La Bienal invade calles y plazas de La Habana (+ Fotos)
Oncena Bienal: “viajar” a la cultura universal contemporánea
Oncena Bienal: “viajar” a la cultura universal contemporánea
El pintor, escultor y grabador cubano Manuel Mendive paseó sus “lienzos humanos” dentro de una acción plástica que recorrió
una de las más concurridas avenidas de La Habana, y a su paso provocó la
sorpresa de muchos transeúntes atraídos por la originalidad de su propuesta
titulada Las cabezas.
Casi 200 personas entre actores de teatro,
bailarines, artistas circenses, estudiantes y hasta algunas sin vínculo directo
con las artes plásticas, prestaron a Mendive la piel de sus cuerpos -una
quincena totalmente desnudos y otros con el torso descubierto- y lo dejaron
estampar su pincel sobre ellos.
El artista quiso hacer con esta nueva
intervención plástica “un homenaje a nosotros mismos, a ‘Las cabezas’, las
buenas, las malas y las regulares para que todas sean cada vez mejores”.
En víspera de la inauguración de la XI Bienal
de La Habana, Mendive presentó esta muestra como “un llamado al mejoramiento
humano, al amor a la naturaleza y entre
los hombres”.
Su nuevo trabajo irrumpió en el medio urbano
con pinturas sostenidas por caballetes rodantes mezcladas con piezas
escultóricas, e instalaciones, a las que se integraron la danza, la música y
también la pantomima de los participantes, algunos con máscaras que cubrían sus
cabezas.
Durante la marcha un coro, envuelto en una
gran tela blanca de forma ovoide, realizó vocalizaciones, sonidos guturales y
ruidos que ambientaron la espectacular parada.
Precisó Mendive que, como es habitual en su
obra, el sentido es promover desde su universo plástico, afincado en las
tradiciones afrocubanas, el mejoramiento del ser humano, el vínculo armonioso
con la naturaleza y el eterno fluir de la vida.
Además incorporó al conjunto otros elementos
como los populares “bicitaxis” y carretillas de las que utilizan actualmente
los vendedores ambulantes de productos agrícolas. Fiel a la esencia de su obra,
en la que acostumbra a combinar lo cotidiano, lo tradicional, lo moderno y un
mundo de figuras “mágicas”, esta nueva “performance” arrancó expresiones como
“impactante”, “sorprendente”, “es algo fuera de lo común”, “espectacular” del
público que la presenció.
“Es fantástico, todo es posible en el arte
cuando se hace con disciplina, cordura y equilibrio, aunque no es la primera
vez que Mendive hace este tipo de acción artística”; “es algo fuera de lo
común”; “nunca habíamos visto un acto
así con personas desnudas”; “eso es cultura y no me resulta chocante ni vulgar”,
fueron opiniones escuchadas al paso de los artistas.
Mendive inició esta acción artística con la
pintura corporal de los participantes en el vestíbulo del Gran Teatro de La
Habana y luego encabezó la representación que desfiló a lo largo de varias
calles del Paseo del Prado hasta su intersección la avenida malecón, y desde
allí regresó para cerrar la caminata frente al edificio de El Capitolio.
Allí en una plataforma se completó la obra
artística con la intervención de voces de la Ópera Nacional de Cuba, bailarines
de los grupos Danza del Caribe, Danza Fragmentada y Rakatán, el grupo teatral
de muñecos Okantomí y el pianista Frank Fernández quien interpretó el
Preludio Número Cuatro de Federico Chopin.
Con el “performance”, procedimiento que
Mendive estrenó en 1986, este artista fusiona su manejo de técnicas y recursos
propios del arte africano, su gusto por la escultura, la pasión por el color y
un primitivismo voluntario. Pero sin duda, el principal mérito de Mendive es
que consiguió trascender “lo exótico” y ha impuesto una visión plástica
“original”.
El artista ha participado en todas las
ediciones de la Bienal de La Habana, según han señalado los organizadores de
esta nueva edición de la cita cuya inauguración oficial fue este viernes con la
asistencia de más de 180 creadores de 43 países y volcada a los espacios
públicos y las calles de la ciudad.
Merecedor del Premio Nacional de Artes
Plásticas en 2001, Mendive tiene una trayectoria reconocida internacionalmente,
y en 1986 recibió un galardón de la Bienal de La Habana por su performance La
vida.
