Flama y brisa se imbrican en tibia caricia. Nodriza del crepúsculo, la ciudad aguarda el alba y reverencia el mar que la corteja. Simbiosis de océano y resol; génesis de sus epítetos y suntuosidad; especie de sortilegio de esta ribera caribeña... Cienfuegos, la Perla del Sur.

De la Perla del Sur

La fundación de la villa Fernandina de Jagua

El nombre inicialmente escogido para la villa fue “Fernandina de Jagua”. Fernandina por el rey español Fernando VII y Jagua nombre aborigen. En 1512 vinieron a residir a orillas del río Arimao Fray Bartolomé de las Casas y su amigo y encomendero, Pedro Rentería, en ese entonces la zona nombrada Jagua por los indígenas estaba casi despoblada hasta que el Excelentísimo Señor Coronel de los Reales Ejércitos Españoles y Conde de la Fernandina Don Louis Jean Laurent De Clouet de Piettre y Favrot Gautier y Brule, Caballero de la Real Orden San Hermenegildo, de la Real Orden Isabel la Católica y agregado del Estado Mayor de la Habana solicita el 1ro. de enero de 1819 al Capitán General de la Isla, don José María Cienfuegos y Jovellanos (en cuyo honor actualmente la ciudad lleva su nombre) y al intendente de Hacienda, don Alejandro Ramírez autorización para fundar una villa junto a la bahía Jagua.
  En 9 de marzo se firmó el contrato que dio origen legal a la fundación y como España en 1817 había promulgado la “Real Disposición” que decretaba “El fomento de población blanca en la isla”, y como se disponía que la población se formara de colonos escogidos, labradores, artesanos, de los antiguos vecinos y naturales de la Louisiana y temiendo la repetición de la sublevación de Haití y al aumento de la población negra, España aceptó la solicitud inmediatamente.
  Concluidas las formalidades legales, partió el fundador de Batabanó en 8 de abril con cuarenta y seis colonos procedentes de Burdeos los que habían llegado a la Habana en los buques Juan Bart, El Joven Enmanuel y Activo, además el médico Domingo Monjenié y el agrimensor público don Miguel Dubroct. Al llegar a la comarca de Jagua, tal vez por alejarse de la costa, temerosos de los piratas, De Clouet y sus compañeros pretendieron fundar la colonia en un lugar a orillas del río Saladito, conocido por el Sitio de Hurtado.
  Por ese tiempo residía en el ingenio Carolina don Agustín de Santa Cruz, quien enterado de la llegada de De Clouet y de las intenciones de fundar la villa lo visitó convenciéndolo de lo conveniente que era efectuar la fundación en la península de Majagua, sitio conocido con el nombre de El Embarcadero de las Castillas. Definido el lugar de la fundación el alférez de marina don Félix Bouyón levantó los planos de la colonia. En estas ocupaciones llegó el 22 de abril, día memorable en la historia de Cienfuegos por haberse verificado el acto oficial de la fundación.

El Acta de Fundación reza así:

