Vizcay de la Cruz, Fiscal del municipio
cabecera, cuantos le compraban a la
Teresa de esta historia eran jóvenes. La mayoría de los
receptores, en general, comparte esa característica; además, suelen ser
exreclusos, estar relacionados con el asedio al turismo y no tener vínculo
laboral.
"Los medicamentos resultan un trampolín, y a medida que
la persona consume (por supuesto, no por padecer las enfermedades para las
cuales se recetan lícitamente), le van haciendo menos efecto y tienen que
consumir más. Llega el momento en que tienen que pasar a otro tipo de droga.
Por eso son tan peligrosos, pues para buscar las sensaciones que hoy les
causaban dos pastillas, mañana deben tomarse diez", señala el
especialista.
EN ARAS DE PREVENIR
Cuba es firmante del Convenio sobre sustancias sicotrópicas
de 1971, auspiciado por la
Organización de Naciones Unidas, a partir de la preocupación
por los problemas sanitarios y sociales que origina el uso indebido de esos
preparados, por lo que entre los objetivos del acuerdo figura el compromiso de
prevenirlo y combatirlo, así como al tráfi co ilícito a que da lugar.
El documento contiene las listas de los medicamentos que
deberán ser controlados de acuerdo con lo que en él se reglamenta (lo contrario
se sugiere que sea considerado delito, siempre que la Constitución de cada
país lo permita), incluidas disposiciones relacionadas con las recetas médicas,
advertencias en las envolturas, así como prohibiciones y restricciones a las
importaciones y exportaciones. También queda abierta la posibilidad de
actualización de las listas, en función de nuevos descubrimientos o estudios.
"A veces las personas que tienen la responsabilidad de
la venta de medicamentos, no toman conciencia de la existencia de estas listas.
Ven estos como un medicamento más y no perciben la complejidad del tema",
enfatiza Vladimir.
En virtud de esa posición abierta contra la droga, el Código
Penal de la Mayor
de las Antillas ordena en el numeral 1, de su artículo 190, que "Incurre
en sanción de privación de libertad de cuatro a diez años, el que (…) sin estar
autorizado, produzca, transporte, trafi que, adquiera, introduzca o extraiga
del territorio nacional o tenga en su poder con el propósito de traficar o de
cualquier modo procure a otro, drogas, estupefacientes, sustancias sicotrópicas
u otras de efectos similares". Las penas pueden ser más severas, en
dependencia de las circunstancias agravantes.
Mientras, el artículo 191, determina la privación de
libertad de tres meses a un año, o multa de 100 a 300 cuotas, o ambas por
"La simple tenencia de drogas estupefacientes, sustancias sicotrópicas u
otras de efectos similares sin la debida autorización o prescripción
facultativa".
La
Resolución 335 del Ministerio de Salud Pública adapta para
Cuba los artículos del Convenio de 1971 y establece una "Lista de
sustancias consideradas de efecto similar a las drogas estupefacientes y
sicotrópicas sometidas a control nacional", que incluye el mencionado
Tramadol, entre un total de 22 medicinas y dos plantas. El procedimiento está
claro en las ocho farmacias principales y las catorce especiales de Área donde
pueden expenderse en la provincia. El primer requisito resulta una receta con
todos sus escaques llenos: nombre del paciente, carnet de identidad, número de
historia clínica, dirección,diagnóstico, milígramos, cuño legible de la unidad
asistencial y del facultativo, y la firma.
CON Y SIN RECETAS
A pesar de tanta supervisión, Teresa conseguía los productos
para su negocio. Conocía con exactitud íntimos detalles de la red de farmacias,
datos solo presumibles por el resto de los ciudadanos: qué día y a qué hora
llegaban los medicamentos, cuándo comenzaban su dispensación, e incluso cuáles
sólo obtendría prescripción facultativa mediante. Pero 18 meses le valieron de
experiencia para hallar las maneras de saltarse la legalidad.
Para comprar Dipirona o Gentamicina, sin los documentos
obligatorios, encontró la complicidad de sus vendedoras; sin embargo, el cuadro
se tornaba más difícil si de Tramadol se trataba. Entraron en juego entonces la
adquisición de recetas a través de una tercera persona, donde el precio variaba
según la presencia o no del cuño y la fi rma del doctor.
No son notables tales tácticas cuando se trata de tráfico,
pues la lógica sugiere que para estos fi nes se requieren cantidades
superiores.
En lo que va de año, la Empresa Provincial
de Farmacias y Ópticas aplicó cerca de 40 medidas disciplinarias por ventas sin
receta o errores en vales; "pero todavía resta exigencia", reconoce
Delia Margarita Guerrero Hazime, directora adjunta de la entidad, pues sus
propias auditorías demuestran
el incumplimiento de los mecanismos establecidos, la falta
de profundidad y sistematicidad en los controles y la necesidad de una mejor
preparación del
personal.
El negocio de Teresa implicaba una cadena más amplia de
delincuentes y delitos, del tráfico de drogas a la falsificación de documentos,
la venta de un número de tabletas superior al prescripto y el hurto de recetas.
"La prescripción es un acto legal —explica Liuba
Alfonso Duarte, responsable de Medicamentos en el Área IV—, los médicos no
deben dar receta a las enfermeras para llenarlas, ni por complacencia a los
pacientes, y tienen la responsabilidad de poner su cuño a buen resguardo".
Puede que la ingenuidad convierta en víctimas a los
facultativos, pero desconocer la
Ley no exime de su cumplimiento. El Código Penal, en su
Artículo 192,
sanciona con privación de libertad de tres a ocho años
"al profesional que, autorizado para recetar o administrar drogas
estupefacientes, sustancias sicotrópicas, u otras de efectos similares, lo haga
con fines distintos a los estrictamente terapéuticos".
La Teresa
de la historia tiene su similar en la realidad. Aunque todavía no ha terminado
la investigación del caso, se encuentran instruidas doce personas
y dos de ellas detenidas. Al concluir el proceso, serán
puestas a disposición de los tribunales.
*Teresa es un nombre ficticio.
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