Manuel Mendive parece un rey, grande,
imponente. Me gusta enmarcarlo dentro del realismo-mágico, pero también del
surrealismo, con pinceladas expresionistas. Es un admirador del impresionismo, de Rafael,
de Leonardo Da Vinci, Jackson Pollock como el gran maestro del abstraccionismo,
de Picasso, pero sobre todo, un fiel discípulo del gran maestro Wifredo Lam. El
artista confiesa no tener que estar acostado o dormido para “soñar”, lo hace
con los ojos abiertos mientras pinta o esculpe sus personajes.
En una entrevista que concediera a La Razón,
periódico mexicano, Mendive hablaba de su día a día en su estudio de la Montaña
La Peregrina. "Me despierto sobre las seis de la mañana, ya cuando
comienza a verse la luz a través de mis ventanas de cristal, mi despertador son
las aves, hago un poco de ejercicios, desayuno, me aseo y comienzo a trabajar y
a meditar. Ya desde el desayuno pienso en lo que haré, si voy a continuar un
cuadro o no, si haré dibujos, si voy a realizar esculturas, si me hace falta el
material y no lo tengo y subo a buscarlo al estudio hasta arriba, si tengo este
color o el otro, en la montaña es donde guardo todos mis materiales…y así
empieza mi día, con música, soy Mozartiano, me gusta mucho Mozart, Joseph
Haydn, Johann Sebastian Bach, también me gusta escuchar Jazz, la música
percusiva, pero para trabajar prefiero la música tranquila y los clásicos me
acompañan bien. Alterno mi tiempo creativo entre La Peregrina y mi estudio en
Jamaica".
Entonces quiero imaginarlo, con sus trenzas
largas y blancas, con su tradicional vestuario, esperandoese momento creativo,
mágico... "sagrado" como le gusta llamarle, pero "interrumpido
por cualquier cosa de la casa, alguien que me preguntó algo, que dice no se
qué, el teléfono que suena, un mail que llega de alguna parte, pero ya es parte
de lo cotidiano, ya nada me interrumpe, porque en mi mente está lo que quiero
hacer, lo que voy hacer".
Y lo veo empezar, lentamente o fugaz, hacer
algo, dibujarlo, un croquis pequeñito que luego se agiganta. "Busco el
material necesario o simplemente continúo una obra ya empezada que en algún
momento dejé porque me dije, esto no va ha nacer ahora, sino después, y la
retomo".
Va acompañado de la esperanza, presente
siempre en su obra. "Es mi objetivo dar esperanza y embellecer la vida
cada vez más, porque es difícil vivir, hay cosas difíciles que hay que superar,
pensar que la vida es hermosa, que todos nos queremos y abrazarnos".
Manuel Mendive nació el 15 de diciembre de
1944 en el barrio habanero de Luyanó,
en la capital cubana, y es uno de los artistas plásticos contemporáneos más
prestigiosos a nivel nacional e internacional que la isla ha dado.
Se graduó en la Escuela San Alejandro en
Pintura y Escultura de La Habana en 1963 y, a partir de ese momento, su vida
quedó ligada al arte. Muy influido por
la religión Yoruba desde su niñez, Mendive hizo de esta creencia su máxima
expresión plástica; su inspiración.
Sus obras se encuentran repartidas por 12
países, aglutinadas en 14 colecciones. Su legado artístico ha recibido 17
premios entre los que podemos destacar la “Orden Caballero de las Artes y las
Letras del Ministerio de Cultura y Francofonía de la República de Francia”
(1994), la “Orden Felix Varela del Consejo de Estado de la República de Cuba”
(1994), la Medalla de Ville de Fort-de-France, (Martinica, 1995) y la Medalla
Junior Olympics, (Japón, 1989).
La esencia de la cultura afro-cubana está
presente en su obra, muestra el estado mental del artista en cada momento de su
vida. Explora su mundo interior y lo plasma en sus lienzos. Para todos aquellos
que desconocen la religión Yoruba puede tratarse de una obra grotesca o ruda,
pero Mendive ha vuelto a abrir el camino hacia lo encriptado y el significado
propio que cada uno queramos darle a la creación nacida de sus manos.
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