Más
allá de los errores inherentes al oficio, durante 32 años este periódico ha
dormido bastante tranquilo porque sus respectivos jefes de Redacción contaron
con la presencia de Guillermina Asia Jiménez Ventura
dentro del equipo de correctoras. Sus ojos son dos cortafuegos conjurados
contra la pifia y sus manos dos puentes levadizos que dejan galopando fuera al
gazapo.
La
merecedora de un Reconocimiento
Especial Por la Obra
de la Vida
Antonio Hurtado del Valle, durante las recientes jornadas por el Día de la Prensa Cubana (14 de marzo,
fecha en que se conmemora la fundación del periódico Patria, por José Martí,
en esta ocasión celebramos el 124 aniversario) considera que es el suyo
"un bellísimo y difícil trabajo, de sumo cuidado e ingrato a veces, porque
aunque uno siempre trata de hacer lo mejor, en ocasiones no lo ven con ese
prisma. Por fortuna, existen más reporteros que sí valoran la necesaria
intervención".
Al
comenzar su vínculo laboral con 5 de Septiembre, en 1984 y proveniente del
magisterio, pensó que era cosa de semanas, evoca. Estas gatearon a meses,
caminaron a años y treparon a décadas. Pudo retirarse tranquilamente a los 55.
Sin embargo, "algo por dentro me lo impedía; quería corresponder mediante
mi quehacer continuado todo cuanto me había entregado la vida, la Revolución, el propio
medio. Y hoy, con 72 años continúo aquí. El día que me resulta imposible venir
al centro se torna amargo para mí. Pienso en las correcciones hasta en casa, es
así. Les quiero y les debo mucho a mis compañeros y mis directivos. Son parte
de mi familia…".
Es
magnífico contar en los centros laborales con estos faros. Las personas como
ella indican el camino, marcan la pauta, insuflan estímulo.
No
se arredra ante nada. "He transitado por todas las etapas históricas del
periódico, desde el diarismo. Me impuse a los cambios tecnológicos. Y
jamás retrocedí ante el deber". Las rodillas y la columna de la
septuagenaria respaldan sus últimas palabras. No hubo movilización, trabajo
voluntario, períodos en la zafra, colaboración en el autoconsumo del Partido
que ella no participara durante la década de los 90. Aún sigue siendo la
primera en caminar al frente, al llamado que fuere.
Poseyó
una escuela formadora, es cierto. Muy joven integró la expedición Seguidora de Camilo y Che en la Isla de la Juventud. Allí
trabajó en la siembra de cítricos y alfabetizó. En el central Cunagua (hoy
Bolivia), de Camagüey, le dieron la responsabilidad de pesar la caña cargada en
los camiones y evitar que elementos desafectos torpedeasen la Zafra de los Diez Millones.
Las llanuras de Yaguaramas la vieron desandar muchos surcos y educar en las
escuelas en el campo. El trabajo representa sobre todo gozo, no sacrificio, en
una mujer así. Ella ama la experiencia de sudar y servir; la vive.
Esta guerrera de la
redacción y del esfuerzo cotidiano en decenas de escenarios, es también una
guerrera de la vida. De su
vida. Hace tres años enfermó de cáncer. Sobrepasó la gravedad, los ingresos
hospitalarios, los tratamientos. Hoy es atendida en el Centro Especializado
Ambulatorio Héroes de Playa Girón por un equipo de profesionales a quienes les
destina las mejores consideraciones. Les agradece a ellos y a la Revolución, afirma,
"pues en otro sistema no hubiera podido hacerle frente a esta jugarreta
del destino, por el alto costo de los servicios, medicinas,
procedimientos".
La
voluntad mayúscula de nuestra correctora más longeva por hacer, por vivir, por
crear, no es común en todos los seres humanos. Creo que va a estar haciendo
correcciones en 5 de Septiembre por siempre. Hasta su hija, Yudelkis, lo sabe y
la deja. "Mi mamá es feliz cuando se va a trabajar, qué voy a hacer",
dice su descendiente menor, fruto del matrimonio de más de 30 años con su
querido esposo Enrique, ya fallecido. Tiene otra hija, Yolanda, quien vive en
Espartaco y dejó a los 3 años al cuidado de sus padres para poder cumplir
con las urgencias del momento histórico.
Guillermina
aprendió a luchar desde niña, nada cambiará esa verdad; ni incluso el hecho
mismo, tan doloroso y lamentable, de una enfermedad que no ha tenido otro
remedio que contenerse ante su capacidad de resistencia. (Julio Martínez Molina. Tomado de
5 de Septiembre digital)
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