  “Hoy a veinte y dos de abril de mil ochocientos diez y nueve, Yo don Luís De Clouet, Tente. Coronel de los Rs. Extos. Caballero de las Rs. ordens. Militares de Sn. Hermenegildo y de Ysabel la Católica, con comisión especial del Superior Gbno., acuerdo de 8 de Marzo po. po. y ordens. Subsequentes pa. dar principio al establecimto. de la Colonia Fernandina de Xagua. Certifico y declaro haverme posesionado en nombre del Rey Ntro. Sor. (Q.D.G.) de este punto llamado la península de la Majagua, después de haver estado ocho días reconociendo todos sus contornos y asegurándome qe. era el más ventajoso de toda esta Bahía al fin indicado, y en su consecuencia ha tumbado los tres primeros palos y dispuesto que se limpiasen sus contornos y qe. se plantasen ocho tiendas de campaña pa. alojarme y a los Colonos que traje de Burdeos interin se limpie bastante terreno y se fabriquen las primeras casas, todo lo qe. se ha dispuesto y verificado con asistena y en presencia del Cptn. Comante. del Castillo de Xagua Dn. Joaqn. Hourruytiner, Dn. Tomás Calderón de la Barca, Dn. Anto Casales, Dn. Grego Garrido, Dn. Miguel de la Torre y dhos. colonos que me acompañan, lo qe. firman conmigo en el día, mes y año qe. antecede. Luís De Clouet. Joaquín Hourruitiner. Tomás Calderón de la Barca. Migl. José de la Torre. jugo puyol. Guillaceme Rey. Anto Casales. señal de ✝ Grego Garrido”.
  El militar de origen francés le dio lectura al documento de fundación ante los 46 colonos franceses procedentes de Burdeos y de la colonia francesa de Guárico en Santo Domingo y escasos naturales de otras localidades.
  No existen documentos históricos que den a conocer la celebración de alguna ceremonia religiosa o de algún acto oficial con motivo de la fundación; pero según cartas de la época, el jueves 22, muy temprano, don Luís De Clouet vestido con traje de gala y rodeado de colonos con trajes de fiesta y que escuchaban de rodillas, manifestó: que tomaba posesión de aquel lugar en nombre de S. M. el rey de España para fundar el poblado Fernandina de Jagua; que imploraba el auxilio divino para él y para todos los presentes y que todos debían respeto, sumisión y acatamiento al Rey y a él, que por delegación lo representaba, que los allí presente no tenían otra tierra o patria que la Colonia que con aquel acto se fundaba; que todos estaban en la obligación de engrandecerla y enriquecerla y que la FE, el TRABAJO y la UNIÓN serían el lema que todos, por aquel acto, se comprometían a observar y defender. Persignándose rezó el Credo y con una hacha de mar, pronunciando los nombres de Jesús, María y José, dio tres cortes en un arbolito de baría, separando la copa al invocar el nombre de Jesús, un tramo pequeño al pronunciar el de María y otro mayor al proferir el de José, con los cuales formó una cruz amarrándolos. Tomó después un par de palomas, soltó a volar la hembra y sacrificó al macho, separando del cuerpo las alas, que colocadas en la cruz ya formada, sirvieron de divisa en la puerta de la tienda de campaña ocupada por el Fundador. Con vivas al Rey de España, al Gobernador de la Isla, al Intendente Ramírez y a otras autoridades, terminó el acto. Al acabar tan rara como sencilla ceremonia, los colonos se dedicaron a limpiar de malezas y arbustos el terreno en que se hallaban.
  Cuando cada colono ocupaba su casa también se hacía una ceremonia, conformaban tres pequeños montones de leña: en el primero se quemaba incienso o café, en el segundo azúcar y en el último un pescado seco, luego se repetía el ritual de las palomas y con el macho muerto, cocinaban una sopa, que constituía el primer alimento al ocupar la vivienda, las ocho tiendas de campaña estaban alrededor de una majagua que estaba en el centro de la sabana, en el punto de intersección de las diagonales de la manzana que está formada actualmente por las calles de San Carlos, Santa Isabel, San Fernando y San Luís;  a partir de ahí, don Félix Bouyón, trazó la primera manzana y los planes de cinco manzanas de norte a sur y cinco de este a oeste, que continuaron creciendo siempre con trazado recto a medida que llegaban sucesivas oleadas de familias francesas residentes en New Orleans, Louisiana, Baltimore y Filadelfia, y a los que no tardaron en sumarse los españoles ya presentes en la zona. 


La Bandera de Cienfuegos

Fue diseñada, pintada y bordada por la primera poetisa nacida en Cienfuegos, Clotilde del Carmen Rodríguez López, para su amigo Germán Barrios Howard, cuando los cienfuegueros secundaron la guerra de Yara en febrero de 1868.
Está formada por tres franjas verticales, azul la primera de ellas, blanca la segunda y roja la tercera, como las de la bandera francesa, recordando el origen galo de Fernandina de Jagua.
Pero, sobre este fondo tricolor, tiene algunos símbolos que las diferencian: en la franja azul, una cruz equilátera blanca que recuerda la religión cristiana; en la blanca, el escudo local y en la derecha aparecen tres triángulos rojos con una estrella blanca en el centro, disimulados por dos blancos que los flanquean.


 El escudo de Cienfuegos

  Es cuadrilongo y está dividido en dos cuarteles. En el superior, sobre el campo azul, aparece el frente dorado de la fortaleza “Castillo Nuestra Señora de los Ángeles de Jagua”, y en el inferior, sobre el campo de plata, una jagua en producción; lo rematan una corona mural de cinco castillos y dos ramos laterales de laurel.
    Este símbolo fue diseñado por Don Agustín de Santa Cruz en 1831, y fue adoptado por nuestro Ayuntamiento el 4 de julio de 1848 al serle concedido a la Villa de Cienfuegos el derecho a usar escudo de armas por la Real Orden de Isabel II del 2 de abril anterior. Su lema: Fides, Labor et Unio, Fe, Trabajo y Unión fue adoptado por los fundadores en la mañana del 22 de abril de 1819.


