Por Mercedes Caro Nodarse
Era su novia blanca. Sin pensarlo mucho la descolgó como una oruga
de una hoja y la colgó sobre su pecho para no dejarnos solos y hacernos llorar,
llorar, llorar…Así nació Luna cienfueguera, una canción considerada como
un símbolo identitario de la cienfuegueridad y del patrimonio musical de esta urbe marinera, ubicada en el centro sur de Cuba.
Compuesta por José Ramón Muñiz Carballo
(1910-2001) en los años 40 del pasado siglo XX, se cantó por primera vez el
domingo 7 de diciembre de 1947, durante una velada patriótica, dedicada por el
Ateneo de Cienfuegos a honrar la memoria de los caídos en las guerras por la
independencia, según narra en su autobiografía el autor.
En aquella ocasión la obra sería interpretada
por Idalmis García, artista exclusiva de CMQ Radio, acompañada al piano por una
sobrina del célebre músico cubano Antonio María Romeu, conocido como El mago de
las teclas.
Y es que la melodía capta la poesía que embarga a la bahía de Jagua y el encanto de esta localidad trazada con suma fineza como para cumplir un sueño. Le canta a esos hombres que como nadie viajan a encender luceros en el litoral custodiados por la luz del único satélite natural de la Tierra.
En el
frío enero de 1949, el decimoséptimo día de ese mes, un lunes, para ser más
precisos, "Luna Cienfueguera" fue interpretada por primera vez en el
parque José Martí, por la
Banda Municipal de Conciertos.
La canción surgió una madrugada, en el muelle de hierro, en la barriada de Reina, mientras José Ramón Muñiz contemplaba el baile de las lucecitas de los barcos sobre las aguas. Cuentan algunos que la escribió con un pedazo de carbón vegetal, por no disponer de un lápiz a mano, sobre una tabla colocada en el piso del propio atracadero, exactamente en la caseta del ferrocarril. Un compañero suyo, de apellido Grau, fue la primera persona en escucharla, quien despertó al oír a Muñiz cantarla a todo pecho. A Grau le brotaron lágrimas, al tiempo que le decía: “Esta será tu mejor canción”, y entre aplausos comentaba: "Ay, Muñiz, yo nací y me crié siempre sobre este muelle".
José
Ramón oriundo del municipio de Aguada de Pasajeros, traía ya el alma de poeta
desde su niñez. Al llegar a Cienfuegos, laboró en la Aduana como inspector, y muchas
veces debió pasarse interminables horas sentado o de pie frente a los espigones.
Tales faenas le ocuparon buena parte del horario de la noche y madrugada, lo
cual le permitía contemplar en lontananza los diminutos puntitos que iluminaban
la bahía, como salpicando de luces los humildes barcos de los camaroneros,
tripulados por humildes pescadores, en su mayoría de la barriada de Reina,
intérpretes de un "ballet de eternos mal ratos, que bailan (…) casi
siempre sin zapatos", como diría en una ocasión el propio poeta.
Confesó Muñiz que la pieza musical es y será
siempre un reconocimiento muy merecido a los trabajadores del mar. Su versión
más popular fue grabada por el Conjunto Casino e interpretada por Roberto Espí,
y más tarde apareció en el acetato
facturada por la firma disquera Panart. Desde entonces a la fecha, muchos la
han incluido en su repertorio, entre ellos, el conjunto de sones tradicionales
Los Naranjos, así como el joven trovador Nelson Valdés.
Sin embargo, en opinión Muñiz: “el arreglo
que más se ha identificado con el espíritu de la canción fue hecho por el
maestro Gonzalo Roig, teniendo como solista a Martha Pineda”.
Numerosas agrupaciones cienfuegueras y
cubanas han incluido en su repertorio este hermoso himno de amor a la Perla del Sur y de respeto al
trabajo de los hombres de mar. “Perla del Sur”, “Hanabanilla”, “Rancho Luna”,
“Noches Indias”, “Marilope” y “Leyenda de mi bahía”, también cuentan entre las
composiciones del bardo.
“Si tengo que partir... sé que no puedo /
sembrar estrellas en tu mar callado. / Si tengo que partir... sé que me quedo /
frente a tu malecón arrodillado”. Rezan
los versos de su poema Despedida. Y lejos de su querida luna y su mar, en una
fría noche de diciembre, la vida del cantor se fue apagando. Partió de la
tierra natal para reunirse con su hijo y nietos; sin embargo, tal y como
vaticinó, su corazón quedó plantado frente al Muelle Real, lo mismo que
merodeando por el ancho Malecón de la ciudad a la cual le cantó como nadie.
Allí, entre sogas, hombres sencillos de mar,
anzuelos y junto a las pequeñas embarcaciones, como permanente centinela,
aparece siempre la luna: blanca, helada, única, con sus reflejos, cual velo de novia
que esconde para la eternidad las notas y versos de una canción poema, que es
orgullo y distintivo de Cienfuegos.
Letra de la canción:
Luna
cienfueguera
Luna,
lejana novia helada
no
nos dejes tan solos
que
nos haces llorar.
Luna,
cienfueguera luna,
arpa
eres sobre el mar.
Tienes
inquietud de estrella,
de
marino y mujer.
Eres
novia blanca
de
nuestros amores
luna
cienfueguera,
luna
de cristal.
Cuando
tú te alejas
huyen
tus reflejos.
Mira
cómo viajan
los
camaroneros
a
encender luceros
en
el litoral.
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