Flama y brisa se imbrican en tibia caricia. Nodriza del crepúsculo, la ciudad aguarda el alba y reverencia el mar que la corteja. Simbiosis de océano y resol; génesis de sus epítetos y suntuosidad; especie de sortilegio de esta ribera caribeña... Cienfuegos, la Perla del Sur.

jueves, 17 de diciembre de 2015

Martí, a la entrada de la viña



  Pareciera verlo aparecer. Entrar en traje negro, un poco empolvado, como quien recorre varios kilómetros en busca de algo. Llega casi al anochecer y se sienta en una mesa para cenar. El dinero no alcanza para mucho, pero la comida debe ser buena, aunque sea poca y no esté entre los manjares más exquisitos. Por último, no debe faltar una buena copa de vino, mucho mejor si es Mariani, entre los más agradables de la época.
  Tal vez así transcurrieron muchas de las noches de José Martí durante su estancia en los Estados Unidos; noches frías en las que solo una buena copa podía traer calor al cuerpo.
Hay quienes erróneamente atribuyen a “Pepe” el vicio por la Ginebra, bebida alcohólica holandesa obtenida a base de un 30 por ciento de cebada y cereales, pero él era un amante moderado de los vinos.
“El vino —decía—es vida líquida, y sangre de la tierra, que trae espíritu al hombre”.
 
VINICULTOR

  “Solo alguien dedicado a este oficio puede describirlo con total exactitud”, comenta Nelson Ayo Li, vinicultor cienfueguero con más de tres décadas de experiencia.
  “No sé si en algún momento de su agitada vida —continúa—pudo visitar algún viñedo, o conocer de cerca el proceso de producción, pero sus escritos sobre el tema denotan un apasionado y profundo conocimiento de la cultura vinícula y su sensibilidad para detectar olores y sabores en aquellos de mejor calidad”.
  En varios de sus escritos se refirió el Héroe Nacional a las plantaciones de uvas. Sobre el tema escribió: “El verso hierve en la mente, como en la cuba  el mosto. Mas ni el vino mejora, luego de hecho por añadirle alcoholes y taninos; ni se aquilata el verso luego de nacido, por engalanarlo con aditamentos y aderezos”.
Durante el siglo XIX eran los vinos europeos los más famosos, aunque Martí deseaba y sabía que al otro lado del Atlántico existían condiciones para hacerles competencia.
“Para vid buena, espíritu caliente y sol brillante (…) Y no hay miedo en emprender en América este cultivo. Su uso está ya bastante generalizado en nuestros países para que no esté asegurado el consumo de cuantos vinos produzcamos, apenas comencemos a prepararlos bien. Hay que educar la uva y aprender a hacer vinos corteses y ligeros”.

CATADOR

  Aunque algunos estudiosos refieren que su vino preferido era el Mariani, gustaba también de una buena copa de Tokay  o el Chianti , este último acompañaba las diversas y baratas recetas italianas que solía encontrar en un restaurante de New York.
  Sin embargo, el preferido del Apóstol, aquel creado por el químico de Córcega, en Francia, Ángelo Mariani, resultaba muy popular entre los artistas e intelectuales de la época.
Realizado con vino de Burdeos y extracto de hojas de coca, se le atribuían propiedades terapéuticas; algunos historiadores afirman que la consumieron hasta los mismísimos Papas Pío X y León XIII.
  La mezcla producía un efecto estimulador en el sistema nervioso central y prevenía el catarro. Nada mejor para Martí, quien no descansaba y seguramente andaba tarde, y poco abrigado, durante las frías noches en Estados Unidos.
Al margen de su preferencia, caracterizó los vinos europeos y hasta los que comenzaban a producirse en América.
  “(…) Y es allí, junto a la puerta, (…), se destapa el espumoso de Borgoña o el célebre Johannisberg. Francia hace muy buenos negocios con esos vinos en la América Central. Los californianos empiezan a abrirse paso en el mercado con el Catawoba y los vinos tintos”.
  De varias regiones de España, Francia e Italia, saboreó los mejores vinos, los cuales también describió. “El vino de Navarra pesa y el de Burdeos chispea, y el de París aturde, como pócima”.
  Asimismo reconoció los perjuicios que traen las bebidas alcohólicas cuando no se toman con medida.
  “(…) porque los más sensatos estaban temerosos de que el vinillo rojo de Tarento o el blanco de Geracio, que enciende la sangre de los sicilianos y pone sus manos cerca de puñales que llevan al cinto, sacase al aire los puñales, o a los labios voces inoportunas e irreverentes…”
  No obstante, los vinos preferidos por el Apóstol eran los franceses. “(…) aún ‘cortados’, ‘azucarados’, ‘procedidos’ y ‘lastrados’ —dijo—, triunfan en las mesas de todas las naciones sobre sus desdeñados y menos bien preparados rivales. No está todo en producir, sino en saber presentar”.

MARTÍ, EL VINO Y NUESTRA AMÉRICA

  Sobre el cultivo del vino, Martí fue capaz de avizorar su desarrollo en el continente. “Nuestra América, apenas lo quiera, producirá buenos vinos. (…) Chile y Perú dan vinos ya no malos; de la frontera del Norte, van a México unos vinillos suaves y rojizos que auguran una excelente industria. Guatemala se enorgullece con razón de sus uvas de Salamá, que parecen ciruelas de las famosas de Fontainebleau. Montevideo tiene comarcas enteras plantadas de cepas.   En Buenos Aires, allá en los confines de Bolivia, cunde la afición al cultivo de la vid”.
Como quien podía ver el futuro o conocía tanto al hombre y el mundo, constituyen esas naciones las más exitosas en la vinicultura.
  “Ya se espera con gozo —anotó— la obra importante de esos diez y siete mil arados de acero que rompen ahora las fértiles tierras uruguayas. La vid crece allí de manera, y da tan ricas uvas, que, con poca labor de vinería, van a obtenerse sólidos y gratos y vinos”.

Y SI SALE AGRIO, ¡ES NUESTRO VINO!

  Del vino cubano no habló mucho. Al menos no del hecho con uvas, aunque advirtió otros como el mezclado con naranja o el piña de Ratón que servían a los visitantes en Camagüey, o el de plátano, que aunque agrio era nuestro vino.
Martí devino amante fiel de esa bebida. Prisionero del “culto pagado a las generosas uvas”
  “Hay en la vid —reseñó—algo del espíritu del hombre. Los alcoholes abominables agobian y embrutecen. El vino, sano y discreto, repara las fuerzas perdidas”. (Por Glenda Boza Ibarra, del 5 de Septiembre)


No hay comentarios :

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...