El Himno de Cienfuegos

El himno de Cienfuegos fue compuesto por el músico español José Mauri con motivo del primer centenario de la fundación de la ciudad en 1819.
  Este himno lo interpretó por primera vez la Banda Municipal de Cienfuegos en la noche del 19 de abril de 1919, en la velada del Teatro Tomás Terry, donde fue cantado después por el Orfeón anexo a la Sección de Filarmónica de la Asociación de Dependientes y al terminarse el acto volvió a cantarlo en el Parque ante el Monumento de Martí y después se interpretó en cada uno de los eventos que se efectuaron durante aquellos festejos. 

En tu escudo, Cienfuegos, aún brillan
las palabras de austera virtud  
con que el prócer de Jagua ha mimbrado
tu blasón y tu historia de luz. 

Gloria a ti, la ciudad laboriosa, 
y a tus campos amados del sol! …
Pueblo grande de Dios bendecido 
por tu fe, trabajo y unión.

Recios nautas a Cuba trajeron, 
con la espada y la cruz nueva luz,        
y con solo su unión consiguieron  
imponernos la espada y la cruz! …

Almas libres de América, ardiendo
en afanes de liberación,   
empapando de sangre la tierra,
libres fueron con solo su unión.          

Libres ya, y olvidando el agravio
procurando el patriótico bien,    
rompió el suelo y echó la simiente 
en el surco el jagüero doquier … 
                               (se repite el coro)
                                                                                               
Hace un siglo! … Tendida en la costa 
cual sultana del mar, tu perfil 
fue adquiriendo contornos de grande; 
tu grandeza fue tu único fin …  
                                                                                
Por tu fe, ya la patria te aclama;       
por tu unión, eres voz en la fama;   
y tu rudo trabajo, reclama ;       
en tu escudo tu lema de luz.      
                                                                              
Y así, noble, ubérrima y libre,      
siempre ansiosa de paz y de amor,    
por la clara visión de sus hombres,     
es Cienfuegos la amada del sol.    
                                (se repite el coro) 


La Jagua, el árbol local

  De acuerdo con las tradiciones de los indios de Jagua, ésta fue la deidad que les enseñó las artes de la pesca, la caza y la agricultura, y su nombre, según el historia Don Pablo L. Rousseau, significaba para aquellos, principio, fuente, origen o riqueza.
  Según la mitología aborigen, Jagua era la hija de Maroya, Luna, y de su unión con Caunao, hijo segundo de Hamao y Guanaroca, nacieron todas las mujeres, mientras que estos últimos procrearon a todos los hombres. Esos hombres y mujeres dieron lugar a la formación de los pobladores de Jagua.
  Jagua era también el nombre aborigen de la región cienfueguera, y lo es el de un árbol indígena muy abundante siglos atrás, pero escaso hoy debido a las desmedidas deforestaciones. De un montón de sus frutos maduros acariciados por un rayo de luz lunar, surgió Jagua, según el mito aborigen. En el escudo de Cienfuegos, también incorporado a la faja central de nuestra bandera, aparece representada una Jagua en producción.  




