Roberto Fonseca se
desliza en el piano como si este fuera parte de su cuerpo. Escuchar su música
es un regalo, si lo vemos interpretarla, entonces es la combinación perfecta;
él representa cada una de sus notas con espíritu, con temperamento.
La destreza de sus
manos logra en nosotros las emociones más fuertes y memorables, como si fuera
cosa de magia. Quizás la clave esté en sus principios para componer. “Me gustan
las cosas minimalistas”, dice, y con esto nos confirma aquello de “lo esencial
es invisible a los ojos”.
Roberto Fonseca y su
grupo Temperamento presentan en concierto su último disco Yo, un fonograma en
el que el pianista hace confluir sus universos musicales, busca puntos comunes
entre la poesía, la música africana, la electrónica, la tradicional cubana…
En Yo descubrimos un
artista virtuoso, un hombre sensible, un cubano que conoce su música y que sabe
cómo hacer que los demás la amen.
Con este pianista,
joven y reconocido en el mundo entero, conversó Cubasí.
Has dicho que el álbum Yo es un renacimiento
para ti. ¿Acaso estás buscando una nueva sonoridad, se trata de una
transformación espiritual, qué quieres decir con esto?
En Yo hay varios
cambios: en la manera de componer, de interpretar al piano, y en la manera de
pensar para con la música. Por eso digo que este disco es un renacimiento
porque he cambiado muchas cosas que venía haciendo en mi carrera. Yo es muy
importante para mí y estoy muy contento con el resultado que ha tenido, la
aceptación del público. La gente lo está siguiendo, eso significa mucho para
mí.
He tomado el riesgo
de irme más allá del jazz, de hecho en el disco hay elementos de la Música House.
¿Yo eres tú?
Sí.
¿Es un retrato de ti, una colección de
momentos importantes de tu vida?
Estábamos buscando
un título que resumiera mi mundo musical y que no fuera largo, por eso lo
llamamos Yo, porque mi persona no es diferente fuera del escenario, yo soy el
mismo siempre y lo que hago es entregar mi música de la manera más pura y
sincera en que puedo hacerlo.
Semi-desnudado.
Puede parecer tonto decirlo pero yo siento que aún estoy gateando en este mundo
de intentar hacer puentes. Este álbum es un puente entre la música cubana y
africana. Lo que sí no quiero es que digan que yo soy un pianista de música
afro porque en el mundo este calificativo se entiende casi siempre como el
artista que va incluso vestido de atuendos africanos. Por mi historia personal
yo podría hacer esto porque me siento muy ligado a la religión Yoruba, pero no
es mi intención que me vean con collares y demás; esas son cosas mías, íntimas.
Lo que quiero es que la gente se sienta identificada con el grupo, de hecho la
forma de vestir de mi banda es muy fresca, muy natural.
Precisamente por estos elementos africanos, ¿dirías que musicalmente Yo
es un retorno a las raíces?
En mi obra siempre
ha habido una presencia de la música afrocubana, de mis raíces. Más bien Yo es como colocar eso a un nivel
más alto, notable. Esta es la primera vez en que me decido a usar la poesía en
mi música, por eso buscamos a Nicolás Guillén en uno de los temas, Siete rayos.
Ser famoso y popular
son cosas diferentes. La fama es algo bonito, y peligroso porque a la primera
vez que te lo creas empiezas a chivarte, como dicen los cubanos. Es bueno vivir
la fama, o más bien el resultado que tiene la música que hacemos.
Que la gente esté
loca por la música, que se pongan eufóricos, que terminen bailando o llorando,
son emociones que hoy día no se ven en los conciertos de jazz —por poner una
etiqueta, cosa que no me gusta mucho—. Sin embargo, a veces me encuentro gente
en la calle que me dice lo bien que la pasó oyendo mi música y esos mensajes me
hacen sentir bien porque mis temas son historias, experiencias que quiero
contar.
Que alguien me diga
“A mí no me gustaba el jazz, pero después de que escuché tu grupo voy a seguirlo”,
es muy gratificante. Pero no se puede pensar nunca que esa es la cima, al
contrario, al día siguiente hay que hacer algo nuevo, enfrentar otro reto,
lograr algo superior, mantener la música al nivel que la gente espera.
Para componer tengo
que sentir primero alguna vibración, yo no soy de componer por oficio para un
concierto determinado. Puedo hacerlo porque para eso estudié, pero no es mi
estilo. Tocar mecánicamente tampoco puedo hacerlo, no está en mí. Aunque yo no
tenga un buen día, cuando me siento al piano tengo que sacar lo mejor de mí.
Si se fijan, mis
temas son bastante sencillos en su arquitectura porque yo me enfrasco en la
melodía, si consigo una melodía que despierte emociones, que me haga vibrar,
ahí es donde comienza mi parte creativa.
