"El ballet cubano no lo hizo Alicia, ni Fernando, ni Alberto,
lo
hizo el pueblo cubano, es la forma de bailar de los cubanos".
Su cadáver fue expuesto a partir de las nueve de la noche y hasta las doce del mediodía de mañana, en el vestíbulo de la sala Avellaneda del Teatro Nacional.
El sepelio será en la Necrópolis de Colón, a las 3:00 p.m., de este domingo.
La cultura cubana y el pueblo en general lamenta la pérdida de quien fuera maestro de maestros y gloria del ballet. Llegue a sus familiares y amigos las más sinceras condolencias.
Maestro por excelencia de la escuela cubana de ballet
Fernando Alonso, uno
de los bailarines cubanos más importantes del mundo y toda una leyenda de la
danza clásica, nació el 27 de diciembre de 1914 en La Habana. Su padre, Matías
Alonso, era contador; la madre, Laura Rayneri, una importante concertista que dormía
a sus hijos tocándoles el piano. Ambos imaginaron una carrera diferente para
Fernando Alonso, que llegó a recibir clases de violín, pero “la inteligencia se
me fue para los pies. Y eso fue lo mejor que me pasó”.
Su llegada al mundo
de la danza, él mismo la explica así: “Regresaba de estudiar en el exterior
cuando vi a mi hermano Alberto en la Sociedad Pro Arte Musical, donde tomaba
clases. Bailaba Coppelia con Alicia Alonso, por entonces Alicia Martínez del
Hoyo. Era tan elegante y varonil que pensé: “Me encantaría bailar eso”. Alberto
había sido contratado por el Ballet Ruso de Montecarlo y salió para París, y de
allí a Cannes, a sumarse a la compañía. La idea de bailar y además viajar,
conocer el mundo, me pareció formidable. También me gustaba mucho el ejercicio
y me di cuenta de que el ballet combinaba lo musical con la fuerza física. El
entrenamiento que tenía me facilitó aprender a bailar.
Fernando baila con Alicia Alonso. |
Sobre el nacimiento
de la Escuela Cubana de Ballet explica: “Primero hicimos la compañía, con
muchos bailarines extranjeros que se iban al concluir los contratos. Decidimos fundar una escuela donde los cubanos
pudieran aprender el estilo, esencialmente el de Alicia, a quien llamaban el
milagro. Debíamos tener muchos milagros, bailarinas de la escuela cubana, pero
con sus propias características, algo que logramos con Aurora Bosch, Mirta Plá,
Josefina Méndez y Loipa Araújo.
Después de dejar el
Ballet Nacional de Cuba se fue al de Camagüey, así explica Fernando el por qué:
“Cuando Alicia y yo nos separamos, entendimos que en la compañía chocaríamos
mucho, pues yo era el director general y ella la directora artística, pero yo
impartía clases, incluso a ella. En ese momento, el gobierno me pidió que
dirigiera las escuelas de ballet, una actividad que de hecho ya hacía, y
después, que ayudara al Ballet de Camagüey, que se encontraba en un momento
crítico, a reencontrar su camino. Lo hicimos, y es un trabajo que no se debe
perder. Yo estaba enamorado de otra bailarina muy talentosa de la compañía y
luego me enamoré y me casé con una camagüeyana, y en esta provincia tengo mi
otra familia, una extensión de mí. Estoy dividido entre La Habana y Camagüey”.
En 1938 integró los
elencos del Ballet Mordkin y de varias comedias musicales llevadas a la escena
de Broadway. En 1939 formó parte del American Ballet Caravan y un año más tarde
se unió a las filas del recién fundado Ballet Theatre de Nueva York, donde
alcanzó el rango de solista y se mantuvo hasta 1948, fecha en que junto a
Alicia Alonso y Alberto Alonso, se dio a la tarea histórica de fundar el hoy
Ballet Nacional de Cuba, cuya dirección general asumió durante veintisiete
años.
En 1950, luego de
limitar su carrera como bailarín para dedicarse básicamente al trabajo de
dirección en la Compañía y la Academia de Ballet Alicia Alonso, fundada ese mismo
año, Fernando Alonso dio comienzo a su labor más trascendente: pedagogo de la
danza. En la Academia, institución encargada de formar las primeras
generaciones de bailarines cubanos profesionales, iniciaría junto a Alicia un
serio trabajo de investigación encaminado a lograr un método de enseñanza
propio que con el paso de los años ha culminado en la escuela cubana de ballet,
hoy mundialmente reconocida.
En el difícil
período que media entre 1948 y 1956 Fernando Alonso supo enfrentar la apatía
oficial y las incomprensiones de los gobiernos que padeció Cuba, que negaban el
más elemental apoyo a empeños culturales de la magnitud del ballet cubano. En
profética y valiente Ponencia, enviada al Congreso Continental de la Cultura,
celebrado en Santiago de Chile en 1953, y que fuera leída por el poeta Nicolás
Guillen, afirmaba: "El ballet empieza a enraizar en el pueblo, a extraer
las esencias autónomas de las distintas nacionalidades, a matizarse de nuevos
colores, a vigorizarse con nuevas corrientes y a ayudar al hombre medio y al
hombre de abajo en su superación artística e intelectual. Ya el ballet no será
nunca más arte de reyes o potentados sino arte de pueblo y para el pueblo, tal
como lo exigen los nuevos tiempos. Por ello hemos de trabajar".