La Marilope, flor local

Esta flor silvestre de un brillante amarillo de azufre en sus cinco pétalos, se yergue sobre las bellas ramas de hojas lanceoladas y aceradas color verde oscuro. Se abre a media mañana y se cierra por la tarde hasta el día siguiente. Su carácter de flor representativa de Cienfuegos, más que un hecho real se basa en razones legendarias. Un español de apellido Lope, cuyo nombre se ignora, se estableció hacia 1572 cerca del actual Club Cienfuegos.
  Lope se unió a una india y tuvo con ella una niña bellísima, la cual a medida que fue creciendo, se convirtió en la mujer más hermosa y codiciada por los hombres de Jagua.
  Llegó un día la nave del pirata Jean "El Temerario" y a poco de su desembarco, vio junto al mar a Mari-Lope. Verla y prenderse de ella fue una sola cosa, y acercándose decidido le brindó su amor. Ella lo rechazó con firmeza, pero el pirata, voluntarioso, juró hacerla suya a cualquier precio.
  Una tarde en que la vio paseando sola por la rivera del mar, se le presentó de improviso y le declaró de nuevo su amor. Nuevamente rechazado, frenético de rabia y de pasión, intentó llevársela a su barco; pero ella logró soltarse y correr a su bohío.
  Cerca ya de éste, un grupo de piratas se le interpuso. Jean se acercó a ella y cuando ya casi la alcanzaba, brotó entre ambos una muralla de agudas espinas. El le disparó con su pistola fuera de sí y Mari-Lope se desplomó mientras una paloma blanca ascendió hasta perderse en las nubes. Brilló entonces un relámpago, y Jean y sus secuaces se desplomaron sin sentido. Al recuperarse éstos, vieron llenos de espanto, como ardía el cuerpo de su jefe, cual una antorcha humana.
  Donde cayó muerta Mari-Lope brotó súbitamente una hermosa planta, cubierta de flores de un intenso color amarillo, como las que hoy nos recuerdan el nombre de aquella mestiza que prefirió morir a entregarse a quien no la merecía. 


Cienfuegos: la amada del sol

Un imagen del Malecón cienfueguero.
Flama y brisa se imbrican en tibia caricia. Nodriza del crepúsculo la ciudad aguarda el alba y reverencia el mar que la corteja. Imposible citar a Cienfuegos sin aludir a esa simbiosis de océano y resol, génesis de sus epítetos y suntuosidad, especie de sortilegio de esta ribera caribeña.
  La urbe hoy fulgura por su esplendor. Un  halo señorial merodea sus calles y forma parte de su magia, recuelo de historias y leyendas que conforman la memoria poética de la “Perla del sur”.

ORÍGENES DE LA LOCALIDAD:

  Jagua significa en lengua aborigen: riqueza, mina, manantial y según las tradiciones de los primeros pobladores, esta fue la deidad que les enseñó las artes de pesca, la caza y la agricultura. Era también el nombre de un árbol muy abundante en los alrededores de esta bahía.
  Cuentan que el sitio de esta demarcación es uno de los que tuvo el honor de ser visitado por Cristóbal Colón. Por otra parte el famoso historiador Enrique Edo agrega que en los escritos del bojeo a Cuba por Sebastián de Ocampo se lee:
“...entré por un brazo de mar, en un puerto espacioso y bello, situado en una comarca que sus nativos llamaron Jagua”.
  Data pues la historia de este lugar, de la época de los primeros descubrimientos de América.
  En 1817 Fernando séptimo decretó en real orden, que se poblaran las costas de la isla de Cuba y el francés Don Luis De Clouet, enérgico y emprendedor pidió al capitán general de la isla José Cienfuegos, el permiso y el dinero necesarios para fundar una colonia en el puerto de Jagua.
Vista parcial del Parque José Martí, Monumento Nacional.
  Así surgió el 22 de abril de 1819 la villa Fernandina de Jagua, con colonos que trajo De Clouet de Filadelfia, Burdeos, americanos y franceses
   El  trazado ortogonal para las ciudades es una vieja tradición que España traslada a América a través de las “leyes de Indias”, por lo que fue la línea predominante en la villa, revalidada también por el origen de Decloet en la región francesa de Nueva Orleáns
  En el plano arquitectónico fraguó un estilo ecléctico, pero con una indeleble herencia neoclásica por su aire de modernidad.  Desde el punto de vista económico la rama azucarera fue preponderante. Ya en 1840 la comarca producía
 30 mil  toneladas de azúcar por año y mas de dos millones de reales para la hacienda española.
  El desarrollo azucarero fue determinante para la región, tanto en el orden urbano como en la conformación de su identidad. Este auge redundó en la puesta en marcha del ferrocarril y se completan así los eslabones que componen la trilogía: azúcar .puerto. ferrocarril, privilegio único de Cienfuegos y de Cárdenas que les proporcionó relevancia nacional.

