Presumida y sugerente asoma a los ojos esta
Perla que casi no brilla. Esquinas cubiertas de aguas oscuras y pestilentes; y
hasta hilillos de este líquido putrefacto corren por el Bulevar de Cienfuegos, principal
arteria peatonal de la ciudad, acompañada de salideros —muy cerca de nuestra
Redacción—, el cual ha causado más de una caída a compatriotas y extranjeros.
Minivertederos, sobre todo de escombros
provenientes de las construcciones particulares, así como vertimiento de
desechos en horarios no establecidos; papeles regados por los calles, próximos
a los sitios donde se expenden alimentos; aceras rotas, dañadas —sin
autorización— con el fin de hacer rampas para autos; rejas en las puertas de
las casas abiertas hacia el exterior impidiendo el tránsito; juegos de pelota,
fútbol en medio de las calles; obscenidades a viva voz y a toda hora del día y
de la noche.
Pedigüeños, acosadores de turistas, simulando
la más cruel de las miserias, embarazos ficticios, abandonos sociales;
prostitutas y proxenetas ofreciéndose sin decoro alguno; personas con el pecho
descubierto, descalzos y sucios cual mendigos; y hasta los perros “sarnosos”
postrados frente a las puertas de los establecimientos comerciales, hieren la
mirada de los transeúntes locales y foráneos.
Todas indisciplinas sociales a las cuales
asistimos pasivos, indiferentes. Incluso algunas rozan las
contravenciones o forman parte de ellas, por lo cual aparecen reflejadas en varios
artículos de la legalidad. Hacer valer la obediencia a las leyes y decretos
debe ser una obra colectiva, fomentada en la paciente y concienzuda labor
cotidiana de todos los hombres y mujeres de bien; pero, fundamentalmente, de quienes
tienen la obligación de protegerlas y velar por su cumplimiento. Sino, por qué
la demora en destupir una esquina; en arreglar un salidero; en multar a quienes
incumplen o violan lo establecido; en sancionar a los perturbadores de la
tranquilidad ciudadana.
Ahora hacemos una campaña pública porque Raúl Castro
lo dijo en la Asamblea Nacional del Poder Popular, de Cuba. ¿Y antes? Duelen las yemas de los dedos sobre
cada tecla, primero las de la Robotrom, hoy las de computadoras, porque desde
hace mucho tiempo se habla o emiten discursos, programas de televisión y radio,
publicamos comentarios en la prensa, intentamos llamar la atención, pero todos
ven, todos saben y nadie hace nada, algo así como una ceguera momentánea,
convertida en lamentable epidemia.
Revisar disposiciones
legales y aplicarlas, no solo a particulares sino a aquellos representantes de
la administración estatal que también incumplen con sus funciones, deberá
servir de escarmiento a los empeñados en continuar invidentes ante las
urgencias de otros. Trátase, en primer término, de consumar cada cual su deber
como ciudadano. La sistematicidad, el control, la disciplina, orden,
organización, eficacia, son palabras que deberán traducirse en hechos, pero no
mañana, ¡¡¡ahora!!!.
No bastarán los
operativos, casi nunca sorpresivos; no bastarán los programas radiales Aquí el
pueblo; no bastarán las secciones de cartas de los lectores en los periódicos,
si cada quien no cumple con lo que debe, cómo y cuándo tiene que hacerlo, sea
cual sea su responsabilidad social o administrativa. Resulta imprescindible
ganarse el salario con dignidad, honradez, seguros de hacer cumplir los
reglamentos instituidos y la misión asignada a cada cual. La denuncia de
semejantes ilegalidades jamás equivaldría a traicionar la amistad, sino a
contribuir en pos de la tranquilidad, solidaridad, equidad y el orden social.
Alea jacta est
(La suerte está echada). Ahora queda cambiarla.
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