¿Cómo es tu rutina para componer?
Varía mucho. Puedo hacer
un tema de un golpe o pasarme un mes para logarlo, depende de cómo me llegue la
energía.
En estos días ha sido noticia que el Buena
Vista Social Club hará su primera gira nacional. Tú estuviste trabajando con
ellos y fuiste particularmente cercano a Ibrahím Ferrer. ¿Qué aprendiste de esa
etapa?
Aprendí mucho. Con
ellos las grabaciones se hacían como antaño, todos juntos y si se equivocaba
uno había que recomenzar. Eso me dio seguridad para tocar la música. No podía
haber errores y si los había debía parecer que fue a ex profeso, hacía falta la
capacidad para convertirlos en algo bueno.
Él paso mucho
trabajo en una etapa de su vida hasta que tuvo otra oportunidad. Ibrahim
siempre tuvo el sueño de cantar boleros y alguien le había dicho que no podría
lograrlo, pero él quería. Durante una gira en la que todos los teatros estaban
vendidos, él cantó boleros en el primer concierto y por diez minutos las
personas estuvieron de pie aplaudiendo. Yo me sentí muy bien entonces porque vi
cómo alguien que me había apoyado tanto había logrado su sueño.
No Limit es el nombre de uno de tus primeros
discos. ¿Existen límites para Roberto Fonseca?
No, no en la música.
Eso es lo que me gusta a mí, tomar riesgos, romper esquemas. Si uno no se
arriesga, nunca sabremos hasta dónde podremos llegar. Y es así como surgen los
estilos nuevos.
Cuando yo salí del
Buena Vista pude haber creado un grupo que se llamara “la nueva generación del
Buena Vista”, porque por derecho me tocaba después de haber compartido con
todos ellos, y fuera de Cuba hubiera tenido un gran mercado, pero ese no era mi
objetivo, sino demostrar todo lo demás que yo podía hacer.
Este disco es del
año pasado, ¿por qué es ahora que lo presentas en Cuba?
Porque no hemos
parado desde que salió el álbum, gracias a todas las ciencias que existen.
Hemos tenido mucho trabajo, de hecho acabamos de llegar del extranjero.
¿Y piensas hacer una gira nacional para
promover el disco en Cuba o te conformarás con este concierto?
Gira nacional… es
curioso, pero yo llevo 12 años queriendo hacer una. He dicho que no me interesa
que me paguen. Yo estoy muy ligado a las escuelas de arte, vengo de la Guillermo Tomás,
en Guanabacoa, y recuerdo que me encantaba y aprendía mucho cuando venían los
músicos de renombre a tocar para nosotros. No es lo mismo escuchar que ver.
Cuando nosotros
tuvimos un poquito de renombre en el grupo, queríamos hacer eso mismo. No
quiero tocar en teatros, no quiero pagos, quiero ir a las escuelas de arte para
que los estudiantes vean cómo se toca nuestro jazz, nuestra música. No pido el
mejor audio ni el mejor piano, no me preocupan las condiciones, solo que ellos
estén ahí, de hecho en otros países, durante mis giras, yo siempre pido hacer
un master class.
Hace doce años nos
dijeron que sí a la gira y el mismo día en que debíamos salir alegaron que no
había presupuesto, pero aún quiero ir a las provincias.
Creo que en la
población el jazz se ha convertido en una música de rechazo para algunos, a
pesar de que cuando surgió se consideraba música popular. La gente lo ve como
“un grupo de notas que no entienden”, pero ese no es el único jazz que existe.
En el mundo ya no se
hace jazz tradicional solamente, sino que se fusiona. Lo que debemos hacer los
músicos es educar a los que vienen. Nunca he dicho que mi música es mejor que
la de nadie. Yo odio esas comparaciones. Creo que lo que cada cual hace es tan
personal que nadie tiene derecho a decir si es malo o no. Sería bueno que los
músicos piensen un poco porque no todo es filosofar, a veces filosofamos
demasiado y nos desprendemos de la esencia de la música que es algo que se
trasmite de manera transparente.
¿Qué te parece el jazz que están haciendo los jóvenes cubanos?
Hay muchas cosas
interesantes y otras que más bien son un espejo de otros países. Ahí es donde
se pierde la originalidad, están en un círculo vicioso. Influencia siempre
habrá, pero hay que mantener nuestra originalidad. No hace falta demostrar todo
el tiempo el virtuosismo para poner el escenario caliente, la música es símbolo
de paz.
Nice post. Realmente disfrutamos de leerlo de principio a fin y estoy interés para su próximo post y tienes todo momento por favor visite mi página ropa pitbull y dejar comentarios.
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