 SURGIMIENTO DE LA CIUDAD:

Roceta que marca el lugar de fundación.
  El 7 de febrero de 1881 se concedieron a Cienfuegos los honores y el título de ciudad. Se crearon aquí en esa fecha diversas sociedades, que una vez finalizada la guerra con España se integraron para conformar la Colonia Española , primera de su tipo en el país.
   Según informaciones de la doctora Líliam Martín Brito, desde esa época se empezó a apodar como “la Perla del sur”, pues los lugareños pretendían resaltarla, al emular con Santa Clara para capital de la zona central.
   Así comenzó la historia de la más joven de las actuales capitales del archipiélago cubano.
  La Perla del sur ha aportado al patrimonio cultural cubano la condición de Monumento Nacional por sus valores arquitectónicos y el hito renovador de ser la primera ciudad iberoamericana del siglo XIX que tiene la categoría.
  Testimonio del quehacer constructivo decimonónico en Cuba, Cienfuegos sumó a sus valores desde su l76 cumpleaños, el hecho de cambiar la visión de la condición de Monumento Nacional, la misma era más conservadora anteriormente, pues sólo podía ser adquirida por patrones urbanos muy antiguos, como las siete primeras villas fundadas en la isla por Diego Velásquez y las partes históricas de Guanabacoa y Remedios.
  Lo más importante es haber desperjuiciado la categoría, otrora privativa de conjuntos barrocos y medievales y hacerla extensiva a la arquitectura neoclásica de la antepasada centuria, de la cual nuestra ciudad es prototipo. Esto ha contribuido a su dignificación internacional.
 La distinción otorgada el 22 de abril de 1995 es un elemento que la distingue y estuvo avalado por trabajos de rescate de muchos años. El  Equipo Técnico de Monumento de la provincia, considerado como el Mejor del país agrega a su gestión la celebración bianualmente de eventos de “Ciudades Iberoamericanas”, que han convertido a esta región, en pionera de un gran movimiento de rescate monumental y ambiental.
  Vale destacar que en el 2002, Cienfuegos vistió sus mejores galas, pues a la cuarta edición de ese encuentro, le sucedió la Trigésima Convención del Patrimonio Mundial, donde se propuso a nuestra ciudad para engrosar el Patrimonio de la Humanidad.
 Se sugieren las áreas del Casco histórico, la zona residencial de Punta Gorda y la fortaleza Nuestra Señora de los Ángeles de Jagua.
  Así nuestra majestuosa ciudad, con menos de dos siglos trasciende además de por su belleza, por los aportes innovadores a la arquitectura mundial.
   Incólume, favorecida por el tiempo se yergue la “Ciudad del Mar”. En sus olas,  rayos centelleantes devienen presagios eternos de la magnificencia de su gente, su complexión, su hálito vital y dan fe de la premonición aborigen sobre la prosperidad de la tierra de Jagua, “...por la clara visión de sus hombres,
es Cienfuegos la amada del sol...” 



Cienfuegos aún se nombra La Perla del Sur

  Armonía parece haber sido quien inspiró la construcción de esta ciudad de Cienfuegos, desde que un agrimensor aventurero trazó las calles bajo una vieja majagua hace casi 200 años.
  Las cintas larguísimas de fachadas neoclásicas en su homogeneidad distinguen la antigua Fernandina de Jagua del resto de nuestras ciudades y le confieren un valor arquitectónico único, subestimado a veces por su relativa modernidad.
  Casas de fachadas estrechas y escondida profundidad de habitaciones y patios forman un conjunto urbano estilísticamente a prueba de eclecticismo. Molduras seudoantiguas, columnas y rejas geométricas, onduladas, sinuosas, vagamente vegetales o de liras insinuadas, parecen sobrevivir ante el influjo industrial de la ciudad cabecera provincial.
  Su Centro Histórico, ubicado en la Península de Majagua, se encuentra conformado por ese mar que lo envuelve por el Norte, Sur y prácticamente por el Oeste, lo que denota una simbiosis permanente de la imagen urbana con el agua, creando así un paisaje que identifica a la ciudad. 
  Por su trazado rectilíneo y geométrico, uniformidad constructiva y estilística, deslumbrante tipología arquitectónica, de finales del siglo XIX y principios del XX, está considerado como un caso excepcional del urbanismo cubano de la pasada centuria.
  De manera armoniosa se entrelazan dos siglos de alto valor constructivo: el pasado, con el patrón neoclásico y el presente, con el código ecléctico.
Altos valores monumentales poseen edificaciones puntuales como la Santa Iglesia Catedral, el Colegio San Lorenzo, el Palacio Ferrer, el Casino Español, el Teatro Tomás Terry, la Casa de Gobierno (antiguo Ayuntamiento), los palacios Blanco y Goitizolo, la Casa de los Leones y otros, con sus fachadas que trasmiten orden y equilibrio y sus elementos componentes; los cuales al integrarse lo cualifican, denotando majestuosidad y belleza.
  De ahí que desde el 15 de julio del 2005 se inscribiera en la preciada lista de lugares declarados Patrimonio Cultural de la Humanidad, reconocimiento de alcance universal que premia el esplendor, conservación y singular arquitectura de esa zona, que abarca 70 manzanas, entre ellas, la que sirvió de punto de partida para la fundación de la localidad por colonos franceses el 22 de abril de 1819, la única ciudad cubana, que instauraron representantes de la nación gala.