El advenimiento de
la Revolución en 1959 proporcionó al maestro Alonso infinitas posibilidades de
realización profesional como director general del Ballet Nacional de Cuba
(1959-1975), de la Escuela Nacional de Ballet (1962-1967) y del Ballet de
Camagüey (1975-1992), instituciones en las que desplegó un sostenido y valioso
trabajo creador. A partir de 1992 ha cumplimentado también un extenso período
de colaboración con el movimiento danzario internacional, que incluye la
dirección de la Compañía Nacional de Danza de México (1992-94) y del Ballet de
Monterrey (a partir de 1995), y desde ese propio año las tareas de Asesor
Académico del Área de Danza Clásica y Director del Taller de la Facultad de
Artes Escénicas de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL). En México ha
brindado asesoría también a la Universidad de Celaya, en Guanajuato; y la
Universidad Autónoma de Coahuila, en Saltillo. Ha sido, además, miembro del
Jurado del Concurso Internacional de Ballet de Nueva York (1996); Presidente de
Honor del Concurso Internacional de Academias para la Enseñanza del Ballet y
Jurado del Concurso Internacional de Ballet Alicia Alonso, en La Habana, desde
1997, y del Concurso Internacional de Arte de Cali, Colombia (1998).
Síntesis biográfica
De procedencia burguesa, Fernando Alonso se desarrolló en un ambiente donde se cultivaban la música y el deporte. Fue el hijo mayor del matrimonio de una pianista concertista y un contador de una empresa norteamericana.
En su niñez recibió clases de violín, estudió la enseñanza primaria en un colegio católico, y la secundaria en Alabama, Estados Unidos, donde practicó el fútbol americano y la gimnasia.
Acostumbraba a pasar sus vacaciones de verano en La Habana. En diciembre de 1931 asistió a la primera función de la Escuela de Baile de la Sociedad Pro Arte Musical y quedó prendado del ballet, que, según él: “recogía la música y el ejercicio físico, sus dos pasiones“.
Un año después asistió a la presentación de “La bella durmiente del bosque”, y quedó impresionado por la joven bailarina Alicia Martínez (Alicia Alonso). Su afición por la danza creció cuando su hermano menor, Alberto Alonso Rayneri, ingresó en Pro Arte, al poco tiempo.
En 1935, culminados sus estudios secundarios en Estados Unidos, regresó a La Habana y decidió comenzar estudios de ballet en la Escuela de la Sociedad Pro Arte Musical, presidida entonces por su madre. Allí realizó su debut escénico al año siguiente con el ballet “Claro de luna”, junto a Alicia Alonso, y entre ambos surgió el amor de inmediato. De ese debut se hizo eco la prensa cubana, quien lo describió como un joven esbelto, fuerte y con grandes facultades como bailarín.
A pesar de que su empleo en una oficina comercial británica le producía dividendos, decidió abandonar la estabilidad laboral para dedicarse completamente a la danza. Regresó a Estados Unidos para preparar su matrimonio con Alicia, efectuado en 1937 en la ciudad de New York. Al año siguiente nacería Laura, la única hija de ambos.
En Estados Unidos continuó estudios en la academia del bailarín ruso Mijail Mordkin y bailó con su compañía en giras por el país. Actuó además en Broadway en comedias musicales.
También realizó estudios en la School of American e integró en 1939 el American Ballet Caravan. Al año siguiente integró el elenco del Ballet Theater of New York (hoy American Ballet Theatre), llegó a alcanzar el rango de solista e interpretó como tal “Pedro y el lobo”, de Adolf Bolm y “Tres vírgenes y el diablo”, de Agnes de Mille. Del mismo modo, interpretó el Mercuccio, en “Romeo y Julieta”, de Anthony Tudor, y participó en los ballets de Balanchine, Fokine, Dolin, Nijinska, Massine y Robbins.
Su interés por desarrollar el ballet en Cuba lo hacía regresar a su país cada año, para colaborar con el Ballet de la Sociedad Pro Arte con la interpretación de papeles principales.
Para la Sociedad montó en 1945, junto a su entonces esposa, Alicia Alonso, el ballet “Giselle”, representado en el teatro Auditorium (hoy Teatro Auditorium Amadeo Roldán).
El 28 de octubre de 1948, en unión de Alicia y Alberto, fundó el Ballet Alicia Alonso (hoy Ballet Nacional de Cuba), que dirigió hasta 1974.
Fundador de la Escuela Nacional de Ballet en 1962, fue su director hasta 1968. En ella preparó las bases de la metodología de la enseñanza del ballet cubano y sus primeros planes de estudios, en coordinación con Alicia Alonso y bailarines del Ballet Nacional de Cuba.
Fernando Alonso ha impartido clases en Rusia, Francia, Bélgica, Bulgaria, Canadá, Estados Unidos, México, Colombia; en las más importantes compañías, escuelas y academias.
En 1975 fue nombrado Director del Ballet de Camagüey y en 1992 de la Compañía Nacional de Danza de México, país en el cual permaneció hasta 1998. Allí alternó su trabajo de director de compañías con el de maestro de diversas instituciones, como el Instituto Nacional de Bellas Artes y la Universidad Autónoma de Nuevo León.
Como bailarín, su última actuación, la realizó en el año 1956 en una función pública en el Stadium de la Universidad de La Habana.
Merecedor de innumerables premios y distinciones en Cuba y en el mundo, algunos son:
Doctor Honoris Causa del Instituto Superior de Arte
Orden Félix Varela de Primer Grado
Premio Nacional de Danza, en Cuba
Medalla Conmemorativa del Bicentenario del Teatro Bolshoi de Moscú, en Rusia
Premio Benois de la Danza, también en la capital rusa.
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