UN PARQUE QUE ES HISTORIA

  En una mañana cualquiera, caminar por el parque Martí le permite seguir con la mirada curiosa el vuelo de los gorriones dejando caer pequeñas ramitas en el aire o el ajetreo de las palomas en busca de su alimento, escuchar con oído atento la conversación de las cuatro fuentes de agua y sentir en silencio la voz del tiempo recordando la historia.
  El área más antigua de la Perla del Sur, es referencia obligada, pues resulta casi imposible no llegarse hasta él, conocido anteriormente como Plaza de Ramírez, de Armas, de Recreo, de Isabel II, y de Isabel la Católica. Fue precisamente desde este enclave cuando Don Luis D´ Clouet y un grupo de franceses fundaron la Colonia Fernandina de Jagua, tomando como punto de partida para el trazado urbanístico una majagua existente en el centro de la sabana, según reza en el rosetón de granito colocado al efecto.
  El entorno del parque lo distinguen edificaciones muy bien conservadas, entre las que figura el majestuoso Teatro Tomás Terry, donde han brindado su arte figuras de renombre internacional como el tenor italiano Erico Carusso, la dama francesa Sara Bernhardt y la estrella del cine mexicano Jorge Negrete.
  Muy cerca del centenario coliseo, están el Colegio San Lorenzo, antigua Escuela de Artes y Oficios, escenario de las acciones del 5 de Septiembre de 1957, fecha en que un grupo de marinos y miembros del movimiento 26 de Julio se levantaron en armas para convertir a Cienfuegos en la primera ciudad libre de Cuba, aunque esto duró escasamente unas horas, pues fueron brutalmente masacrados por las fuerzas militares del dictador Fulgencio Batista, quien gobernaba en el país, después de un golpe de Estado el 10 de marzo de 1952.
  Otra de las características que sobresalen en el parque es precisamente el conjunto escultórico a nuestro Héroe Nacional José Martí, la Glorieta, construida desde 1922; el Arco de los Obreros, único de su tipo en Cuba; los dos leones en una de sus entradas y las cuatro fuentes, así como diversos bustos erigidos a la memoria de personalidades relevantes como Nicolás Acea, Don Ramón María de Labra, Antonio Reguera, Alfredo Méndez, Clotilde del Carmen Rodríguez y Antonio Hurtado del Valle.
  Fue proclamado Monumento Nacional el 20 de noviembre de 1982 y obtuvo el Premio Nacional de Conservación en el año 2004.

ENTRE LOS MÁS VIEJOS: EL PALATINO

  El Palatino es la edificación más antigua del Centro Histórico de la ciudad, construcción que data de 1842, en la cual se conservan sus techos de maderas preciosas cubiertos por tejas criollas a la usanza de los edificados por los árabes en España, hace muchísimos siglos atrás, y su fachada de estilo trinitario.
 Con el paso del tiempo este atractivo lugar pasó a ser de café-restaurante y dulcería a bar-cafetería, convirtiéndose en plaza de obligada reunión de intelectuales y artistas de la provincia. El inmueble cuenta con 48 capacidades y una oferta que rescata la tradición en el expendio de quesos elaborados en la planta de lácteos Escambray. Sus siete trabajadores tienen entre sus objetivos convertir al centro en abanderado de los servicios, pues para ellos la calidad constituye la principal divisa. 
  La instalación pertenece al grupo extrahotelero Palmares y combina el buen servir con la música tradicional cubana y el quehacer de caricaturistas locales, quienes ambientan la estancia de los visitantes al lugar, que reabrió sus puertas recientemente, como parte de las acciones en este territorio para rehabilitar locales de alto valor patrimonial.

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